La historia de Geely en Chile está lejos de ser nueva. La marca partió su aventura en 2008, cuando arribó tomando la mano de Derco. Comercializaba entonces los sedanes CK y MK, pero las cosas terminaron no yendo muy bien, o al menos no al nivel de ventas que el fabricante chino -el principal privado de ese país-, tuvo en mente. Así, una década después Geely saltó al bando de Fortaleza -el brazo de marcas asequibles de Gildemeister-, una etapa cuyo más grande recuerdo fue el citycar LC. Otra vez las sinergias no dieron el resultado esperado… Esta vez la marca vive su tercera incursión -hoy bajo alero de Inchcape (te lo contamos en exclusiva el año pasado)- una que apunta a ser la definitiva y que inició de mano del SUV Coolray (debutó en enero). Tuvimos a prueba durante cinco días esta punta de lanza de la nueva era, un familiar subcompacto que apuesta merced a varios argumentos por conquistar en el subsegmento más pujante.

Como siempre hacemos en MT La Tercera, vamos primero por las entrañas. El Geely Coolray es un familiar del segmento B (mide 4,33 mts.) y está afirmado sobre una plataforma bautizada como BMA, nacida a su vez en 2018. Aquí vienen las curiosidades: porque debe su nombre a un molde para vehículos más grandes, que se denomina CMA (para vehículos C), y que fue la estructura desarrollada en conjunto por Geely y Volvo Cars.

Dicho eso, el Coolray está impulsado por una motorización tricilíndrica sobrealimentada de 1.5 litros, que entrega 177 y 255 Nm entre las 1.500 y 4.000 rpm. Como antes, este propulsor también tiene rastros de ADN del fabricante sueco. Cabe la pregunta, entonces: ¿Por qué antes Geely no aprovechó las sinergias con Volvo y hoy sí lo hace? La respuesta es simple. El Grupo Geely adquirió Volvo recién en 2010, de manera que paulatinamente ha ido traspasando ingenierías a otras marcas, en este caso Geely.

Walk around

Este Geely Coolray es un modelo, diría, de particular propuesta. Si bien es un vehículo que viene a competir en el poblado campo de los SUV-B asiáticos, se presenta con un look deportivo al extremo. ¿Cómo se palpa? Vamos por el frente.

El capó tiene un diseño de tres niveles escalonados, siendo más alto al centro y más bajo a los costados, en la línea que termina uniendo con el paño lateral y los faros principales. Más abajo, la grilla también tiene un tinte eminentemente sport, gracias a una figura concéntrica que va encerrando al logo de la marca y que en su línea más exterior está terminada en un perímetro rojo. Más a los lados están las citadas luces principales LED, que a su vez proyectan una mirada afilada con una especie de los ‘L’ acostadas. Hay más: debajo de la patente hay una toma de aire que está subrayada por dos alerones que emulan la fibra de carbono. Este diseño más cerca del suelo intersecta en cada costado con una moldura negra que aloja los neblineros y que además deja espacio para que el aire pase al eje delantero. Todo un look muy deportivo, ¿no?

En la vista lateral el Coolray sigue la impronta atrevida. El color de la carrocería contrasta con varios motivos en negro, como los pasos de rueda, las zonas bajas, el techo, que termina en un vistoso spoiler sobredimensionado y los espejos, que llevan una cubierta nuevamente símil de fibra de carbono, cruzada horizontalmente por una línea plata mate. Las llantas, por su parte, -que son de 18- mezclan ese mismo tono gris opaco con el plateado más brillante.

En la zaga el protagonismo se lo toman dos elementos. Arriba, el notorio alerón, más propio de un superdeportivo alemán que de un SUV del segmento B, y, abajo, dos salidas de escape dobles cromadas a cada costado (son reales), que, además, están separadas por un difusor. Más de eso sport.

No sé si todo este envase realmente calza con la propuesta a nivel motriz, creo que no mucho, pero al menos nadie podría decir que el Coolray es un simple SUV asiático más. Al contrario. Se destaca y cada uno juzga si eso es bueno o malo. Una de las críticas que siempre oigo es que todos los vehículos familiares se parecen o son ‘copias de’. Bueno, este ya no tanto…

On board

Al interior las primeras sensaciones están más cerca de lo bueno que de lo malo. El tapiz es de ecocuero y hay abundancia de materiales blandos. Por su parte, el tablero también mezcla tonalidades grises, esta vez grafito y plata. El volante en cuero está particularmente bien logrado, puesto que, si bien es achatado en la base, es igualmente de líneas contorneadas incluso donde está ese corte que los diseñadores usan para aportar deportividad. El citado timón de ajuste telescópico contrasta con los paddle shifters de color gris claro. Los dos pedales están terminados en aluminio y la butaca del conductor es de ajuste 100% eléctrico (el del copiloto no).

Otro destacado visual son las dos pantallas a bordo: la primera es para el característico panel de instrumentos de 7″ y, la segunda, el display flotante de 10″ en el centro del vehículo, que ofrece las funciones de infoentretención. Y este termina siendo un gran talón de Aquiles del Geely Coolray, ya que el sistema no ofrece enlazamiento ni con Android Auto ni con Apple CarPlay. La única manera de emparejamiento es mediante Bluetooth, una solución poco práctica y demasiado anticuada para 2022. El volumen se controla mediante botones análogos o en el volante.

Lo que no parece desactualizado, es el diseño elegante de la consola central. Esta lleva la palanca de cambios (es una caja DCT7) y una serie de botones para moverse por los modos de manejo, para desactivar sensores de proximidad, utilizar el control de descenso, poner la cámara de 360º o recurrir al asistente de estacionamiento. También están los característicos mandos del freno de mano eléctrico y de la función autohold. Por delante de la palanca hay una base que pareciera ser del cargador inductivo, pero que no es tal. Solo sirve para dejar el teléfono y que no se mueva con mucha facilidad. Por debajo de la consola el Coolray tiene unos recovecos que cuentan con cargador USB.

Hay otra cosa positiva y otra cosa negativa del conjunto centrado en el conductor. La buena, que los mandos para la climatización son análogos y resultan facilísimos de usar; y la mala, que el retrovisor interior no tiene función de antirreflejo. No calza con el resto.

Punto aparte para el gran techo panorámico que abarca las dos filas de asientos, y que sin duda aporta luminosidad interior y hasta diversión para los más chicos de la casa, que siempre agradecen y se maravillan con este tipo de chucherías.

Para las plazas traseras el espacio está bien. Tres apoyacabezas y tres cinturones de tres puntos, como corresponde. La plaza del medio, como casi siempre, ocurre tiene un apoyabrazos pensado para que viajen solo dos ocupantes atrás. Lo dicho antes: los ocupantes de las tres o dos plazas de atrás pueden tener bastante luminosidad si se quita la sombrilla del techo solar. También hay ‘peros’, porque para atrás no hay salidas independientes de aire acondicionado y apenas se dispone de una toma de carga USB.

Driving

Llegado el minuto de salir al tráfico post pandemia, las autopistas y la carretera, es minuto de comenzar a sacar el resto de conclusiones. Qué tal anda este Coolray con que el que Geely pretende ahora sí convertirse en un actor preponderante. Pues lo primero que constato es que más allá de la buena calidad percibida en el interior, también está bien logrado el armado, lo que se siente con una muy destacada insonorización del habitáculo. El motor prácticamente no se oye, ni menos se percibe el viento a medida que se gana en velocidad. Eso como primer punto.

Voy avanzando. El motor y la caja parecen entenderse muy bien de buenas a primeras. Claro, le echo un vistazo a la ficha técnica y resulta complicado encontrar un motor de este tamaño con una potencia así: eran 177 caballos y con un torque casi de 280 Nm, que además se gestione por una caja doble embrague de siete cambios. La combinación va muy bien, no como si fuera el superdeportivo que a veces se proyecta por fuera, pero sí se siente como una sociedad solvente y que está por encima de la competencia directa. El máximo torque se encuentra a partir de bajas 1.500 rpm y se mantiene estable hasta el rango de las 4.000 rpm. Otro punto fuerte.

En los modos de manejo Eco y Normal, el Coolray alcanza los 120 km/h con la aguja del tacómetro en 2.200 rpm, en tanto que en el modo Sport trepa a 2.700 rpm, volviéndose evidentemente más ágil de respuestas. ¿Y los consumos? En cerca de 300 kilómetros, 60% de ciudad y 40% de carretera a buen ritmo, la verdad es que rendimiento estuvo en el orden de los 10,1 km/l, lo que no es destacado, pero está en la línea de lo que logran los SUV asiáticos de este segmento. Por su parte, en carretera la suspensión se siente bastante bien calibrada: no hay flotaciones tras sobresaltos ni balanceos exagerados en curvas. El Coolray es aplomado.

El SUV más chico de Geely podría en líneas generales reunir buenas calificaciones en todos los apartados, pero hay un tema donde queda rezagado frente a rivales directos: la ausencia de asistencias a la conducción. Esta que es la versión más equipada solo tiene alerta de punto ciego, prescindiendo de elementos como frenado de emergencia autónomo, mantenimiento de carril o alerta de tráfico cruzado trasero. Cuenta evidentemente con seis airbags, controles de estabilidad y de tracción, pero aquellos son elementos ya comunes en las versiones mejor equipadas de los familiares del segmento B.

Así, en conclusión el Coolray parece una carta mucha más acertada que las que tuvo en el pasado para posicionarse como una alternativa válida. El modelo se cae en algunos detalles, sobre todo en aquel tan valorado de la conectividad, pero en lo global asoma como un modelo tecnológico en cuanto a ingeniería y atrevido en lo que respecta al look. Las sinergias de desarrollo se sienten y no está nada mal que así sea.

Ficha técnica Geely Coolray Sport:

  • Motor: 1.5 litros turbo de tres cilindros
  • Potencia: 177 Hp
  • Torque: 277 Nm entre 1.500 y 4.000 rpm
  • Caja: DCT 7 velocidades
  • Tracción: simple delantera
  • Largo x ancho x alto: 4.330 mm / 1.800 mm / 1.609 mm
  • Distancia entre ejes: 2.600 mm
  • Maletero: 330 litros
  • Capacidad: cinco ocupantes (2+3)
  • Estanque de combustible: 45 litros
  • Llantas: 18″
  • Neumáticos: Giti Comfort F50 215/55 R18
  • Airbags: 6
  • Origen: China
  • Precio: $ 19.490.000