Volvo es uno de los fabricantes más reconocidos y deseados de la industria. Mundialmente conocidos por su seguridad, los ingenieros nórdicos han sido los precursores de algunos avances importantes en el sector como la introducción del cinturón de seguridad. Su calidad de fabricación, en tanto, así como la performance de sus vehículos les permite lucirse en el segmento premium.
Sin embargo, en sus casi 100 años de historia, la marca escandinava ha pasado por diferentes etapas y fases, en las cuales no siempre ha vivido grandes momentos de éxito y esplendor. En manos de Ford, por ejemplo, los suecos no lo pasaron bien y sus modelos no dieron en el clavo.
Fue en 2010 cuando empezó a levantar cabeza, con la compra del grupo chino Geely, que se hizo del 82,1% de sus acciones. Una operación que se concretó por un valor de 1.8 billones de dólares. Fue entonces cuando la compañía entró en una nueva era, que ha aunado sus esfuerzos al campo electrificado. Ahora afrontan la mayor renovación de gama de toda su historia, iniciando con el EX90.
Tras ello, hoy Geely se ha deshecho del 3,4% de la compañía por un valor neto de 350 millones de dólares. En total, 100 millones de acciones menos que han provocado una desestabilización en los mercados, a pesar de que el conglomerado chino ha reconocido abiertamente que seguirá dando apoyo y tecnología a la marca. Geely sigue siendo el accionista mayoritario.
“Como accionista mayoritario, seguimos firmes en nuestro compromiso de continuar apoyando a Volvo Cars en su transformación para convertirse en un fabricante de automóviles totalmente eléctricos y esperamos continuar con esta historia de éxito global en curso”, así lo expresó en un documento el director ejecutivo Geely Holding Group, Daniel Donghui Li.