En diciembre pasado, se desató un escándalo en el grupo Toyota luego de que quedara al descubierto que su marca low cost Daihatsu había manipulado las pruebas de seguridad de ciertos modelos. Tras una investigación independiente se detectaron problemas en 174 puntos, que afectaban a 64 modelos y tres motores de vehículos -entre los que se encontraban 22 modelos y un motor vendido por Toyota-.
Pues bien, ahora el gobierno japonés ha decidido intervenir en el asunto, ordenándole a la subsidiaria de Toyota a que suspenda la producción de todos sus modelos. Y es que si bien no se han reportado accidentes de consideración vinculados a la trampa, el hecho ha suscitado serias interrogantes en torno a la supervisión en Daihatsu y su empresa matriz Toyota.
Aunque el futuro es incierto para la marca japonesa, Daihatsu ha asumido la responsabilidad de lo ocurrido. “Se trata de una situación que sacude los cimientos de nuestra empresa y reconocemos la extrema gravedad de los hechos. Hemos traicionado la confianza de accionistas y clientes, y queremos ofrecer una vez más nuestras más sinceras disculpas”, indicó en un comunicado.
Así las cosas, las primeras consecuencias ya se han dejado notar: tendrán que enviar informes periódicos al Gobierno japonés. “Implementaremos cambios profundos en la gestión de la empresa, pero también en el ambiente laboral con la premisa del respeto a la ley. Enviaremos nuestro primer informa al Gobierno dentro de un mes y cada tres meses informaremos sobre el progreso en la implementación de estas medidas”, sentencian.