Haval H6: la consolidación de uno que viene mostrando credenciales
Pusimos a prueba al nuevo SUV mayor de Haval, un modelo que vuelve a romper prejuicios para posicionarse como una alternativa más que válida para quienes buscan un familiar bien equipado, bien seguro y bien en todo el entendido de lo que debe reunir un automóvil.
Hace casi medio siglo, los primeros autos japoneses llegados al país convivieron con la desconfianza propia que se tiene a lo desconocido; años más tarde, lo mismo aplicó para los modelos que arribaron desde Corea del Sur y, finalmente, los temores se hicieron otra vez presentes -de forma justificada y no tanto- a partir de 2007, cuando desembarcaron en el mercado una serie de marcas chinas, hasta entonces absolutamente desconocidas para el inconsciente colectivo criollo. Pasaron los años y lentamente el choclo se fue desgranando, porque mientras algunos nuevos participantes tuvieron auges tan repentinos como sus mismas caídas, otros sobrevivieron y hoy perduran para contarlo. Allí está inserta la marca Haval (entendida como el brazo SUV de la pionera Great Wall).
Esta vez me tocó ponerme a los mandos del buque insignia de Haval, el SUV H6, ahora en su tercera generación. Rehecho desde cero -esta vez montado sobre la nueva base L.E.M.O.N. del grupo Great Wall Motors- lo cierto es que el nuevo Haval H6 se percibe a primer sorbo como lo que precisamente es: una evolución.
Estéticamente, el familiar es dueño de líneas más atrevidas y aerodinámicas, pero que conservan al mismo tiempo la elegancia, haciendo una gran finta al estilo recargado que se percibe en otros vehículos del origen. Por el frontal, sin duda que lo más llamativo es una gran parrilla hexagonal cromada con un interior entramado de líneas diagonales. El parachoque, por su parte, lleva diminutos faros neblineros insertos en apliqués triangulares que simulan entradas de aire laterales.
De costado, el conjunto vidriado está marcado en todo el perímetro por un bisel cromado, que de algún modo subraya un achatamiento progresivo de las ventanas a medida que se avanza a la vista trasera. Este citado angostamiento se da, como es lógico, por una subida progresiva y sostenida de la línea de cintura de la carrocería. Las llantas llevan cinco rayos dobles y son de 19″.
Por detrás, el Haval H6 -cuyo diseño fue encargado al ingeniero británico Phil Simmons- también luce bien resuelto. Aquí destacan, de más a menos, una banda de luz principal LED que recorre todo el ancho del portalón para fusionarse con las luces del pilar C y, nuevamente, una banda cromada que crea la impresión de extenderse más hacia los costados con dos diseños verticales de micas reflectantes. Como resulta a estas alturas casi obligatorio en un SUV, el Haval H6 lleva un spoiler y una antena tipo aleta de tiburón. Se echan de menos las doble salidas de escapes a la vista del H6 de segunda generación. Se ganó en limpieza visual, pero sacrificando una impronta de más deportividad.
Amplio en todo el sentido
Puertas adentro, el Haval más grande disponible en Chile confirma su impronta de sofisticación. Llama mucho la atención una enorme consola central que divide las dos plazas delanteras y deja un hueco a nivel del suelo como para dejar objetos, que también dispone de conectores USB. A la altura de los brazos, lleva igualmente un doble posavaso que puede convertirse en un compartimento de objetos más clásico, puesto tiene una uña separadora completamente abatible: así, o se llevan dos bebidas o se guardan objetos pequeños de valor. Hay también un cargador inductivo con su respectiva superficie antideslizamiento.
El tablero, por su parte, tiene una recatada iluminación roja -que se ve muy bien de noche- y está forrado en materiales blandos al tacto, al igual que los interiores de las puertas, mientras que el panel de instrumentos y la central de infoentretención descansan en pantallas de 10″. Para el conductor se dispone de butaca de ajuste eléctrico, volante telescópico y head-up display con visualización de señales de tránsito. En lo particular, me pareció muy práctica la rueda selectora de la transmisión, ya que da la opción de moverse entre R y D -las dos más usadas- sin tener que mirar la consola: todo a la izquierda es reversa y todo a la derecha es ‘Drive’. El ‘Parking’ se pone presionando el botón central de la misma rueda e igualmente el vehículo cuenta con levas al volante para un manejo semi manual.
En las plazas traseras -que son de cuero, al igual que las delanteras- el espacio es muy generoso, gracias en gran medida a un piso plano que permite también confort al que llegue último y toque el asiento del medio. Hay dos salidas de aire traseras y doble cargador USB. La mencionada sensación de amplitud se hace más latente con un techo panorámico que cubre las dos filas de asientos.
A la hora de conducir, hay varias cosas que vuelven a resaltar. Primero, que la insonorización está bien calibrada, lo que se traduce en que la velocidad en carretera prácticamente no se perciba. Otro punto alto está dado por la iluminación full LED, que si bien en modo de luces bajas pareciera que alumbra como un juego de luces promedio, en altas entrega una panorámica muy mejorada de la ruta.
El conjunto de motor -un 2.0 litros turbo- y de caja -es una doble embrague de siete relaciones- se nota sobrado en las tareas que se le encomiendan en carretera y también en la ciudad, donde asoma como responsivo ante las exigencias de movimientos rápidos en pocos metros. El bloque entrega su máximo caudal de torque (320 Nm) a solo 1.500 rpm, que se mantiene constante hasta el rango de las 4.400 vueltas. Así, hay poca crítica que hacerle, salvo por consumos medios que no pasan de los 10 km/l. Pero, quien espere gran eficiencia de un motor bencinero ‘grande’, que tome asiento.
Solo hubo dos puntos que me parecieron mejorables. El primero, y el que más puede estar cruzado por mis gustos personales, es el de la suspensión. Para la ciudad, el sistema copia sin problemas las irregularidades típicas de las calles descuidadas, pero el problema es que no gana suficiente firmeza en la carretera y, por ende, no muestra la performance que uno -por todas las bondades antes descritas en los demás apartados- esperaría en las curvas. Sin decir que es SUV, grita que es un SUV.
Lo que sí me pareció derechamente errado en este buen SUV, es que los modos de manejo son solo configurables desde la pantalla central, donde hay que ejecutar varios pasos -y evidentemente desviar completamente la mirada- para setear, por ejemplo, el modo sport. Parece ser que se privilegió demasiado la limpieza visual del conjunto del habitáculo, pero a alguien se le olvidó que esta selección debe hacerse en un solo paso y de la forma más sencilla posible. Una rueda, un botón o un selector de cualquier forma hubiera estado mucho mejor.
En suma, el Haval H6 sigue afinando su fórmula que incluso en la segunda generación le permitió estar entre los finalistas de Los Mejores 2019, el premio de la prensa especializada en Chile. El H6 es un vehículo muy a la altura en términos de confort, equipamiento y especialmente en seguridad -tanto pasiva como activa-, donde saca hoy las mayores ventajas frente a sus rivales generalistas, sobre todo en las versiones de acceso, que ofrecen poca cosa más allá de la pantalla táctil y de lo indispensable para homologación.
Ficha técnica | Haval H6 Deluxe 2WD |
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Motor | 2.0 litros turbo de cuatro cilindros |
Potencia | 201 caballos |
Torque | 320 Nm entre 1.500 y 4.400 rpm |
Caja | automática doble embrague de siete marchas |
Tracción | simple delantera |
Largo | 4.653 mm |
Ancho | 1.886 mm |
Alto | 1.730 mm |
Distancia entre ejes | 2.738 mm |
Peso Bruto Vehicular | 2.000 kg |
Maletero | 600 lts |
Estanque | 55 lts |
Llantas | aleación de 19″ |
Neumáticos | 225/55 R19 |
Pantalla central | táctil de 10,3″ |
Airbags | 6 |
Origen | China |
Precio versión testeada | $ 19.990.000 |
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