Nunca antes el rótulo de “combustible del futuro” estuvo mejor puesto. Y es que, si bien desde hace décadas se le promociona así, recién hoy el hidrógeno puede convertirse en una alternativa realmente viable a sus pares fósiles.

¿Han escuchado hablar del hidrógeno verde? Pues bien, todo tiene que ver con ello. Con esta versión ecológica, que hoy se apunta como la gran protagonista en la carrera por la descarbonización del planeta. Una fuente inagotable de energía limpia y sustentable, que impulsará varias industrias, entre ellas la del transporte.

Tanto así, que de cara a 2050, se estima que implicaría un mercado de 2,5 billones de dólares, la mitad de lo que representa hoy el del petróleo. Mientras que, por otro lado, reduciría en más de un tercio las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Aunque pueda parecerlo, el uso de hidrógeno como combustible no es algo nuevo. De hecho, desde que el científico británico Henry Cavendish lo descubrió en 1766, que se experimenta con este gas incoloro, inoloro y muy reactivo. Fue usado, por ejemplo, por inventores franceses para volar el primer globo aerostático del mundo.

Su gran revolución, eso sí, llegó en 1839, cuando el científico galés Sir William Grove creó la pila de combustible, un dispositivo electroquímico que convertía el hidrógeno -en reacción con el oxígeno- en energía eléctrica. Un proceso que solo emitía vapor de agua al ambiente.

Un siglo más tarde, Francis Bacon, de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), instalaría una pila de combustible en un montacargas, para luego, en los años 50, el austríaco Karl Kordesh diera un paso más allá, aplicando esta tecnología, por primera vez, en el mundo del automóvil.

El potencial del hidrógeno se convirtió en tal, que, sin ir más lejos, la llegada del hombre a la Luna le debe mucho, pues se usó como combustible para dar el empuje final del Apolo 11. Y no solo eso, sino también se utilizó para generar electricidad a bordo de los módulos de la nave.

» NUEVOS BRÍOS

El hidrógeno es el elemento más abundante del Universo. Pese a ello, no se encuentra de forma aislada en la naturaleza, sino que se genera a partir de otras sustancias que lo contienen, entre ellas, el agua, el carbón y el gas natural. De ahí que su obtención no sea fácil.

Actualmente, la gran mayoría (el 96%) del hidrógeno se produce a partir de hidrocarburos: gas natural y carbón, haciendo que su propia extracción sea una enorme fuente de emisiones contaminantes (CO2).

La forma ideal de producir hidrógeno es a través del agua -presente en el 70% del planeta-, para lo cual es necesario llevar a cabo un proceso denominado electrolisis, que consiste en la descomposición de las moléculas de agua (H2O) en oxígeno (O2) e hidrógeno (H2), a través de electricidad generada por fuentes renovables, como la energía solar o eólica.

En ese caso, estaríamos hablando de hidrógeno verde, de un combustible ciento por ciento ecológico, libre de emisiones, que ahorraría al mundo, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), 830 millones de toneladas anuales de CO2 producidas por este gas cuando se obtiene de combustibles fósiles.

Una cifra para nada despreciable, sobre todo si se estima que el costo de producción de hidrógeno verde irá a la baja en el futuro. Así como lo vaticina el Consejo Mundial del Hidrógeno, afirmando que para 2030 producirlo costará la mitad que ahora.

Proyección con la que concuerda Bloomberg, señalando que su precio podría caer hasta US$1,40 por kilogramo para ese entonces, desde el rango actual que oscila entre US$ 2,50 y US$ 6,80. Y este precio podría bajar aun más, hasta 80 centavos en 2050.

Para ello, los países ya han echado a andar la máquina. Y es que mientras en China hoy se levanta la que será la mayor planta de hidrógeno verde del mundo, la cual generará 160 millones de metros cúbicos de este combustible al año a partir de energía solar, en Corea planean liderar el uso de esta tecnología en lo que a transporte se refiere, reemplazando antiguas locomotoras diésel por trenes a hidrógeno, así como también fomentando el uso de barcos, buses y autos de pila de combustible. Japón, EE.UU. y la Unión Europea, por su parte, no se quedan atrás, anunciando recientemente un acuerdo para el desarrollo de vehículos propulsados por hidrógeno.

» H2 SOBRE RUEDAS

No son pocas las trabas que debe sortear la propulsión a hidrógeno si busca convertirse en una alternativa real para los consumidores en el futuro. Sin embargo, sus ventajas bien valen el esfuerzo de los pocos fabricantes que hoy apuestan por ella.

Actualmente, existen solo 11 mil autos propulsados por hidrógeno en todo el mundo, repartidos en modelos que pueden contarse con la mano: Toyota Mirai, Honda FCX Clarity, Mercedes-Benz GLC F-Cell y Hyundai Nexo -el segundo modelo de la marca coreana, tras el ix35 Fuel Cell-.

¿Y por qué? Básicamente, porque son caros desde todo punto de vista. Su alto costo de producción y precios restrictivos, ya sea a la hora de comprar un auto a hidrógeno o de recargar combustible, desalientan a fabricantes y consumidores.

Solo a modo de ejemplo, el Toyota Mirai cuesta alrededor de US$ 60.000 ($ 47 millones aprox.) y su recarga gira en torno a los 11 dólares (unos $ 8.600) el kilo, lo que permite recorrer unos 100 kilómetros más o menos.

De ahí, entonces, que más de la mitad de las ventas de este tipo de vehículos se concentren en California (EE.UU.), un estado con estrictas normativas de emisiones, que ofrece interesantes bonificaciones fiscales tanto a los autos eléctricos como a los de pila de combustible, conocidos por sus siglas en inglés FCEV (Fuel Cell Electric Vehicle).

Pese a todo ello, la suerte para los autos de celdas de combustible estaría cambiando, gracias al potencial de la industria del hidrógeno verde, pero también a sus grandes ventajas respecto de los autos eléctricos, que pasan por una mayor autonomía y una carga más rápida (ver recuadro de pros y contras).

Así lo cree Hyundai, que desde hace tiempo trabaja en la propulsión a hidrógeno -en paralelo a la eléctrica- y que busca liderar en soluciones de movilidad a hidrógeno para 2030, año en que apunta a fabricar alrededor de 500.000 vehículos anuales con esta tecnología.

Su estrategia no solo se basa en autos, sino también en camiones. Y es que para vehículos pesados como estos, o bien buses, el hidrógeno se postula hoy como la mejor opción para su descarbonización, para dejar atrás los contaminantes motores diésel, con los que hoy ya ningún país quiere comulgar. La electrificación, por otro lado, no sería alternativa, pues un camión de gran tonelaje, por ejemplo, necesitaría de enormes y muy pesadas baterías, que terminarían afectando su capacidad de carga.

Así las cosas, las primeras 10 unidades del Hyundai Xcient Fuel Cell, el primer camión de transporte pesado a hidrógeno del mundo, ya circulan por las carreteras suizas, donde el fabricante coreano, además, construirá y operará una red de hidrogeneras por todo el país.

Pronto, eso sí, dejará de ser el único en su tipo, pues Toyota anunció que también prepara uno. Y no extrañaría que de ahora en adelante muchos más se aventuren en el terreno del hidrógeno.

» EL GRAN POTENCIAL DE CHILE

Chile podría convertirse en un gigante de la industria del hidrógeno verde. Principalmente, por su gran potencial para generar energías renovables. Y es que para hacernos una idea, tenemos una capacidad de producción 70 veces superior a la que actualmente se genera.

El hidrógeno verde es una enorme oportunidad para crear un polo de progreso para Chile de cara a 2030, que es cuando se espera que este combustible sea competitivo. A largo plazo, podríamos ser de los países con más bajo costo de producción, según la Agencia Internacional de Energía, llegando a costos iguales o menores a US$ 1,6 por kilo de hidrógeno.

“Hoy, el Ministerio de Energía alista una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, que fomentará la creación de esta industria en el país, a través de la generación de un marco normativo, transferencia de conocimiento e innovación y desarrollo social y territorial”, señala Juan Carlos Jobet, ministro de la cartera, agregando, por otro lado, que “según nuestros análisis y las visiones recibidas desde la industria y academia, Chile no requerirá de fuertes inyecciones de subsidio público, como es el caso en Europa o Japón, dado nuestro excelente potencial de recursos renovables. Estamos de todas maneras creando un plan de acción para habilitar la inversión privada, facilitar la implementación de proyectos y crear ecosistemas de desarrollo que apalanquen el interés de inversionistas nacionales e internacionales”.

Respecto de cuál sería el primer rubro al que llegaría el hidrógeno verde, hay acuerdo en los distintos sectores comprometidos en que sería al de la minería chilena. “Dado lo intensivo que esta industria es en el uso de combustibles fósiles. Eso sí, hoy se habla de que dentro de los próximos 10 años Chile ya podría tener desarrollada una industria en torno al hidrógeno verde que permita no solo cubrir las necesidades locales, sino que exportar”, afirma Ignacio Santelices, director ejecutivo de la Agencia de Sostenibilidad Energética. MT