El segmento de los sedanes compactos es uno de los más apetecidos de la industria. Dueño de un porcentaje importante de las ventas, permite a las marcas poner en la calle una buena cantidad de unidades enfocando el objetivo en familias jóvenes y en aquellas personas que ven en el automóvil una herramienta de trabajo.

Hyundai siempre tuvo buena participación en este segmento B, especialmente con el Accent, sin embargo, por su mayor precio, perdió competitividad frente a modelos como el Chevrolet Sail (líder de los sedanes compactos), el Renault Symbol o el Kia Soluto, familiar que en los últimos meses se ha metido incluso en el top ten de los vehículos de pasajeros.

Para cubrir ese espacio libre entre el Gran i10 y el Accent, la firma coreana sumó el Verna. Hermano directo del Kia Soluto con el que comparte la misma arquitectura y la misma procedencia de China, llega con la idea de entregar una alternativa basada en la eficiencia, practicidad y buena relación precio-equipamiento.

Esa aspiración aterrizada es uno de los aspectos positivos del Verna. Sabe perfectamente lo que tiene y de lo que es capaz, aunque hay aspectos que logran sorprender un poco.

Eso sí, a nivel de diseño no entrega una gran diferencia. En sus 4.300 mm de largo se muestra como un modelo tradicional, sobrio, con la clásica parrilla hexagonal de Hyundai y grupos ópticos delanteros envolventes.

En la zaga vemos menos “cariño” de los diseñadores, todo muy simple, con enormes luces y un gran portalón que tiene hasta la chapa para abrirlo bajo el logo, lo que atenta contra una mayor limpieza de la carrocería. Lo bueno es que la boca del maletero es grande y el espacio de carga es muy generoso, con 475 litros de capacidad.

En el interior, la simpleza externa se replica. Y si bien la materialidad no es la mejor, sí es correcta y se completa con un buen aprovechamiento del espacio, lo que deriva en comodidad para los ocupantes.

En los asientos traseros, quedan bien dos personas, aunque con una tercera (a menos que sea niño) no será igual de cómodo. Otro detalle que cuesta acostumbrarse es a la posición de los mandos de los alzavidrios, ubicados bajo el aire acondicionado y no en la puerta.

Un aspecto que es positivo es la conectividad que ofrece y que se puede manejar desde mandos en el volante. Gracias a una pantalla de gran tamaño (9′'), tenemos la posibilidad de conectar el teléfono a través de los sistemas Apple Carplay y Android Auto, aunque tienen solo un puerto USB. Lo que complica un poco es la visibilidad de la pantalla, que con la luz del sol no es la mejor.

En cuanto a la información del tablero, dos clásicos relojes rodean un pequeño cluster que indica consumo y rendimiento. En este caso, llega a un consumo de 13 km/l en ciudad según homologación, pero en nuestra prueba fue algo menos (cerca de 11 km/l), lo que se explica por un manejo más forzado y exigido.

Sorpresa desde el arranque

Al momento de manejar con encontramos con una grata sorpresa. Nuestra unidad de prueba es la versión intermedia (por equipamiento) del Verna. Cuenta con una motorización de 1.4 litros que desarrolla 94 Hp y 132 Nm, asociado a una caja manual de cinco marchas.

A priori podría pensarse que se sufrirá un poco con este tren motriz, pero la verdad es que es mucho más ágil de lo que suponíamos. Gracias a lo bien acoplado a una transmisión de relaciones cortas, nos encontramos con un vehículo de salida simple, rápida y que se mueve sin dificultad.

Luego, tiene un rendimiento progresivo. En autopista alcanza en un rango medio su mejor performance, aunque la rumorosidad también crece bastante a medida que se sube en las rpm. Lo bueno es que no existe una mayor vibración el volante ni nada parecido. Y pese a que las aceleraciones repentinas o bruscas no son su fuerte, sí consigue un buen andar en zonas de caminos empinados, con la obvia rebaja de marchas, pero manteniendo un avance constante. Ahora, no espere que vaya relajado en los límites de velocidad, considere siempre el concepto al que responde el vehículo y este es básicamente un vehículo urbano y familiar.

En el resto de los apartados mecánicos tiene pros y contras, aunque siempre se debe estar consciente que es un modelo de precio medianamente bajo. La dirección es bastante asistida, como en buena parte de los modelos de Hyundai y no nos entrega un gran tacto respecto de lo que ocurre en el pavimento, mientras a nivel de suspensión nos encontramos con una sensación de suavidad, abosrbe bien los baches, pero tampoco es de extrema flotabilidad que derive en inseguridad al volante. De todas maneras, no es para entrar con mucha velocidad en curvas (no está pensado para esas reacciones), ya existe una transferencia de peso que se siente bastante.

En el tema de seguridad, es bastante bueno para el segmento que cuente con frenos de discos en las cuatro ruedas. También es positivo la presencia de sensores traseros, la cámara de retroceso con guías, los frenos ABS con EBD, aunque en esta versión solo dispone de dos airbags y carece de control de estabilidad (para eso hay que pagar medio millón de pesos más).

En conclusión, un modelo que se instala con propiedad en un segmento de gran volumen, ofreciendo conectividad, practicidad, funcionalidad y una sensación de manejo que nos permite ir con la suficiente agilidad en la ciudad, aunque para encontrar un equipamiento de seguridad superior es mejor analizar la versión superior.