Cuando era niño tenía dos autos de juguete favoritos: un Ferrari 512 Berlinetta y un Porsche 911. Los sueños del actor Keanu Reeves tampoco iban por el lado artístico: quería ser piloto de carreras, inspirado en programas de autos que veía en televisión. Lo último que tuvo en mente era ser actor.
Keanu Reeves: de cuatro a dos ruedas
Keanu Reeves tuvo su primer auto a los 17 años. Era un Volvo 122 con el cual condujo desde Toronto a Los Ángeles, en 1985. Más tarde, fue descubriendo el mundo de las dos ruedas. Se cautivó por el sonido, la velocidad y el simple placer de montarlas. Su favorita fue una Norton Commando de 1973, que compró en 1987 y que aún conserva.
Reeves cultivaba su amor por las motos comprando una en cada locación donde filmaba, después cuando debía emprender regreso a casa, simplemente las vendía.
Cuando la fama del actor finalmente despegó, decidió que el 911 era el auto ideal. Compró uno, firmó para integrar el Porsche Driving Experience y tomó algunos otros cursos para aprender a conducir un superdeportivo. En 2009 ganó la Celebrity Race en el Toyota Grand Prix de Long Beach. Pero no todo fue feliz durante ese año, pues cuando grababa una nueva película en el extranjero, le robaron su Porsche.
Entonces, Reeves no lo meditó: necesitaba otro 911, aunque esta vez decidió que no sería cualquier auto salido de la fábrica alemana. Se acercó al concesionario en Beverly Hills para discutir cómo podría personalizar su bólido. Luego de algunos contactos entre el concesionario en Estados Unidos y la matriz en Alemania, la respuesta fue un sí. Así por ejemplo, el 911 del actor lleva un reloj en el centro del volante, una petición expresa. Además, como otro capricho, el Porsche recibió retoques interiores. Le modificaron los colores e instalaron detalles en negro anodizado.
Las conversaciones con Stuttgart fueron al mismo tiempo que el actor intentaba personalizar una de sus motos, una Harley-Davidson. Reeves visitó a Gard Hollinger, un reconocido personalizador de motocicletas en Los Ángeles, pero Hollinger declinó pues dijo que "las Harley no eran su estilo".
Reeves y Hollinger tuvieron conversaciones en torno a crear una nueva moto. En ese momento el actor recordó su auto: el Porsche 911 era su inspiración, una interpretación moderna de la herencia tecnológica, un vehículo para el uso diario así como para la velocidad.
Para diseñar y luego construir la motocicleta, Hollinger y Reeves fundaron Arch Motorcycle Company. El resultado fue la hermosa KRGT-1, una máquina con diseños personalizados en la suspensión, andar, ergonomía y maniobrabilidad. La sociedad ahora está preparada para fabricar 100 motos por año.
El actor compara su amada creación con su auto deportivo. Por una parte, la KRGT-1, como el Porsche, "debía ser tan fácil de usar como fuera posible". Esta característica es el punto de referencia más fuerte para los vehículos de carretera que el actor imagina.