Hay simuladores que no son simuladores, pero lo parecen. No se compliquen. Es que subirme a esta KTM 790 Duke me hizo pensar en tantos motociclistas que se proyectaron como pilotos profesionales y todo quedó en un sueño. Bueno, esta es una muy buena oportunidad de sentirse así gracias al estudiado producto estrenado hace ya más de un año.
Por mi trabajo he podido asistir a las últimas seis ediciones del Salón de la Moto en Milán, donde las líneas y directrices alcanzan a toda la industria de las dos ruedas. Y allí estaba precisamente cuando los ejecutivos de KTM se explayaban sobre este primer motor bicilíndrico en paralelo de 799 centímetros cúbicos (enfriado por agua) y la “responsabilidad” de este modelo de cargarlo. Primera tarea: encantar ante las miradas y prejuicios de quienes ven en la firma austríaca un indiscutible oficio, aunque asociado más al motocross, el enduro o a los grandes viajes en sus musculosas Adventure. Bueno, esta naked apunta a la calle, al día a día. Por eso tanta minuciosidad.
En su hechura se acertó con el chasis, para empezar. Ya su aplaudida manejabilidad -me quedó claro a los 15 minutos de intenso uso- se explica gracias al dinámico y equilibrado formato de su chasis tubular de acero que emplea el motor como elemento autoportante. En simple, KTM sacó la tarea de hacer de esta máquina una oda a lo compacto, a la precisión, a la ligereza… Como asumí que era cierto lo sostenido en aquella cita de Milán, me fui de inmediato a moverla de un lado a otro y, claro, no soy piloto profesional de carreras ni nada por el estilo, pero en esos instantes “jugué” a eso. Y resulta.
He conversado con motociclistas de no mucha experiencia y que más bien han manejado bajo los 500 cc. Y muchos de ellos le temen a una moto así. ¿Y por qué? Principalmente, porque su aspecto es muy agresivo, de líneas angulosas, pero sobre todo cuando se enteran de sus 105 caballos de fuerza. ¿Muchos? O sea, para una moto de 169 kilos, claro. Pero acá viene la segunda mirada: la moto y su mecánica dan una nota dulce a bajas revoluciones, para verla como buena compañera del día a día en la ciudad. El par motor va en la misma línea, entonces cuando quiero buscarle el lado explosivo ocurre que lo encontramos sobre las 7.000 vueltas. Ahí ya es “otra” y su velocidad máxima trepa muy por encima de los 200 km/h.
Bueno, eso no se hace, a menos que estemos en un circuito, donde la KTM 790 Duke sabrá desenvolverse, sobre todo programándola desde su modo personalizable o “Track”. Su electrónica permite conferirle otras tres “personalidades”: Sport, Street y Rain (acá queda un pelín menos potente). Desde la piña izquierda se maneja con amistosa intuición el “centro de mando”, reflejado en la pantalla digital de cinco pulgadas (es “camaleónica”, ya que según la luz toma el contraste para no perder de vista su información).
Al asiento del conductor le hubiese mejorado el mullido y le hubiese dispuesto unas asas para que se afirme mi acompañante. Para viajes largos, dos recomendaciones: descansar cada cierto tranco por lo que acabo de observar y cuidado con sostener mucho rato velocidades muy altas, es una soberbia naked, pero el viento nos pega en brazos y pecho, ojo ahí. Sobre su escape alto, hay que entenderlo como parte de la esencia de este producto, al igual que el sonido del motor, que se expresa con claridad, sobre todo si lo fustigamos…
Gran pieza para la familia Duke de KTM, con iluminación full led, frenada soberbia, asistente para pasar cambios sin embrague y mucho de la gustadora receta KTM.