"Sabemos que los productos de origen chino son considerados de menor calidad, pero queremos que nuestros clientes descubran otra China, una China tecnológica, que es capaz de enviar, por ejemplo, misiones al espacio", aseguraba el gerente comercial de marcas chinas de Derco, Marcelo Stade, quien hace justo 10 años presentaba en nuestro país al recién llegado SUV Hover, de la entonces debutante marca China Great Wall, la primera de una oleada que le cambiaría la cara al parque automotor nacional.
Cuando llegó el Hover, a inicios de 2007, solo 32 firmas de autos poblaban el mercado local (hoy son 63), al mismo tiempo que se comenzaba la transición hacia el anunciado nuevo sistema de transporte público capitalino, Transantiago. Pocos meses antes se había comenzado a oír tímidamente del origen chino luego de que Chevrolet decidiera importar algunas unidades del Corsa Plus desde esas fronteras en 2006.
Sin duda el escenario local fue clave para la buena recepción de estos nuevos competidores, que llegaban con una estrategia enfocada en ofrecer la mayor cantidad de equipamiento posible, con precios muy competitivos, y justo en un momento en que el transporte público no se estaba presentando como una opción real y eficiente de movilización.
"La percepción de calidad y materialidad de los primeros modelos de ese origen era un tema para la industria, algo similar a lo que pasó con los coreanos en su tiempo. Llegar a competir a un mercado como el chileno no fue fácil. La duda estaba entre comprarse un auto chino nuevo o uno usado de marcas más tradicionales", puntualiza René Durney, periodista especializado con más de 25 años en la industria.
Después de la presentación de este primer modelo chino, no pasó mucho tiempo para que el panorama de las calles nacionales cambiara radicalmente, al recibir al segundo competidor de la tierra de la gran muralla, Chery, que en septiembre del mismo año iniciaba su camino con una estrategia radicalmente distinta, ya que su primera apuesta fue por el pequeño citycar IQ y el crossover compacto Tiggo, preparando así el ambiente para las más de tres decenas de firmas del origen que se sumarían al mercado local en la década que seguiría.
Con el Salón de Santiago de 2008 se desató definitivamente la fiebre del Made in China, y para fines de ese año ya se podían contar 11 firmas del gigante asiático que intentaban abrirse camino en el cada vez más competitivo mercado nacional.
Así, de las 2.856 unidades que se vendieron el primer año, el segundo año el crecimiento fue de un 468%, alcanzando 13.370 unidades, subiendo de manera constante con los años.
Mirando hacia atrás, Hugo Castro, gerente general de Chery, cree que la firma ayudó mucho al desarrollo de la industria tal como la conocemos hoy.
&"Marcas como la nuestra empujaron al mercado a ofrecer más y mejor equipamiento a precios más accesibles, sin dejar de adaptarse a las regulaciones de seguridad, y los consumidores han sentido esta diferencia. Nosotros lo notamos en que, por ejemplo, un 42% de los Grand Tiggo que vendemos hoy se van a clientes que ya eran de la marca, premiando así nuestra oferta de valor&", asegura el ejecutivo.
Para Great Wall, por otro lado, la historia ha estado llena de números uno, ya que se ha mantenido por nueve años como la más vendida del origen, siendo la primera en superar las 50.000 unidades vendidas en su historia, además de ser la única marca china en integrar el top 10 de ventas en Chile en 2012.
&"En estos 10 años la progresión y el avance de las marcas de esta procedencia han sido tales, que ya están a la par de las marcas de cualquier otro origen con más años en el mercado. Si bien en un comienzo había ciertas dudas por parte del público, hoy notamos que prácticamente estas no existen&", comenta al respecto Benjamín Gronhert, gerente comercial del grupo Great Wall.
En un mercado tan competitivo como el chileno, la consolidación de estas pioneras, así como de las otras que les siguieron, reflejan claramente el cambio de prioridades en la industria en esta última década.