El escudo Porsche debe ser uno de los emblemas más famosos del mundo, sin embargo, su diseño pudo ser muy distinto al actual según contó la firma alemana develando algunos de sus secretos.
A principios de la década de 1960, el logo fue objeto de algunas críticas y en el Archivo de Porsche se conservan algunas propuestas que, por suerte, no pasaron el corte en su momento.
El emblema por esos años era algo simple. Sólo la palabra “Porsche”. En 1948 esto era todo lo necesario, según la visión de los creadores de la marca, para definir lo que ahora vemos como un auténtico icono.
Cuenta la leyenda que las letras originales de aluminio fueron hechas por un aprendiz con una sierra de calar y se diseñaron para figurar en el Porsche 356 “Nº 1″ Roadster que compitió y venció en la carrera de Hofgarten, en Innsbruck, Austria. Pero hoy no reconocemos un Porsche por aquellas letras, sino por su famoso escudo.
Ya en 1951, el Doctor Ottomar Domnick, uno de los primeros apasionados confesos de Porsche, tomó la iniciativa.
Lanzó “The Porsche Prize”, un concurso para definir el logotipo que debería representar a la nueva marca. Sin embargo, ninguna de las propuestas presentadas cumplía con los requisitos.
Tiempo después, en una cena de negocios en Nueva York a finales de 1951, Max Hoffman habló con Ferry Porsche y rescató aquella idea de diseñar un emblema.
Tras esta conversación, en el cuaderno de Ferry aparecía la siguiente nota con fecha 27 de diciembre: “Volante decorado con la palabra ‘Porsche’ y el escudo de Stuttgart o similar”.
En 1952, el diseñador Franz Xaver Reimspieß, un talentoso dibujante, creó el diseño decisivo: un caballo encabritado, tomado del escudo de la ciudad de Stuttgart y representado dentro de los contornos de un escudo dorado.
Estos elementos, unidos al nombre de Stuttgart en la parte superior, denotaban un claro compromiso con la producción de automóviles en Zuffenhausen.
Los colores estatales rojo y negro que lo rodean, así como las astas, son herencia del emblema tradicional de Württemberg-Hohenzollern, con el logotipo Porsche formando un arco protector.
Un escudo que causó sensación
“El escudo es una obra de arte compleja, que unifica gran parte de lo que distingue a Porsche. También es una prueba clara de que los proyectos que se llevan a cabo con convicción y salen directamente del corazón pueden tener un gran impacto”, dicen desde la marca alemana.
A partir de aquel momento, Porsche tenía un logotipo capaz de impresionar no solo en sus vehículos, sino también en anuncios y publicaciones. Pero de todas maneras no estaría exento de controversia.
Para entender lo que significaba un escudo detallado con muchos colores, hay que retroceder en el tiempo. En la década de 1950, la impresión en color todavía era muy costosa y bastante complicada. Además, no todos los impresores tenían máquinas adecuadas ni era fácil crear planchas o establecer marcas de registro con precisión para que todas las formas se colocaran exactamente una encima de la otra.
Por lo tanto, crear una imagen o un gráfico claro y nítido sin que la pantalla de impresión se deslizara era complicado. Además, el escudo Porsche no se veía tan elegante como una versión en blanco y negro.
Los Gerentes de Ventas de Porsche y la organización de concesionarios también vieron otro problema, que se abordó escribiendo a Porsche y a su Jefe de Publicidad, Hermann Lapper, en 1961: “Los diferentes colores y muchos detalles en su conjunto no proporcionan un efecto visual compacto y coherente en el tráfico rodado”.
La estrella de Mercedes-Benz y el logo de Volkswagen (también obra de Reimspieß) se presentaron como ejemplos de buen diseño. Así que, tras esta apreciación, se crearon nuevos bocetos en colaboración con Hanns Lohrer. Lohrer, artista de gran talento, fue responsable de muchos carteles y anuncios influyentes de Porsche en los años cincuenta y sesenta.
Un nuevo diseño
A Hanns Lohrer se le encomendó una tarea muy relevante: crear un nuevo escudo. En principio, se lanzaría con el sucesor del Porsche 356, cuyo proyecto respondía a la denominación interna “Programa T8″. Pero de aquella propuesta no salió nada.
Los diseños que se barajaron al principio fueron totalmente diferentes. La letra “P” siempre estaba presente, a veces en un círculo, otras veces con tipografías cambiantes y dentro de figuras distintas. Desde la perspectiva actual, puede parecer extraño e incluso desconcertante.
Si hoy tenemos conocimiento de estos planes es gracias a la correspondencia del secretario y cronista de Porsche, Ghislain Kaes. Aparte de estos papeles, no se encuentra en el Archivo de Porsche ninguna evidencia de los esfuerzos realizados en ese momento.
Presumiblemente, se tomó la decisión de que el logotipo en uso desde 1952 ya estaba demasiado establecido como para considerar buena idea un cambio repentino de dirección en el diseño.
Pero esto es solo una conjetura. Ferry Porsche planteó este argumento una vez cuando Ottomar Domnick le sugirió que, con su caballo, el escudo Porsche se parecía demasiado al logotipo de la empresa de carrocerías Reutter.
Hoy, se puede decir que es sobre todo una cosa: inequívocamente Porsche. Incluso en su sexta evolución.