El primer dummy de la historia se fabricó en 1949 y tenía como objetivo probar la fiabilidad de los asientos eyectores de los aviones del Ejército estadounidense. Se llamó Sierra Sam, como su inventor, Samuel Anderson, quien lo desarrolló para la empresa Sierra Engineering. Era un muñeco del tipo “percentil 95%”, lo que quiere decir que era más alto y pesado que el 95% de los pilotos de avión de la época, buscando no quedarse cortos en cuanto a sus cálculos.
Si bien desde entonces la evolución de estos maniquíes ha sido imparable, volviéndolos cada vez más fidedignos en cuanto a peso, tamaño y características (con rodillas, hombros y columna vertebral, incluso), hasta ahora no existía un crash test dummy femenino. En vez de crear un modelo con las formas y proporciones promedio de una mujer, lo que se usaba era una vez reducida de un maniquí masculino.
Recién en 2011 se hizo la primer prueba de choque enfocada en fisionomía femenina, pero su complexión representaba solo el 5% de las mujeres, midiendo 1.50 m y pesando 49 Kg, las dimensiones aproximadas de una niña de 12 años.
Así pues, durante más de 70 años, las pruebas de choque siempre se han llevado a cabo en hombres, relegando a un segundo plano la constitución física de la mujer. Pero eso se acabó, luego de que un equipo de ingenieros suecos desarrollaran, por fin, el primer crash test dummy femenino. Tiene una talla de 1,62 metros y un peso de 62 kilos, lo que son medidas bastante más representativas para una corporalidad de una mujer promedio.
Lo más importante, sin embargo, es que el pecho y las caderas del nuevo dummy de pruebas representan mejor las formas de la mujer promedio, como así también su biomecánica, que en términos generales posee menor masa y fuerza muscular respecto al cuerpo masculino promedio, pero mucha mayor flexibilidad.
Según información de la NHTSA, las mujeres tienen un 73% más de probabilidades que los hombres de sufrir lesiones graves en un accidente automovilístico. Al respecto, Astrid Linder, ingeniera y directora de seguridad vial del Instituto Nacional de Investigación de Transporte y Carreteras de Suecia, quien dirigió el equipo de investigación del nuevo maniquí, dijo que el aspecto de la rigidez es especialmente importante porque las mujeres corren más riesgo de sufrir un latigazo cervical en choques de baja gravedad que los hombres.
Finalmente, Linder cree que su investigación puede ayudar a que cambie la forma de diseñar los automóviles en el futuro y destaca las diferencias clave entre hombres y mujeres: “Ellas son más bajas y livianas y tienen diferentes fortalezas musculares. “Debido a esto, responden físicamente de manera diferente en un accidente automovilístico”.