Maxus T90: en guardia para ir a la caza de las generalistas
En diciembre la firma del Grupo SAIC golpeó la escena local con el estreno de la T90, la camioneta más poderosa entre aquellas con motor cuatro cilindros. La tuvimos como primicia durante una semana para sacarle trote al cuentakilómetros. Estos son nuestros apuntes...
La buena performance de Maxus en el apasionante y disputado segmento de las camionetas, ya no es novedad. La marca china, representada en el país por Andes Motor, cerró 2021 con un histórico tercer lugar, un hecho que nadie podría pasar por alto, sobre todo considerando que el de las pick-up es por esencia un nicho en que la confianza que el comprador deposita en un producto resulta determinante (al menos más que en el resto de las categorías). De ahí esa romántica visión de ‘mi fiel camioneta’.
Con esa posición de privilegio bien ganada (a principios de año incluso fue líder), Maxus se atrevió a ir por más. En diciembre sumó al portafolio la flamante Maxus T90, una pick-up que -para ser claros- mantiene la estructura de la conocida T60, pero que trae como grandes mejoras y cartas de presentación un nuevo estándar en ensamblado y equipamiento, además de un inédito motor biturbo con el que se cuelga la medalla de ser la camioneta con motor diésel de cuatro cilindros más poderoso y torqueador en el país. Con esas promesas traídas a la mesa, salimos a probarla en un manejo de largo aliento, por una semana.
Partiendo como siempre por el envase. Esta Maxus T90 da cuenta de una nueva impronta, gracias a una parrilla frontal octogonal cromada que va desde la línea del capó hasta la zona de la defensa. Este conjunto delantero se sella con faros LED ultradelgados puestos justo a la altura de la leyenda ‘MAXUS’, que está en medio de la trompa (tal como en la T60 D20).
En la vista lateral y la zaga los cambios son algo más sutiles. De costado, la T90 luce con algo más de detalle que sus hermanas. Así, si la T60 encarnaba más la simpleza, no recurriendo a molduras ni juegos de tonos, en la T90 precisamente se fue por el camino opuesto. Hay cinco motivos cromados que aportan frescura: las cubiertas de los espejos, una línea que recorre la zona baja de ambas ventanillas, las manillas de las puertas, una banda que alcanza las dos puertas (ubicada por encima de las pisaderas) y una vistosa branquia bajo el pilar A, entre el eje delantero y la puerta, que lleva la leyenda ‘Bi-Turbo’, como para que a nadie le quepan dudas de la doble asistencia que convierte a este motor dos litros en un monstruito de 215 caballos. Para cerrar la cara lateral, las citadas pisaderas y las protecciones plásticas de los pasos de rueda van en dark, en tanto que la guinda de la torta lo ponen llantas de aleación de 18 pulgadas que son precisamente de color negro y plata.
En la retaguardia las mayores diferencias recaen en un portalón con el nombre ‘MAXUS’ sobresaliente (en la T60 es con hendiduras) y por luces LED con diseño de herradura que se acompaña de una figura roja de líneas continuistas por todo el ancho de la tapa.
Por dentro
En el interior, la nueva camioneta mediana del Grupo SAIC también es una completa reinvención. Aquí, en general la percepción inicial es de una buena materialidad y de un diseño muy orientado y amable hacia el conductor. De hecho, el habitáculo sorprende por dos grandes pantallas de 10″ y 12″ que -al estar a la misma altura- crean la ilusión de estar hechas de una sola pieza. En la primera recae el habitual panel de instrumentos (100% digital) y, en la segunda, la central de infoentretención, compatible con Apple CarPlay mediante cable. Es destacable el tamaño de este último display, que además proyecta la imagen del teléfono por todo el ancho y alto del rectángulo. Abajo de la pantalla central se encuentran mandos análogos en formato teclado, desde donde se enciende las luces de emergencia y se controlan parámetros básicos de la climatización.
El volante, que es con ajuste de altura, pero no de profundidad, está forrado en cuero y se siente cómodo al conducir. Asimismo, la materialidad de la parte superior del tablero, de la sección que está enfrente del copiloto y de la zona de las puertas es también noble y agradable al tacto. De todos modos, hay algunas cosas que podrían mejorarse: las sombrillas y las tapas de los espejitos se perciben de calidad muy pobre, lo mismo que la cubierta interior del sunroof, que es de ajuste completamente manual y que en el extremo lleva anclado con una diminuta uña plástica que da la impresión de que se fuera a romper o de que se va a vencer muy pronto. Otra cosa que parece un homenaje a las queridas camionetas noventeras ensambladas en Chile, es un retrovisor central -sin sistema antirreflejo- colgado de un delgado palito.
Otro punto que descubrí una mañana al pasar por una estación de servicio fue que la Maxus T90 extrañamente no tiene posavasos. En su lugar la consola lleva por detrás de la palanca de cambios un compartimento modular con unos plásticos desmontables, la verdad un sistema que parece, incluso, mal pensado. Si bien con esfuerzo podrían ajustarse esos recovecos para fijar un vaso lleno, ello no garantizaría en ningún caso que el agua, jugo o café se deslice y termine derramándose.
Los asientos son de eco-cuero y en el caso de las butacas delanteras -que son de estilo sport, con el apoyacabeza incluido- tienen ajuste eléctrico y calefacción. Las plazas traseras, tal como sucede con la T60, disponen de un generoso espacio para los ocupantes de la segunda fila. Hay también salidas de aire centrales y apoyacabezas y cinturones de seguridad de tres puntos en todas las plazas. Un cambio respecto de la mencionada antecesora es que la nueva Maxus reemplaza la toma de corriente de 12V (entrada de encendedor) por una toma USB tipo A.
A conducir
Con la sensación fresca tras haber manejado la Maxus T60 D20 hace dos meses (ver Test Drive), sentí la ventaja de tener a mano la posibilidad de comprobar si esta nueva alternativa -la T90- se sentía realmente como lo que la marca había pregonado: una evolución.
Y vuelta atrás, recuerdo la sensación peculiar que me había dejado la T60. Sentía que yendo a 120 km/h en carretera, la camioneta se inclinaba demasiado hacia adelante y a los costados, según la orientación de la curva que enfrentara. No pude determinar si era algo que hubiera desaparecido poniendo algo de peso en el pick-up o si, por el contrario, se producía siempre, producto de una suspensión delantera demasiado floja (en el sentido de blanda).
Felizmente, en la nueva Maxus aquella impresión no asoma. Ni a altas ni menos a bajas velocidades. Lo que sí se palpa rápido, como una confirmación de lo que ya se ha mencionado en extenso, es que el motor 2.0 litros de doble turbo desborda vigor: más allá de los 215 caballos que desarrolla, este propulsor -el primero de origen propio que Maxus monta en sus camionetas- ofrece también 500 Nm de torque en un bajo y amplio espacio del tacómetro que va entre 1.800 y 2.800 rpm.
Verdaderamente -y también con méritos de la nueva transmisión automática de ocho cambios, que se muestra rápida y precisa- la camioneta responde a sus credenciales en todo el cuentarrevoluciones. Si ya en salidas es complicado encontrarle demoras a la pisada del acelerador, en carretera esas desatenciones del motor sencillamente no existen.
Tuve también oportunidad de llevarla a caminos montañosos con riachuelos y de someterla a exigencias medias de inclinación. La pick-up asiática, que cuenta con botonera para seleccionar entre modos 4x2, 4x4 High, 4x4 Low y 4x4 Auto, se muestra también solvente en estas facetas, primero por la ya mencionada fuerza del motor y, segundo, por la evidente distancia al piso propia del segmento (tiene un despeje mínimo de 215 mm). La dirección, que ofrece un buen radio de giro para maniobrar en espacios reducidos, tiende a vibrar un poco incluso cuando se va por carretera.
Entonces, ¿dónde está el punto débil de esta camioneta que apunta a enfrentarse de tú a tú con ‘las mismas de siempre’ en sus versiones full (entiéndase la Toyota Hilux de motor 2.8 litros, la Nissan Navara 2.3 biturbo y la Mitsubishi L200 High Power). Pues, el gran talón de Aquiles de esta Maxus T90 tiene que ver con la decisión de la marca de configurarla sin asistencias a la conducción. Es tan evidente la ausencia de dichos elementos, que la trompa lleva plásticos negros en el lugar donde hubieran ido radares y cámaras que hubieran permitido la actuación de las cada vez más necesarias ADAS (Advanced Driver Assistance Systems). Incluso al engranar la reversa la pantalla central muestra la cámara 360º, lo que no ayuda en nada porque la recreación se muestra con un fondo azul ante la falta de ‘ojos’. De más está decir que entre las generalistas top e incluso en pick-ups de origen chino -como en la GW Poer- ya se cuenta con elementos como mantenimiento de carril y frenado de emergencia autónomo.
En suma, la camioneta Maxus T90 es un producto que por muchas razones, particularmente por el buen rendimiento de su apartado mecánico, puede sacar cuerpos de ventaja a la competencia. Es que aquí está el corazón de cuatro cilindros más bombeador del mercado.
Mira el review en video y repasa la ficha técnica:
Ficha técnica | Maxus T90 4x4 AT |
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Motor | 2.0 litros biturbo diésel 4 cil. (Euro 5) |
Potencia | 215 Hp |
Torque | 500 Nm entre 1.800 y 2.800 rpm |
Caja | AT8 |
Tracción | 4x4 part time |
Largo | 5.365 mm |
Ancho | 2.145 mm |
Alto | 1.809 mm |
Distancia entre ejes | 3.155 mm |
P.B.V. | 2.900 kilos |
Estanque | 75 litros |
Llantas | aleación bitono de 18″ |
Neumáticos | Dunlop AT 255/60 |
Pantalla central | táctil de 12″ |
Airbags | seis |
Origen | China |
Precio de versión testeada | $ 23.990.000 + IVA |
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