Michael Jordan: un baile de millones
La serie "The Last Dance" permitió revivir la última temporada de Michael Jordan con los Chicago Bulls, convirtiéndose el documental en una de las producciones más vistas del año. Sin embargo, el oriundo de Brooklyn también se impone fuera de la cancha, donde es el deportista de mayor fortuna en el mundo. Es el imperio Jordan y su vida como empresario.
El 18 de mayo se estrena en Chile el décimo y último capítulo de la serie The Last Dance, documental que narra la historia de Michael Jordan en la temporada 1997-1998 de la NBA. Fue el año de su sexto anillo con los Chicago Bulls.
La miniserie producida por ESPN se convirtió en un suceso desde su estreno en Netflix. En Estados Unidos, más de 6,3 millones de telespectadores vieron el primer episodio. Además, fue el programa más visto por personas entre 18 y 49 años (+3,5 millones) y se hizo dueño de las redes sociales, tal como lo hacía cuando compartía cancha con Scottie Pippen y Dennis Rodman, acaparando 25 de los 30 primeros trending topics de Norteamérica.
Es que, a pesar de sus 57 años, Jordan sigue volando, sacando tiros de último segundo que ganan campeonatos, provocando un magnetismo que pocas veces se ha visto en el deporte.
Pero el éxito del oriundo de Brooklyn, el que deslumbró como universitario en Carolina del Norte y el que se convertiría en el mejor basquetbolista de la historia, sobrepasa los límites de la cancha. Según la revista Forbes, es el deportista que más dinero ha ganado, con una fortuna que se estima en US$ 2.100 millones, cifra que lo posiciona en el lugar 1.001 de los billonarios del mundo. Ni Tiger Woods, Floyd Mayweather o Cristiano Ronaldo están cerca.
Pero ¿cómo logró MJ llegar a ser un empresario que levantó un imperio y que ganó más dinero que cuando estaba activo en el profesionalismo? Cabe recordar que en sus 15 años de jugador “solo” recaudó en salario US$ 92,8 millones, cifra que hoy parece irrisoria viendo sueldos como los US$ 40,2 millones que se embolsó Stephen Curry durante la temporada 2019-20 con los Golden State Warriors.
» El salto con Nike
Michael Jordan llegó a la NBA en 1984. Desde que arribó a los Bulls, los directivos sabían que habían encontrado un diamante en bruto. “Luego del primer entrenamiento, mi asistente me llamó para felicitarme y yo le pregunté por qué: ‘No te equivocaste en el draft, este chico es realmente muy bueno”, comentó en “The Last Dance” el entonces general manager de los Chicago Bulls, Rod Thorn, directivo responsable de la elección de Michael Jordan en el puesto N°3 del draft en 1984.
La llegada de MJ revolucionó a un equipo que estaba en el piso, con resultados espantosos y que en una década apenas habían llegado dos veces a playoffs. Tampoco tenían apoyo, de hecho, los habitantes de la Ciudad de los Vientos preferían a los Bears en la NFL o a los Cubs o los White Sox en la MLB. Del básquetbol se preocupan poco. Hasta que empezó a cimentarse la era dorada con el “Aéreo” a la cabeza.
En esos años, los salarios de los jugadores eran bastante menores a los actuales. Jordan comenzó recibiendo US$ 550 mil por temporada en un contrato a cuatro años. Sin embargo, gracias al enorme nivel que exhibía y el extraordinario potencial, pronto llegaría el punto de inflexión que lo catapultaría al nivel de megafigura comercial.
La marca que daría el paso decisivo fue Nike. A mediados de los 80, la empresa deportiva no figuraba en el básquetbol y a ningún jugador de la NBA se le hubiese ocurrido acercarse a ellos. MJ, por ejemplo, consideraba más a Converse, firma que utilizó en su época universitaria, la misma que, además, vestía a Magic Johnson, Larry Bird y el Doctor J.
Pero Converse no se interesó. Adidas, por su parte, buscaba un nuevo referente, pero no querían un jugador que midiera menos de dos metros (Jordan medía 1,98 m), por lo que desviaron la atención y le allanaron el camino a Nike, que le ofreció US$ 15 millones por cinco años, a lo que agregó un pequeño extra: crear una línea de zapatillas con el nombre de Jordan, asegurándole 25% por cada par vendido. Sin saberlo, ese anexo cambiaría la historia de Nike y de la industria deportiva.
En marzo de 1985 se presentó el primer modelo Air Jordan de la nueva división Jordan Brand. Era de colores rojo y blanco, lo que se saltaba una regla de la NBA, que exigía que fuesen completamente blancas. A Nike no le importó y pagó la multa de US$ 5 mil por partido, apuesta que sería el mayor éxito de la firma, ya que el primer año vendió más de US$ 100 millones. Hoy, la división Jordan Brand vende más que la propia Nike, lo que le permitió a MJ recibir en 2019 cerca de US$ 130 millones solo por sus zapatillas.
» Dueño de la pelota
La figura de Michael Jordan es sinónimo de dinero. “Todo lo que toca lo convierte en oro”, dicen en Estados Unidos cuando se refieren a MJ. Por eso, no extraña que a lo largo de su trayectoria se le hayan acercado firmas como Hanes (ropa interior), Gatorade, Upper Deck, Coca-Cola, McDonald’s, Chevrolet y perfumes como Five Star, 2K Sports y Presbyterian Healthcare, entre otras.
Hoy, junto a Jordan Brand, su principal foco de inversión está puesto en franquicias deportivas. Así, en 2010 regresó a la NBA y adquirió los Charlotte Hornets en US$ 275 millones, capital que creció como la espuma, puesto que ahora la valoración del equipo de Carolina del Norte es de US$ 1.050 millones. Luego desembolsó US$ 5 millones para ser uno de los 18 accionistas de los Miami Marlins, en la MLB.
Pero el deporte no es lo único que concentra el interés de este apostador empedernido. También cuenta con una serie de restaurantes en Chicago y en Florida, además de un concesionario Nissan en Carolina del Norte. Los e-Sports tampoco se le escapan, liderando un grupo inversor que pagó US$ 26 millones para adquirir aXiomatic, dueña de la franquicia TeamLiquid, un equipo de videojuegos que ahora está valorizado en US$ 200 millones.
Otra apuesta llamativa es Cincoro, un tequila premium. Dice la leyenda que en 2016 se iba a reunir con un grupo de dueños de equipos de la NBA a comer, pero, por un error de la reserva, al llegar a la pizzería Pasquale Jones, de Manhattan, no tenían mesa. Mientras les solucionaban el problema, conversaban acerca de los distintos tipos de tequila, llegando a la conclusión de que ninguno era lo suficientemente bueno.
Y en ese momento, Michael Jordan, Jeanie Buss (L.A. Lakers), Wes Edens, (Bucks) y Wyc Grousbeck (Celtics) decidieron incursionar en el tequila, creando la marca Cincoro. El licor, que se puede ver cuando lo bebe MJ en la serie de Netflix, tiene cuatro variantes, con precios que van desde los US$ 85 a los US$ 1.600. Este último es un extra añejo de 44 años.
Sobre su incursión en el mundo de los tequilas premium, Jordan reconoció que “es una bebida que me encanta, y por eso decidí hacer mi propio tequila. Si lo conseguimos vender, bien. Y si no, al menos tendré para beber gratis”.
Es el imperio Jordan fuera de la cancha, una danza de cientos de millones que le permiten llevar una vida de lujos que van desde los habanos Cohiba o Partagas (US$ 100 c/u) que fuma a diario, a mansiones avaluadas en US$ 29 millones, ganancias que le permiten hacerse de un jet privado o un yate de 47 metros que tiene un valor de US$ 80 millones, sin dejar de lado el campo de golf que compró en Hobe Sound (Florida) y que rebautizó como Grove XXIII.
Son los “pequeños” gustos del mejor jugador de básquetbol de la historia, el mismo que a casi 20 años de su retiro sigue demostrando que el baile no se detendrá mientras sea Jordan el que ponga la música. MT
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