Polonia: el paraíso a orillas del mar Báltico

Polonia

Con más de 16 millones de turistas anualmente, a este país le sobran atributos para encantar y deslumbrar. La puerta de entrada a la Europa Oriental está llena de historias que contar...




¿Qué hay allá? ¿Hace mucho frío? ¿Cómo es el idioma? Son quizás las preguntas más comunes que debe responder quien ha estado en Polonia o lo ha fijado como su próximo destino. Los más futboleros dirán que allí nació Robert Lewandowski, el atacante del Bayern Münich, que el año pasado entró en la historia al anotar cinco goles en nueve minutos en un partido de la Bundesliga, mientras que los amantes de la música aportarán lo suyo con el pianista Fryderyk Chopin -quien da nombre al Aeropuerto de Varsovia-, fallecido en París en 1849, pero cuyo corazón fue trasladado a Polonia por expresa petición suya.

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El hecho de que Polonia abra las puertas de Europa del Este, esa parte del continente menos explorada, es un elemento que en cierta medida agrega la cuota de misticismo propia de lo desconocido.

El idioma es una de las cosas que más sorprenden. Leer el polaco en algún cartel publicitario o un folleto es prácticamente lo mismo que no haberlo hecho, pues casi no hay palabras que se puedan inferir.

La moneda es otro elemento diferenciador. Es que pese a que el país integra la Unión Europea, el złoty se ha mantenido como divisa. Y eso es una ventaja, pues los precios de la oferta hotelera y gastronómica pueden encontrarse hasta por menos de la mitad que en la eurozona. Como dato, un euro equivale a cuatro złotys.

Trojmiasto: tres ciudades en una

Casi 16 millones de turistas visitan Polonia anualmente. Si bien muchos llegan seducidos por la magia de Varsovia o Cracovia, otros tantos son atraídos por la costa polaca. Durante el verano, con temperaturas sobre 30°C, el mar Báltico ofrece sus postales más increíbles y emerge como alternativa para quienes buscan una mezcla de arenas blancas, cultura, vida nocturna y alta gastronomía.

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Conocida en polaco como Trojmiasto, la conurbación formada por Gdansk, Sopot y Gdynia configura el mayor polo turístico de los 440 kilómetros de mar Báltico.

Para llegar hasta allá, las opciones son por vía aérea o en tren. El vuelo desde Varsovia al aeropuerto de Gdansk toma 55 minutos y el ticket puede costar unos € 26. Desde Cracovia, el viaje tarda una hora y media y el pasaje tiene un valor de € 50. En tren, el tramo de Cracovia a Gdansk en primera clase cuesta unos € 58, mientras que desde la capital no supera los € 23.

Lo más aconsejable es destinar un día a recorrer cada ciudad. El gobierno dispone de una tarjeta turística que permite el pase liberado en el transporte y tarifas rebajadas en todos los museos de la región. Se puede comprar en oficinas de información por un precio de $ 15 mil.

Día 1: Gdansk, la ciudad renacida

Con medio millón de habitantes, Gdansk es el puerto principal y la sexta ciudad más grande del país. Está emplazada en la desembocadura del río Wisła, que nace en la frontera con Eslovaquia. Desde hace siglos la ciudad es reconocida por la joyería en ámbar, que se extrae del fondo marino.

La historia de esta ciudad, cuna del Nobel de la Paz, Lech Wałesa, se remonta al siglo X cuando el rey Miecislao ordenó construir allí una fortaleza para defender su reino. Paradójicamente, el 1 de septiembre de 1939 Gdansk fue escenario del estallido de la II Guerra Mundial, cuando el ejército alemán desembarcó en el puerto e invadió Polonia. La ocupación duró hasta 1945, pero la reconstrucción de Gdansk no concluyó hasta 1970.

Para comenzar, hay que situarse en lo que los polacos denominan el Stare Miasto, o ciudad antigua. La vía principal es un paseo peatonal llamado Długa —Camino Real— que se inicia con la Puerta Dorada, uno de los monumentos más valiosos de la arquitectura del Renacimiento tardío (XVII), con visible influencia holandesa e italiana, y adornado con estatuas que simbolizan la riqueza y gloria de Gdansk.

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Entre medio de casas finamente adornadas, abundan restoranes de gastronomía típica, donde se puede probar el zurek, una exquisita sopa servida en un enorme pan redondo; los deliciosos pierogis, una especie de mini empanada sin hornear, con diferentes rellenos, o una especial preparación de bacalao, típico pez del Báltico. El precio de un menú completo puede costar casi $ 12 mil.

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Más adelante, se encuentra el municipio de Gdansk. De un estilo gótico tardío, el edificio destaca por un imponente reloj visible desde cualquier punto de la ciudad. Su construcción comenzó 1346 y actualmente también alberga al Museo de Historia de Gdansk, donde se plasman los más de 1.000 años de vida de la ciudad.

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La aventura continúa. Las cafeterías de Długa invitan a probar una taza de kawa o herbata, acompañado de un tradicional waffle con crema. La cuenta no debería superar los cuatro mil pesos. Luego, las joyerías de ámbar son el lugar perfecto para un buen regalo. Hay todo tipo de accesorios. Una pequeña figura tallada de un animal puede llegar a costar unos $100 mil, según la pureza del mineral.

El día termina en la ribera del Wisła, desde donde cada sábado un barco diseñado a la usanza pirata recorre los canales interiores de Gdansk. Todo ambientado con música tradicional polaca.

Día 2: Gdynia, una ciudad que respeta su historia

Gdynia es la ciudad más "joven" de las tres que forman la triciudad. Fue fundada en 1209 y, junto con Gdańsk, es uno de los puertos más importantes.

Justamente allí, a 10 minutos del centro, está anclado el Dar Pomorza, un barco a vela que prestó servicio por 50 años en la Academia Naval de Polonia y que hoy está convertido en museo flotante. La mayor hazaña del buque data de 1937, cuando se convirtió en el primer barco polaco en cruzar el Cabo de Hornos.

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En el centro de la ciudad, vale la pena visitar el monumento Gdynianom Wysiedlonym. Se trata de un conjunto de cuatro esculturas que homenajea a los miles de polacos que escaparon de la guerra. La escena recrea a una madre caminando de la mano de dos hijos junto a una maleta, mientras el perro familiar mira la escena. Fue inaugurado en 2014, en el 75° aniversario de la invasión de Polonia.

El acuario de Gdyńia o caminar al atardecer por la costanera pueden ser dos buenas opciones para finalizar el día. En el acuario es posible ver especies propias de la fauna marina del Báltico, mientras que el paseo frente al mar es el destino favorito de las familias.

Día 3: Sopot, playa y diversión

La última parada es Sopot, un pequeño pueblo de 50 mil habitantes. Fue fundado en el siglo VII y hoy es un balneario al que llegan jóvenes de toda Europa, atraídos por las mejores playas de la costa, la vida nocturna y una cargada agenda de conciertos al aire libre.

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Un buen panorama para iniciar la aventura por Sopot es recorrer su característico muelle de madera que se adentra 650 metros en el mar. El Molo, como se denomina en polaco, se comenzó a construir en 1827 y actualmente es el más largo de Europa.

Precisamente desde ese lugar se tiene la mejor vista del Grand Hotel, un lujoso albergue cinco estrellas junto al mar, de 127 habitaciones y ocho suites presidenciales, que pareciera inspirado en la película The Grand Budapest Hotel. Charles de Gaulle y Adolf Hitler han sido dos de sus huéspedes más ilustres. Los precios por una habitación van de los € 128 por noche, hasta los € 450.

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Otro lugar para marcar en el itinerario es Bohaterów Monte Cassino, una vía peatonal con los más clásicos cafés y bares de Sopot. Es el momento de degustar una cerveza. Hay para todos los gustos y épocas del año. Fría o caliente, tradicional o con sabores. Tyskie es una de las más famosas y, como todo en Polonia, tiene una tradición de siglos. El precio de una jarra de medio litro ronda los $ 2.000.

Otra atracción de Bohaterów Monte Cassino es Krzywy Domek, una extravagante casa de líneas curvas, que desafía toda lógica establecida y que parece sacada de un cuento de ciencia ficción. La entrada es liberada.

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Para el final, Zatoka Sztuki tiene de todo para una noche de diversión. Se trata de una playa repleta de bares, restoranes y discoteques. En el día, la arena se copa de reposeras y sombrillas, y se proyectan películas en pantalla gigante. Durante la temporada alta, Zatoka Sztuki permanece abierto toda la noche y son comunes los espectáculos de música electrónica. En suma, relajo o diversión, Sopot no defrauda. MT

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