El sábado 17 de noviembre, el Estadio San Carlos de Apoquindo será escenario de una cita histórica para el rugby chileno. Los Cóndores saltarán a la cancha para disputar un duelo amistoso con los Maorí All Blacks, que llegarán al país siete días después de enfrentar a Brasil, en Sao Paulo, en su segunda gira por Sudamérica luego de 30 años.
El conjunto de los Maorí All Blacks es un equipo histórico, que representa a la cultura nativa de Nueva Zelanda, a tal punto que cada uno de los jugadores debe contar con un árbol genealógico (whakapapa) que lo acredite ante el kaumatua (consejo cultural) como descendiente de los indígenas polinésicos que llegaron en canoa a habitar las islas del Pacífico a partir del siglo XIII.
El equipo de los maoríes es uno de los integrantes de la Unión de Rugby de Nueva Zelanda y no solo suele nutrir de jugadores a los All Blacks estelares, sino también es la escuadra que originalmente estableció el haka -el ritual que antecede a cada partido y con el que se intimida al rival con cantos en lengua nativa-, además de la camiseta negra con la flor plateada que también adoptó la selección nacional oceánica tricampeona del mundo.
Formar parte de los Maorí All Blacks es un orgullo difícil de asimilar en esta parte del mundo. "Nueva Zelanda es un país que tiene arraigado el tema del rugby muy profundamente. Es algo cultural. Pasar por este equipo es una fase previa para llegar a la selección y es la instancia en la que se les da tiempo a los jugadores para que acumulen roce internacional. Es de verdad un equipo muy, muy potente", dice Felipe Brangier, capitán de la selección chilena de Rugby 7, quien durante 2013 se enroló en el Sumner Christchurch de ese país, buscando potenciarse como jugador.
Tal como señala Brangier, varios de los deportistas que han alcanzado notoriedad actuando por los All Blacks hicieron sus primeras armas a nivel internacional en los Maorí All Blacks. Tal vez uno de los casos actuales más representativos es el de los hermanos Rieko y Akira Ioane, de 21 y 23 años, respectivamente, que debutaron por la selección nativa en julio de 2015 enfrentando a Fiyi y dieron el salto a los All Blacks en 2016 y 2017. Los papás de esta pareja de hermanos son el exseleccionado samoano Eddie Ioane y la ex All Blacks femenino Sandra Wihongi.
Rieko Ioane juega como wing y centro, y fue parte de la escuadra All Blacks 7 que participó de los JJ.OO. de Río 2016. Ese mismo año ganó el premio a Jugador del Año de su país y en 2017 -ya como All Black absoluto- fue nominado nuevamente a jugador neozelandés de la temporada. Akira, por su parte, ocupa la posición de wing lado ciego y número 8, y fue nombrado Jugador de las Finales en el Sydney Sevens de 2016.
» Un grito de historia
Uno de los aspectos que más llaman la atención durante los partidos de los Maorí All Blacks o los All Blacks es el tradicional haka. Este ritual, que se hace mirando de frente al oponente, encuentra su origen en danzas de guerra maoríes que, de acuerdo con los registros, fue instaurada en octubre de 1888 con una versión denominada Ka Mate, que hace alusión directa a la muerte. Su objetivo no es otro que marcar respeto por la historia y cultura polinésica, además de impactar de manera sicológica e intimidatoria sobre el rival.
En 2005, los All Blacks introdujeron el Kapa O Pango ('el equipo de negro'), escrita por un experto de la cultura maorí y desde entonces se alternan las dos variantes. Parte del nuevo grito dice: "Nuestro predominio, nuestra supremacía triunfará, y nos reverenciarán como corresponde, estaremos arriba. ¡Helecho de plata! ¡El equipo de negro! ¡Helecho de plata! ¡El equipo de negro!".
Si bien el haka es aceptado por la mayoría como un rito válido previo a los partidos, también ha encontrado detractores. En 1996, la selección australiana calentó mientras los All Blacks realizaban su canto y en 2007 Italia hizo lo propio. "Nos dio más motivación", dijo después Keven Mealamu, hooker de la selección oceánica.
En 1997, en el estadio Old Trafford de Inglaterra ocurrió uno de los hechos más controversiales: el jugador inglés Richard Cockerill se acercó a centímetros del neozelandés Norm Hewitt durante el haka y ambos debieron ser apartados por el árbitro. Más tarde, el inglés declaraba que había hecho lo correcto. "Ellos estaban planteándonos un desafío y les demostré que estábamos preparados para aceptarlo. Ellos querían destruirnos y nosotros a ellos. Estoy seguro de que preferirían eso a que arrancáramos".
Pero las ganancias no solo se dan en la cancha, sino también fuera de ella. "La marca All Blacks tiene una fuerte presencia en el extranjero y estamos confiados de que hay suficiente demanda para crecer dentro del país y globalmente. Es una experiencia única en tiendas, donde los clientes puedan sumergirse en la historia de los All Blacks", expresó Steve Tew, jefe ejecutivo de la New Zealand Rugby en abril pasado, luego de que se inaugurara en el Aeropuerto de Auckland la All Blacks Store, la primera tienda dedicada totalmente a la selección de rugby neozelandesa, donde no solo se vende indumentaria oficial en tallas desde recién nacidos hasta adultos, sino, además, cuenta con un muro de campeones y una Experience Haka de 360º.
La selección estelar es pionera en materia de exposición mediática y campañas comerciales, con grandes dividendos, muchos de ellos directo a las arcas de la selección, pero también un alto porcentaje a instituciones de caridad, como Unicef, entidad permanentemente ligada a los All Blacks.
» Salto y vuelo
En julio pasado se confirmó la venida de la selección Maorí All Blacks. La alegría por la concreción de lo que en Brasil el presidente de la confederación local llamó "un sueño", fue compartida por Jorge Araya, mandamás de la Federación de Rugby de Chile. "Recibir a los Maorí All Blacks en el país es un gran avance para el desarrollo de nuestro deporte. El objetivo principal es entregarles a los jugadores instancias que permitan desafiarlos deportivamente, tanto de manera individual como colectiva", sostuvo. "Como organización, este evento también implica un desafío importante, sobre todo en lo logístico, pues debemos cumplir con los estándares de un equipo del nivel de los neozelandeses", agregó.
Brangier coincide con el presidente y añade que "es una tremenda oportunidad no solo en el aspecto técnico-táctico del rugby, sino desde el punto de vista comercial y del crecimiento del deporte, para acercarlo a la gente. Es una suerte de vitrina que sirve para poder masificarlo y transmitir de qué se trata este deporte". El capitán de los Cóndores del rugby 7 fue el estandarte de la única victoria chilena contra los All Blacks, incluso anotando un try en noviembre del año pasado en California, durante el torneo Silicon Valley Series.
Ahora, Felipe Brangier dice que no está definido el plantel que afrontará el desafío en casa, pero advierte que el equipo completo entrena con miras a ganarse un cupo y hacer un buen papel. El sábado 17 de noviembre, el quince de los Cóndores sabrá si el haka en realidad intimida -como dicen- o si su respuesta será la de aceptar el reto para imponer sus propios términos jugando de local. MT