Más allá de su encanto y vitalidad, desde hace años París enfrenta a un silencioso enemigo: la contaminación ambiental. Y en ese afán, las autoridades -y en concreto su alcaldesa Anne Hidalgo- han ido avanzando en la idea de ir quitándole cada vez más espacio a los autos. En 2016, el municipio anunció la prohibición de circulación para todos los autos de más de 20 años de antigüedad, medida que -como era de esperarse- se encontró con el férreo escollo de los clásicos galos. Un año más tarde, se habló de prohibir tanto los autos diésel como bencina (ver nota), y ahora la municipalidad de la capital aplica un recorte de 60 mil estacionamientos en superficie, es decir, un 70% de lo que existía hasta hoy.

Esta idea viene en paralelo con el incentivo al uso de bicicletas. De hecho, la mayoría del espacio donde ya no habrá autos estacionados, será utilizado para crear ciclovías. Así, quien continúe con la idea de moverse en vehículo sabrá de antemano que el costo por estacionar será muchísimo más caro de lo que resulta hoy, tanto como para que bajen las ganas de pedalear.

Amsterdam

¿Será París la próxima Copenhague o Amsterdam?