Sobre gustos no hay nada escrito, reza el refrán. Lo que explicaría, inicialmente, por qué hay personas a las que les gusta el olor a bencina. También hay muchos que odian ir a la gasolinera por esta misma razón. Guste o no, lo cierto es que existe una explicación científica para ello.
Antes de decirte cuál es, es preciso considerar también el factor nostalgia, pues hay quienes les gusta olfatear el aroma que queda suspendido en el ambiente cuando se llena el depósito de combustible, porque les recuerda alguna vivencia de infancia, un viaje de verano por carretera en familia, por ejemplo.
Nuestro cerebro puede evocar recuerdos si capta un aroma familiar. Esta poderosa conexión entre el olor y la memoria se llama fenómeno de Proust, un guiño al autor francés Marcel Proust, quien describió elocuentemente un potente recuerdo de la infancia evocado por el olor de una galleta sumergida en té.
Más allá de ello, sin embargo, la ciencia también puede explicar esa atracción por el olor de este cóctel químico compuesto por muchos ingredientes.
Ingrediente “mágico”
Según la Agencia de Registro de Enfermedades y Sustancias Tóxicas (ATSDR, por sus siglas en inglés), la gasolina está compuesta por más de 150 productos químicos mezclados. Entre ellos, anticongelantes, lubricantes, agentes antioxidantes e hidrocarburos.
Su olor original, en tanto, es completamente diferente al que se puede percibir en una estación de servicio. Es desagradable al olfato humano. Es más, lo que llega hasta la nariz de los conductores no es del combustible, sino de uno de sus componentes.
Nos referimos, precisamente, al benceno, que es un hidrocarburo transparente con ese particular aroma. Es, también, muy inflamable. Se usa para regular los niveles de octano de la gasolina: su responsabilidad es mejorar el rendimiento del motor y la eficiencia del combustible.
A diferencia de lo que muchos creen, el benceno tiene un olor dulce, al que muchos olfatos son particularmente sensibles. Cuando se inhala, se activa la vía mesolímbica, también conocida como vía de recompensa del cerebro. De esta manera, se crea una sensación temporal de placer, a la que muchos se resisten a renunciar.
¿Es peligroso oler gasolina?
En realidad, no es tan extraño que nos guste el olor a benceno. A lo largo del siglo XIX y principio del XX, se añadió benceno a los productos para después del afeitado y las duchas para darles a estos productos un aroma dulce. También se utilizó como disolvente para descafeinar café.
Sin embargo, estos usos no duraron mucho, y por una buena razón: el benceno es un carcinógeno conocido y es peligroso cuando se inhala en altas concentraciones o en una exposición a largo plazo. Aunque puede que te guste el aroma, definitivamente debes evitarlo.
No en vano, la ATSDR ha puesto el acento sobre las consecuencias que puede tener inhalar gasolina, siempre en función de la cantidad:
- Irritación de los pulmones.
- Irritación en la piel.
- Afecciones en el sistema nervioso.