Que los números de Porsche sorprenden, puede no ser ninguna novedad, pero conocer a qué nivel de estrés la marca somete a sus unidades antes de que lleguen a la calle sí puede resultar un auténtico buen relato. Es lo que hace Porsche ahora desentrañando las tandas de testeos a las que obligó al deportivo 911 GT3, su unidad por excelencia en la modalidad carrera-cliente y que presentó recién hace dos meses.
Máxima exigencia para un motor que no se despeina
Lo primero que Porsche deja en claro, es que el motor atmosférico bóxer 4.0 litros de seis cilindros superó más de 22 mil horas antes de obtener el sello de aprobación. Esta cifra se obtuvo sumando las horas en el banco de pruebas y las que el coupé desarrolló en el circuito de Nardò, en Italia.
El motor desarrolla 510 caballos y 470 Nm y el limitador electrónico solo interrumpe la escalada del tacómetro a las 9.000 rpm. Así, el Porsche GT3 fue llevado al circuito del sur italiano para ponerse a prueba en más de 600 ensayos de emisiones y para completar giros a plena capacidad (300 km/h) por 5 mil km continuos, solo interrumpidos para recargar combustible (y cambiar de pilotos, evidentemente).
El sistema de lubricación, la clave
La firma alemana explica que debido a las elevadas fuerzas de aceleración longitudinal y lateral que genera el nuevo 911 GT3 en circuito, se hace especialmente importante un afinadísimo suministro de lubricante.
Esta tarea se realiza mediante un sistema de cárter seco con depósito separado. Con un total de siete etapas de aspiración, el aceite regresa de forma rápida y eficiente al depósito externo, mientras que la lubricación de los casquillos de biela, sometidos a una gran carga, se realiza directamente desde la bomba de aceite, a través del cigüeñal.
¿Te imaginas lo que puede ocurrir con un motor sometido a tal estrés y sin una correcta lubricación? Ni pensarlo...