Hace unos días, Francisca Muñoz iba a dejar a su hija al colegio. Como todas las mañanas, la congestión era alta en calle Simón Bolivar y los vehículos avanzaban muy lento. En ese movimiento, Francisca seguía al vehículo que le antecedía y se detuvo el tráfico al pasar el cruce de una esquina, justo delante de la zona pintada en el piso que indica No Bloquear.

Hasta ahí, todo era parte de la rutina diaria, sin embargo, de pronto esa calma se vio alterada por un hombre que bajó de un Skoda Yeti patente DVSL 85 y que con fuerza empezó a golpear el vidrio del auto de Francisca.

El tipo, claramente alterado, le recriminaba no haberle dejado espacio para avanzar. La conductora solo atinó a decirle que no estaba tapando la zona No Bloquear, pero la agresividad del hombre la congeló, aunque lo que más le preocupaba era el miedo que sintió su hija por la insólita reacción del tipo. Por suerte, la situación no pasó a mayores y el energúmeno volvió a su auto.

Este tipo de situaciones se viven a diario en las calles nacionales, algunas con resultados trágicos, lo que muestra lo peligroso que es convivir con personas que no son capaces de controlar su ira. Ejemplos hay cientos, de hecho, uno de los últimos fue el caso de un chofer de colectivo que en Maipú atacó a piedrazos al conductor de un bus RED que incluso viajaba con niños en su interior.

Nadie espera encontrarse con estos momentos de furia ni con personas fuera de sus cabales, pero lamentablemente son hechos que se repiten con frecuencia. Diversos estudios indican que se recomienda nunca entrar en disputas verbales y, de ser posible, ni siquiera hacer contacto visual con el individuo sobrepasado por la ira.

En este sentido, para orientarnos, nos acercamos a especialistas para saber qué hacer cuando nos ataca en las calles una persona y empieza a golpear nuestro auto.

Para el Capitán César Sandoval, de la Prefectura SIAT de Carabineros, “lo más recomendable es no perder nunca el control y estar siempre atento a las condiciones del tránsito, así como mantener velocidades razonables y prudentes para no provocar un accidente, entendiendo que al desplazarnos a una mayor velocidad tenemos un menor control del automóvil”.

En cuanto al actuar que pueden tener los automovilistas que son agredidos, José Francisco Gallegos, abogado senior de FGN abogados, precisó que “las personas que se bajan y atacan a otras derechamente pasan a ser agresores y en atención al daño que causen, ya sea a los vehículos de las personas que se vean afectadas o el daño que causan a la integridad física de estas personas, se perseguirán los delitos de daño contra de los bienes propios o, en su defecto, las lesiones, las cuales irán graduando dependiendo de la gravedad de las mismas. En este sentido, las personas que se vean agredidas por cualquier tipo de conductor (de auto, bicicleta o motocicleta), debe primeramente hacer la denuncia ante Carabineros conjuntamente debe exigir que se le constaten las lesiones y luego asegurarse y cerciorarse que el parte se ha remitido al ministerio público o a la fiscalía correspondiente al lugar donde haya ocurrido los hechos”.

Acerca de las pruebas que se pueden recoger para realizar una denuncia, JF Gallegos precisa que “los medios de prueba pueden ser todos aquellos que la persona haya obtenido de forma válida, como por ejemplo las cámaras que graban delante de los autos, las grabaciones de terceros, puesto que estos hechos generalmente se dan en la vía pública y no existe ningún impedimento para acompañar fotografías o vídeos en estos casos”.

Eso, tal como indica el abogado, “fundamental también es la prueba testimonial, la cual da fe de que efectivamente los hechos fueron provocados por un tercero y no por quien los alega y en definitiva, estos testigos podrán acreditar lo que sucedió en el día, hora y fecha señalada en el parte policial o en la denuncia y, a su vez, también podrán dar fe de los daños que sufrieron los vehículos de las personas que estaban manejando o, en su defecto, de las lesiones que fueron provocadas por estos terceros al volante”.

Analfabetos viales en Chile

El tema de la violencia y las agresiones viales es un tema muy preocupante. Para conocer y tratar de comprender lo que pasa en las calles nacionales, conversamos con Alberto Escobar, gerente de movilidad de Automóvil Club de Chile y experto en seguridad vial de Automóvil Club de Chile.

Alberto Escobar, gerente de Movilidad de Automóvil Club de Chile

¿Cómo definiría al automovilista chileno?

El conductor chileno es asimilable a un verdadero analfabeto vial. El 90% de la actual generación de conductores no tiene conocimientos relevantes de la ley del tránsito y no está dispuesto a compartir el espacio público con los demás usuarios. Desconoce sus deberes y obligaciones en las vías, y lo peor, es que muestran un perfil extremadamente agresivo, poco solidario y desafiante en sus traslados. Pese a los esfuerzos por mejorar la convivencia en las calles, sigue imperando la ley del más fuerte en las calles, en la que hay una correlación entre tamaño, espacio y lo que cada uno piensa que es su derecho. Persiste esta cultura de violencia y de negación al entorno, no sólo por parte de los automovilistas sino que también de los demás usuarios de las vías, lo que hace prácticamente imposible reducir los más de 200 siniestros viales que ocurren diariamente en Chile.

¿A qué podría deberse esta situación de los conductores actuales en Chile?

Nuestros últimos estudios han revelado que el 60% de la actual generación de conductores reconoce conducir con sensación de estrés y el 25% se declara un automovilista que maneja a la ofensiva, nervioso e impulsivo. El chileno se perfilaba como un conductor muy prepotente en años anteriores, pero luego del estallido social y la crisis sanitaria del COVID-19, ha aumentado de manera significativa esta violencia basal, que ya existía en nuestro prototipo de manejo.

¿Influye también la percepción de inseguridad en las calles?

Actualmente, nos enfrentamos a otro problema que está radicalizando estos comportamientos viales en las calles: los problemas asociados a la seguridad ciudadana. Por ejemplo, la última investigación social de Automóvil Club de Chile reveló que el 39% de los automovilistas considera que la sensación de inseguridad pública les está produciendo tensión y estrés al momento de conducir, y como consecuencia del aumento de delitos en la movilidad, el 49% de los encuestados reconoció sentir temor al bajar de su vehículo al llegar a su domicilio. Al 41% de los automovilistas, en tanto, les genera inseguridad tener que esperar en semáforos. Ahí se descubrió que el 20% de conductores reconoció llevar en su automóvil algún elemento de defensa personal ante el aumento de incidentes delictuales en la vía pública.

Considerando estos atenuantes ¿debería haber alguna evaluación sicológica al sacar o renovar licencia?

Para conducir un vehículo motorizado se requiere de habilidades y competencias psicológicas, motoras y teóricas que deben ser certificadas, principalmente por la responsabilidad y riesgo que conlleva conducir un automóvil. Lo deseable sería que para obtener o renovar la licencia conducir profesional y no profesional se incorporen las evaluaciones psicológicas, pero estamos en Chile y habrá muchas voces disidentes que se negarán rotundamente a aprobar una decisión como esta, argumentando que se le está pasando llevar su privacidad. No hay que olvidar que aún en nuestro país se mira la licencia de conducir como un derecho cuando realmente es un privilegio, y generalmente todas aquellas iniciativas que buscan mejorar el estándar de los conductores, son mayoritariamente rechazadas.

¿Debería castigarse con más fuerza estos casos, llegando a la suspensión de la licencia para quienes se comprueben acciones violentas?

En Chile se ha ido naturalizando la violencia vial y aún no se ha dimensionado el impacto que hoy ésta esta realidad está generando en las calles. Aún no contamos con legislaciones robustecidas en esta materia que logren generar un efecto disuasivo para aquellos que están dispuestos agredir físicamente a otra persona o que ocasionen deliberadamente daños materiales contra un vehículo motorizado o a cualquier otro modo de transporte. Tenemos un conjunto de normas agrupadas en la Ley de Convivencia Modos, pero la gran mayoría de los actores del tránsito no están dispuestos a respetarlas ni practicarlas en sus desplazamientos diarios por la ciudad. Hace rato Chile debería haber avanzado en la implementación de la licencias de conducir con puntaje, en donde los usuarios van perdiendo puntos de acuerdo a las infracciones que cometen y que tenga como resultado decisiones drásticas como la suspensión de este documento o inhabilitar la conducción de por vida.

Hay ejemplos de medidas de este tipo en otros países.

En los países con mejor índices en seguridad vial, como es el caso de Gran Bretaña, se estila hacer exámenes psicológicos principalmente aquellos conductores profesionales que transportan cargas peligrosas o que están expuestos a altos índices de estrés. También, hay ejemplos como España y en gran parte de Europa, que usan la licencias de conducir por puntos que genera un gran efecto disuasivo en la población y que permite modificar drásticamente el comportamiento vial de los conductores en post de la armonización y bienestar del sistema vial.