Renault Alaskan: Un buen debut sobre las pistas
Más allá de las complicaciones propias de su gran tamaño, la Alaskan es un producto especialmente confortable y capaz para conducir en distintos escenarios.
A muy pocos les debe sonar Alaskan como el nombre de un vehículo, pero lo es. Así se llama la primera camioneta de Renault, la cual llegó para competir con reconocidos modelos como la Mitsubishi L-200, Toyota Hilux y Nissan NP300.
Con ella la marca francesa busca combinar el trabajo con el ocio en un mismo vehículo, dotándolo de una capacidad de carga de hasta una tonelada, pero también de un cierto estilo y confortabilidad para salir de paseo o simplemente moverse por la ciudad.
En este sentido, lo primero que hay que decir es que la Alaskan no pasa desapercibida, sobre todo por sus dimensiones y aspecto robusto -además de elegante- que obligan a moverse con cuidado por entornos urbanos. Ni que decir en estacionamientos, donde hay que calcular bien las distancias y no apurarse en las maniobras, pues además su radio de giro es limitado. Las marcadas nervaduras del capó, en tanto, así como su forma recta, imposibilitan una mejor visión frontal. Hacia atrás, eso sí, no hay problemas de visibilidad, gracias a una buena zona vidriada, lo que, junto con las ayudas disponibles (cámara trasera y sensores de retroceso), hace menos laborioso estacionarse aculatado.
El interior también está mejor trabajado que lo de costumbre para el segmento. No se ve espartano gracias al uso de materiales más refinados, asientos tapizados en cuero y con ajustes eléctricos (los delanteros), una pantalla de 5&" con conectividad vía bluetooth (compatible con Apple CarPlay y Android Auto) y un volante multifunción. Aunque es cosa de gustos, este último podría tener un mejor tacto y ser más robusto, lo que elevaría aún más la percepción de calidad.
La cabina es amplia y cómoda, con espacio suficiente para cinco personas. De ahí que llame la atención -y no para bien- que solo equipe un máximo de dos airbags. Los asientos delanteros ofrecen una buena ergonomía, lo que sí son bajos, sobre todo para una persona que no supera el 1.60 m de altura. Por otro lado, las plazas traseras ofrecen un respaldo de correcta inclinación, que resulta muy cómodo y menos vertical que lo habitual en las pick-ups.
Un punto a mejorar es el nivel de insonorización, ya que el sonido del motor se cuela al habitáculo.
Probamos la Alaskan principalmente por la ciudad -y sin carga-, por lo que sus capacidades para el trabajo duro no fueron puestas a prueba. Aún así, está claro que se trata de un vehículo que está capacitado para grandes tareas, con un gran sistema de tracción y potencia de sobra para enfrentarse a las peores condiciones.
En caminos urbanos y asfaltados, el motor diésel de 160 Hp ofrece una respuesta contundente, con un muy buen torque en la zona baja del tacómetro, lo que le da un gran empuje si así se quiere. Si no, también es posible conducirla suavemente.
En autopista, si bien se siente bien aplomada. Su suspensión trasera Multilink con eje rígido influye notoriamente en que no sea rebotona. Una dirección menos asistida, eso sí, daría una mayor sensación de seguridad.
Más allá de las complicaciones propias de su gran tamaño, la Alaskan es un producto especialmente confortable y capaz para conducir en distintos escenarios.
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