Es uno de los elementos centrales de las señales de tránsito, quizás el más importante cuando hablamos de seguridad vial. Los semáforos llevan más de 100 años decidiendo quien tiene la prioridad para avanzar y quien debe frenar, pero ¿te has preguntado alguna vez por qué llevan los colores verde, amarillo y rojo?

El semáforo, tal como  lo conocemos hoy en día, surgió en plena Revolución Industrial, pero no para controlar el flujo de vehículos, sino que era utilizado para regular el paso de los ferrocarriles.

Como no existía la tecnología suficiente para que funcionaran mediante electricidad, se utilizaba una lámpara de carburo, lo que provocaba una tonalidad roja cuando había que detenerse. Con el paso de los años este se mantuvo. Este color, además, es el que se puede ver desde más lejos, porque tiene mayor amplitud de onda.

El verde también vio sus inicios en el Siglo XIX. Sin embargo, en esa época cumplía la función que hoy cumple el amarillo. En ese entonces era una señal de precaución, esto se debía a que la luz que permitía avanzar era  casi blanca, lo que permitía que el verde claro fuera un punto medio. Esta similitud entre las luces de precaución y de vía libre, terminaron siendo muy confusas para algunos conductores, lo que provocó que con los años, el color verde fuera sinónimo de avanzar.

El amarillo es el único de los tres, que surgió para regular el tráfico entre los automóviles, más precisamente en 1920 en Detroit, Estados Unidos. El campo visual de este color es muy parecido al rojo, pero con menos intensidad, lo que lo transformaba en el tono perfecto para ser una transición entre el rojo y el verde.  El semáforo de la avenida Woodward and Michigan, fue el primero en tener las tres señales diferentes.