En Suecia, un mercado donde la seguridad a bordo ha estado siempre a la vanguardia, la posición hacia atrás de los sistemas de retención infantil es obligatoria desde la década del 70, incluso cuando en otros países del resto de Europa ni siquiera se había hecho exigible un sistema de retención. Como consecuencia, el país escandinavo evitó un alto número de niños fallecidos y heridos de gravedad, en comparación a los que no habían avanzado en la materia.
En Chile la exigencia de sillas de niños o alzadores se hizo recién obligatoria a partir de 2017. En nuestro país, hasta la entrada en vigencia de esta normativa, los accidentes de tránsito representaban la primera causa externa de muerte en niños de entre 1 y 14 años.
Por ello es que la ley estableció que transportar a un menor de 9 años de edad sin una silla, es una falta 'gravísima' y acarrea la inmediata suspensión de la licencia de quien esté al volante. La misma ley exige que las guaguas, al menos hasta cumplir los dos años, deben ir siempre con la silla mirando hacia atrás. La pregunta es ¿Por qué?
El sitio Veygo lo explicó a través de una gráfica en la que compara la fuerza ejercida en los ocupantes en un accidente a 50 km/h. Los números son decidores: mientras en el caso de un niño que circula mirando hacia atrás, este recibe un impacto equivalente a 50 kilos; con la silla mirando hacia adelante, el mismo frenazo se convierte en 300 kilos.
En la misma comparación, el riesgo de sufrir lesiones graves salta del 8%, en el caso de que el menor vaya mirando hacia atrás, al 40% en la posición hacia adelante. Esto es debido a que en el último caso el torso se mantiene en su lugar gracias al cinturón, pero la cabeza, brazos y piernas son impulsados igualmente hacia adelante, con el consiguiente riesgo de lesiones cervicales graves. Con la silla fijada hacia atrás, el impacto es absorbido en gran medida por la silla, protegiendo justamente cabeza y cuello.
Estas diferencias se explican mayormente por el peso y tamaño de la cabeza en relación al resto del cuerpo: en adultos la cabeza es -en promedio- el 6% del peso corporal, algo muy diferente de lo que ocurre en niños, donde esta puede llegar a representar un cuarto de la masa total.
Contra las creencias populares
Pese a las preocupaciones de los padres, que tienden a pensar que un niño no se siente cómodo mirando en dirección opuesta a la que circula el auto, lo cierto es que los estudios demuestran que los niños pequeños disfrutan sentarse en muchas posiciones.
El esqueleto de los menores está compuesto mayormente de cartílagos, que son más flexibles, y por lo mismo se sienten bien en posiciones que no parecerían tan cómodas.