Las ventas de autos nuevos en el Reino Unido cayeron en un 97% en abril en el periodo interanual, convirtiendo al cuarto mes del año en el más pobre desde febrero de 1946. Por supuesto, este desplome se relaciona con el coronavirus y el cierre obligado de concesionarios y fábricas.
Según reporta la agencia Reuters, esta realidad pone mucha presión sobre la economía británica, la que se encamina a una contracción trimestral de al menos el 7%. El confinamiento se decretó a mediados de marzo como una medida de contener la pandemia y ahora se espera que el Primer Ministro Boris Johnson anuncie medidas para paliar la crisis.
En cifras, en abril se matricularon 4.321 autos, de acuerdo con la Society of Motor Manufacturers and Traders (SMMT), la cual de inmediato ajustó sus estimaciones para 2020 en torno a las 1.68 millones de inscripciones, lo que sería el mes más bajo en 30 años. En enero, el organismo esperaba que los nuevos patentamientos alcanzaran las 2.25 millones de unidades.
“Reiniciar de manera segura este sector tan crítico y revitalizar lo que será una demanda moderada será clave para impulsar el sector y acelerar la reactivación del Reino Unido”, dijo el presidente ejecutivo del SMMT, Mike Waves.
El sector automotor de la industria británica es el más poderoso en materia de exportaciones y ahora enfrenta pérdidas por 8 billones de libras esterlinas. El mercado, a menudo encabezado por Ford, Volkswagen y Vauxhall, esta vez fue liderado por el Tesla Model 3, con 658 ventas.
En febrero de 1946, apenas meses después de concluida la II Guerra Mundial, se registraron apenas 4.044 autos nuevos vendidos. Ahora, la situación es muy diferente, puesto que el mercado es notoriamente más grande.
Rolls-Royce y Aston Martin reabrieron esta semana, aunque la producción a escala on volverá hasta la segunda quincena de mayo, cuando Jaguar Land Rover y Mini vuelvan a ensamblar vehículos. Por su parte, Nissan de Sunderland no producirá hasta junio (eso si no se confirman sus planes de hacer las maletas e irse de Europa, lo que sería otro golpe bajo a la alicaída industria británica).