El fin de semana de Fiestas Patrias, el circuito de La Sarthe, en Francia, era como tantas otras veces el escenario de las legendarias 24 Horas de Le Mans.

Más allá de las restricciones de público impuestas por el coronavirus, era la concreción de otro sueño de la piloto colombiana Tatiana Calderón (27). La sudamericana integró el trinomio femenino del equipo Richard Mille Racing -junto con la holandesa Beitske Visser y la alemana Sophia Flörsch- y tuvo la responsabilidad de largar la prueba pasado el mediodía del sábado. Después de conducir el número 50 en turnos de tarde y noche al amanecer volvió con otro relevo para marcar la vuelta rápida de su coche. Finalmente, la tripulación femenina cruzó la meta en el noveno lugar de la serie LMP2, en la que largaron 24 máquinas.

“¡Ha sido una experiencia increíble! Estoy muy contenta. El solo hecho de terminar ya era un gran logro, y hacerlo en el top 10 en una categoría tan competitiva, lo es aún más”, decía la bogotana. Aunque esta era su primera incursión en La Sarthe, inmediatamente agregó que esperaba volver el próximo año “y pelear por un mejor resultado”.

Así es un poco Tatiana Calderón, la piloto de pruebas del equipo Alfa Romeo de Fórmula 1, que se fija siempre metas más ambiciosas, una de ellas convertirse en la primera mujer después de cuatro décadas en estar en la grilla de un Gran Premio. La deportista no vacila un segundo en afirmar que está preparada para el desafío. Aquí lo deja en claro.

¿Cómo surgió tu gusto por el automovilismo?

Nació cuando tenía nueve años. Un día mi hermana Paula me llevó a una pista de alquiler de karts que había cerca de nuestra casa. Compramos un turno de cinco minutos y me enamoré de la velocidad y de la adrenalina.

Es gracioso, porque siempre tuve claro que quería llegar a la F1, pero con 10 años les dices eso a tus papás corriendo karts… pues no se ríen, pero te dicen “bueno, ya lo veremos”.

¿Y cuándo fue que todo se tornó más real?

Pienso que cuando gané un campeonato en Estados Unidos que se llamaba Stars of Karting, que era nacional, y soy la única mujer que lo ha ganado. Ahí mis papás pensaron “bueno, esto puede llegar a ser grande”, porque ya no era solo de Colombia, sino en Estados Unidos.

Fue, además, en un momento clave, porque era cuando tenía que decidir si iba a ir a la universidad o si podía dedicarme 100% a las carreras. Gracias a Dios pude convencerlos de que me siguieran en este sueño.

Los niños o pilotos jóvenes generalmente tienen un referente. ¿El tuyo cuál era?

Siempre, Juan Pablo Montoya ha sido mi modelo a seguir. Cuando empecé, él estaba llegando a F1 y hubo un boom del automovilismo en Colombia gracias a él, entonces ha sido la referencia. Ahora, en Alfa Romeo contamos con la experiencia de Kimi Raikkonen, que tiene récord de carreras y es campeón del mundo.

Imagínate, lo veía como coequipero de Juan Pablo Montoya cuando me levantaba a ver las carreras con 10 u 11 años, entonces tenerlo también al lado y oír sus comentarios del carro, toda la experiencia que tiene, es muy valioso para alguien como yo, que viene creciendo. Si siempre tuve claro que quería llegar a la máxima categoría del automovilismo fue por Montoya.

Ahora eres piloto de pruebas de Alfa Romeo, ¿qué falta para tener una butaca?

Empecé como piloto de desarrollo y ya he manejado un auto de F1 que es algo impresionante, que era un sueño manejar una de estas bestias. Lograrlo fue una satisfacción grande, pero todavía quiero más.

Quiero ser la primera mujer en 43 años en correr en F1 de forma permanente. Como mujer no ha sido fácil ganarse el respeto y oportunidades, pero si algo me ha dado este equipo es precisamente eso: nunca me han juzgado por mi género, sino siempre por mis aptitudes. He respondido y han seguido dándome las oportunidades.

¿Con qué obstáculos te has topado en tu carrera por el hecho de ser mujer?

Mucha gente es menos receptiva cuando sabe que es una mujer la que va a probar un carro. Luego se sorprenden de tus resultados y de lo que puedes dar. Ganarse ese respeto no ha sido fácil y por eso estoy muy agradecida de este equipo.

La discriminación sigue presente, sobre todo en este deporte. Si bien se han dado pasos, nos queda camino por recorrer. Llegas a un equipo en Fórmula 2 o Fórmula 3 y no eres considerado un caballo ganador. Como sabemos, en este deporte un 70 u 80% es el carro. Si no tienes uno ganador, puedes ser un gran piloto, pero no vas a ganar. Se nos tienen que dar más oportunidades en equipos competitivos. Se nos tiene que creer. Por ejemplo, con ingenieros he tenido que pelear muchas veces, porque hay que demostrarles que sabes de lo que estás hablando. Hay varias barreras que derrumbar.

¿Pilotan diferente un hombre y una mujer?

Las mujeres somos más suaves y tal vez más pacientes. Cierto tipo de curvas las hacemos mejor que los hombres, pero hay otras que se les dan mejor a ellos. Eso es balance y es lo bonito de este deporte. Puedes tener dos estilos y hacer tiempos iguales.

Los carros están hechos para que los maneje un hombre, entonces, por ejemplo, al principio me costaba muchísimo llegar a frenar. Con 120 bares de presión es como un patadón súper explosivo y yo “no daba esa presión”. Mis ingenieros me decían “tienes que entrenar más, porque no tienes la fuerza suficiente”. Me maté en el gimnasio, mi entrenador me decía “ya estás al mismo nivel que otros pilotos. No tengo duda de que puedes presionar el freno tan fuerte como ellos”. Les dije eso a mis ingenieros, pero el problema seguía. Pusimos una GoPro en la pedalera y nos dimos cuenta de que estaba frenando con los dedos y no con la planta. Entonces hicimos una plataforma, subimos el movimiento y el problema desapareció. Lo mismo me pasó con las manos. Tenía calambres y era porque el grip del timón era demasiado gordo y no podía agarrarlo bien.

Al ser mujer tienes 30% menos de músculo que un hombre, y si bien el automovilismo no es solo fortaleza física, sino también mental, tienes que ser un atleta para manejar estos carros. Por ejemplo, no tenemos dirección asistida, entonces toda la parte superior del tronco tiene que estar muy fuerte. En F1 tienes que soportar 40 kilos con el cuello: a mí me ha crecido nueve centímetros. Desde que supe que iba a conducir un F1 son muchas horas de entrenamiento de músculos específicos y por eso creo que si las mujeres ponemos ese extra de preparación no hay ninguna barrera que no se pueda vencer.

Lo mental también juega, ¿no?

También es muy importante. Hay que ser multitasking. A veces vas a 300 km/h…, piensa que para usar los botones del timón tienes un manual de 70 páginas. Por un lado te habla el ingeniero que tienes que mover no sé qué función antes de llegar a la frenada. Si te pasas unos metros, pues te estrellas con el muro.

Fuera de eso, tienes otros 20 pilotos que debes mantener atrás. Entonces tu atención tiene que estar dividida en muchísimas cosas y es algo que entrenamos: la capacidad de reacción, de coordinación, porque también son tus manos, tus pies, ver más allá. Hay muchísimo entrenamiento detrás para manejar un F1 al límite.

¿Utilizas de algún modo tu vitrina en Alfa Romeo para incentivar a las mujeres?

Quiero devolverle algo al deporte y hacer que cada vez más niñas empiecen en karts. Estoy convencida de que podemos hacer un buen trabajo y de que hay muchas más que pueden encontrar esta pasión por el automovilismo. Estoy trabajando en una iniciativa con Susie Wolff, que se llama Dare to Be Different. Hemos hecho varios eventos con niñas entre ocho y 13 años. Se les da un día para que prueben montarse en un kart, que hagan ejercicios de ingeniería, de entrevistas, todas las áreas propias del automovilismo. Queremos mostrar que el automovilismo es una opción. Hay mucho trabajo por delante, pero estoy orgullosa de abrir más puertas.

Acabamos también de lanzar Racing Stars, que es una iniciativa para darles a niñas una beca de la Ferrari Driver Academy para correr la F4 del próximo año. En la Comisión de Mujeres FIA ya discutimos el tema de que se nos tome más en cuenta para construir los carros de carrera del futuro.

¿Cuál es tu meta próxima más importante?

Muchas veces me han dicho que desista de competir en F1. Pero una debe trabajar por lo suyo. Nada es imposible. Si hay gente en Fórmula 1, es porque se puede llegar. No me voy a dar por vencida en el último paso. Daré mi máximo sin importar quién crea y quién no. Desde la primera vez que manejé un F1 me sentí cómoda con el carro, física y mentalmente. Es el máximo nivel, pero me siento preparada para afrontar el reto. Toca seguir demostrando que sí se puede. MT