Hace unos días Oliver Blume, director ejecutivo del Grupo Volkswagen, calificó la situación de la empresa como “alarmante”, citando la creciente competencia de fabricantes asiáticos y la disminución de las ventas de automóviles en Europa como factores clave en esta situación crítica.
De ahí, que no se descarten cierres de plantas, ni despidos forzosos. Si bien Volkswagen nunca ha cerrará una fábrica en Alemania, ni tampoco en otro lugar del mundo desde 1988; las decepcionantes ventas han llevado a la dirección ha considerar amplias reformas causando la indignación de los empleados.
Tanto es así, que ayer los trabajadores de Audi en la planta de Bruselas tomaron una medida desesperada, al apoderarse de las llaves de unos 200 vehículos para exigir respuestas a Volkswagen, la empresa matriz. Los empleados advirtieron que ningún auto abandonará la fábrica hasta entonces.
La dirección de la planta de Audi en Bruselas dijo que no cederá al chantaje y respondió a los trabajadores que se apoderaron de las llaves “que las devuelvan antes de la tarde de hoy si no quieren sufrir consecuencias”.
Por su parte, Jan Baetens, representante del sindicato ACV-Metea, comentó: “Nos llevamos las llaves para mantener un diálogo social pacífico. Si la dirección quiere retirar los coches ahora, no podemos garantizar la seguridad ni la paz”.
La planta de Audi en Forest, Bruselas, ha estado parada desde julio, cuando la empresa anunció una reestructuración debido a la caída en la demanda del eléctrico Q8 e-tron que se produce allí. Además de esta situación, los desafíos estructurales de la planta han exacerbado la crisis. Aunque se esperaba una reanudación parcial de la producción tras las vacaciones de verano, los trabajadores decidieron en bloque no regresar al trabajo hasta obtener más información sobre el futuro de sus empleos.
Si Volkswagen no asigna un nuevo modelo a la fábrica de Bruselas, y no se encuentra un comprador para la planta, el cierre podría ser inevitable. Este escenario pondría en riesgo más de 3.000 empleos.