Uno de los modelos más relevantes de los últimos años ha sido el Hyundai Tucson. Siempre entre los vehículos de mayor demanda en el mercado local, fue uno de los pilares del enorme crecimiento de la casa coreana a nivel mundial, y ahora, con su tercera generación, busca repetir esos éxitos.
Para lograrlo, lo primero fue el trabajo estético, donde hay un salto gigantesco, donde destacan la parrilla hexagonal con barras cromadas longitudinales; la presencia de un pilar A más plano, que privilegia la visibilidad y mejora la aerodinámica; el atractivo diseño de las llantas y las molduras laterales que le imprimen una mayor robustez y personalidad. Buenos cambios, sin duda.
En el interior es donde encontramos algunos "peros". Es que si bien se aprecia una mejor calidad de materiales, existe más espacio para que viajen cinco personas cómodamente (la distancia entre ejes es 30 mm mayor que en la generación anterior llegando a 2.670 mm) y el tablero tiene una pantalla TFT de 4,2″ que muestra información del auto, se extraña una pantalla táctil en la consola central, sobre todo considerando que la mayoría de los rivales en este precio la ofrecen (pero sí está presente en la versión superior). Y es que hoy es un elemento que ayuda no sólo en lo estético, sino también en la forma de usar el sistema de infoentretenimiento, por lo mismo, la imagen de la cámara de retroceso se visualiza como solución en una esquina del retrovisor central.
En Chile se venden nueve versiones del Tucson. Probamos la "casi" tope de gama de las bencineras (más arriba está la Limited), que tiene un motor de 2.0 litros con 153 caballos de fuerza, asociado a una caja automática de seis velocidades, que mueve con sencillez el vehículo. Sin embargo, los usuarios deben estar claros de que no contarán con respuestas vertiginosas, tampoco con aceleraciones repentinas, algo que se explica por el torque, que llega a los 192 Nm. Si busca mayor par, las opciones diésel entregan más del doble. Tal configuración de caja-motor, donde el paso de marchas es algo lento en ocasiones, apunta a un manejo en el que se prioriza el confort de viaje.
Es que uno de los principales avances de este nuevo Tucson pasa por las modificaciones estructurales que nos comentaron en el lanzamiento regional y que se perciben de inmediato. El uso de aceros más resistentes y el recubrimiento de ciertos espacios en el piso de este SUV derivan en un andar más estable, sobre todo en curvas, y en una mejora considerable en la acústica interior. Así se consigue un andar más suave, complementado por un ajuste de la suspensión que elimina los rebotes en los asientos traseros y por una dirección con más feedback, que se consigue gracias a una menor asistencia.
Por último, esta variante ofrece también la opción de salir del asfalto gracias al sistema de tracción 4WD. Pese a que el despeje no es gran cosa (172 mm), se puede bloquear la tracción mediante un botón ubicado bajo el pomo de la caja de cambios, enviando 50-50 de potencia a ambos ejes mientras no se superen los 40 km/h. Y si las cosas se complican un poco, mediante otro botón se conecta el control de descenso, incrementando de forma exponencial la seguridad.
En resumen, un modelo que avanza en diseño, calidad y comodidad, pero con importantes detalles a considerar en algunos aspectos de equipamiento.