[Test drive] Jaguar F-Pace: instinto para salir de cacería
<p>La lectura simple indica que el F-Pace marcó un punto de quiebre en la historia de Jaguar. Y aunque esa percepción se sustenta en lo rupturista que es para la marca británica ofrecer una tipología todoterreno, lo cierto es que, en el fondo, mantiene, en formato vitaminizado, los atributos que han dado fama y gloria […]</p>
La lectura simple indica que el F-Pace marcó un punto de quiebre en la historia de Jaguar. Y aunque esa percepción se sustenta en lo rupturista que es para la marca británica ofrecer una tipología todoterreno, lo cierto es que, en el fondo, mantiene, en formato vitaminizado, los atributos que han dado fama y gloria a la compañía: atractivo diseño y deportividad.
Y eso es lo que ofrece el nuevo F-Pace, que desde el primer encuentro destaca por su gran parrilla frontal, por un capó musculoso, por la alta línea de cintura y por las luces traseras heredadas del F-Type.
En el interior se aprecia un diseño limpio, ergonómico y orientado a entregar confort a quien está al volante. Y si la comodidad es esencial, en el habitáculo existe espacio para cinco personas, aunque el asiento central de las plazas traseras puede ser poco amistoso en caso de ser utilizado por un adulto. Donde no existen quejas es en el maletero, pues tiene 650 litros de capacidad de almacenaje, el más amplio de los SUV premium medianos.
Otro punto importante es la tecnología. Construido bajo los requerimientos que demanda el hiperconectado mundo de hoy, su sistema de infoentrención InControl Touch, reflejado en una pantalla de 10,2'', es bastante intuitivo y no requiere de grandes capacidades para manejar aspectos del equipo de sonido, del navegador e incluso de la configuración de la suspensión. A este sistema se agrega un tablero TFT de 12'', el cual se puede ajustar a un estilo más tradicional, con relojes que muestren la velocidad o las revoluciones, o pasar a una pantalla en donde se exhiba el mapa del navegador a lo ancho de ésta.
Deportividad
En nuestra prueba estuvimos al mando de la versión diésel con motor de 2.0 litros, que desarrolla 180 caballos de fuerza, y también manejamos la unidad con motor bencinero de 3.0 litros, que envía a las ruedas nada menos que 340 Hp.
En ambos casos, los propulsores se encuentran asociados a una transmisión automática de ocho velocidades, que favorece la suavidad de marcha y que, además, mejora el rendimiento.
Si bien existen diferencias entre el diésel con el bencinero más allá del consumo y la disparidad en aceleraciones repentinas, lo cierto es que a nivel de manejo coinciden en diversos aspectos.
Por ejemplo, hay un destacado trabajo de aislación; la suspensión entrega sensaciones más deportivas que confortables, lo que se aprecia al pasar por los infaltables hoyos presentes en nuestras calles; tiene una dirección muy precisa, que otorga bastante tacto al conductor, y al ingresar en curvas lo hace con enorme aplomo y seguridad. Estas cualidades de manejo se explican en buena parte por el chasis modular, el cual está construido en un 80% de aluminio, elemento que le permite pesar poco menos de 1.900 kg, una cifra muy baja para un modelo que mide más de 4,7 metros de largo.
¿Y en off-road? Ofrece alternativas para atreverse a nuevas aventuras gracias a un despeje de 213 mm, y aunque no tiene las capacidades de un Range Rover, sí dispone de tracción total AWD y, además, cuenta con diversos dispositivos que permiten adaptarse a diversas condiciones del camino, haciendo del manejo una acción muy simple para el conductor, ya sea en tierra, barro, hielo, arena o pavimento.
En consecuencia, una apuesta rupturista, pero que se nutre de la herencia de Jaguar para entrar a batallar en el segmento más competitivo y con mayor crecimiento del mercado.
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