En una industria donde todos quieren ser deportivos o SUV, siempre se agradecen las propuestas que se acercan más a lo tradicional, ofreciendo espacio y comodidad en un formato que no pase de moda con tanta facilidad.

Por eso, el Kia Rio 4 es una gran alternativa, porque ofrece la modularidad necesaria para ser utilizado como vehículo familiar o como primer auto para una pareja joven que aprecia los beneficios de un sedán del segmento B.

Ya desde el momento de subirse al vehículo se aprecia el aire de confort. Si lo comparamos con la generación anterior, el cambio es más que evidente, con una importante mejora en la materialidad, que se nota sobre todo en los puntos de contacto en las puertas, en el tablero y el volante. Los plásticos texturados se combinan con detalles cromados y puntos blandos, creando una combinación muy agradable a la vista y al tacto.

El volante tiene el tamaño justo para poder maniobrar fácilmente, mientras que los mandos quedan a una buena distancia de las manos, por lo que no es necesario hacer un esfuerzo para alcanzarlos cuando se quiere, por ejemplo, cambiar la radio.

Este es un punto que llama la atención, ya que Kia se ha esforzado por cambiar sus pantallas y sistemas de infoentretenimiento por mejores opciones, pero en el Rio 4 todavía queda un poco al debe con un modelo flotante de 5" que no aporta mucho más, pero que de todas formas tiene conectividad bluetooth.

Entre los relojes del cuadro de instrumentos se asoma un display de 3,5" con información del auto, muy útil cuando se quiere saber los datos de temperatura del vehículo o el consumo, que en nuestra prueba en tráfico urbano denso y algunos tramos despejados de autopista registró un rendimiento de 12,4 km/l, bastante bueno cuando se recorre Santiago a la hora peak.

En el caso de nuestra unidad de prueba (EX 1.4 6MT Full), contamos con un motor de 1.4 litros con 99 caballos de fuerza y 135 Nm de torque, cifras que si bien pueden parecer bajas, no tienen problema para mover con agilidad y soltura la carrocería de 4.385 mm de largo.

Gracias a su transmisión manual de seis marchas pudimos encontrar siempre el cambio adecuado para la situación, por lo que los adelantamientos y las aceleraciones repentinas no fueron un problema. La posición de manejo ahora es un poco más alta que en la generación anterior (el asiento también tiene ajuste de altura), por lo que la visibilidad hacia adelante y atrás es buena, eliminando grandes problemas con los puntos ciegos.

Ya en la autopista, el Rio 4 demuestra su suavidad y aplomo correcto, sujetándose bien en las curvas, a pesar de tener una suspensión más enfocada al confort. La asistencia de la dirección es menos invasiva que en la generación anterior, por lo que se siente más seguro al momento de las maniobras repentinas.

Otro de los puntos que llaman la atención es el equipamiento, sobre todo considerando que es una versión full. Si bien hay frenos ABS, cámara de retroceso, sensor de proximidad trasero, control crucero, aire acondicionado y luces automáticas, por nombrar algunos elementos, no deja de molestar el hecho de que sólo se ofrecen dos airbags (el mínimo), sin posibilidad de acceder a más.

En general, se nota el esfuerzo de Kia por perfeccionar al Rio 4, aunque aún quedan detalles por mejorar.