Toyota cerró definitivamente su fábrica en Rusia, ubicada en la ciudad de San Petersburgo y cuyas actividades paralizó el pasado 4 de marzo con motivo de la guerra de Ucrania.
La firma japonesa indicó que la decisión de suspender de forma temporal las operaciones en dicha planta estuvo motivada por la interrupción del suministro de materiales y de piezas, afirmando, además, que desde entonces ha estado analizando la situación “de cerca” para evaluar la sostenibilidad de su negocio en el país.
“Durante ese período hemos mantenido la totalidad de nuestra plantilla y hemos asegurado que nuestra instalación estaba lista para reiniciar la producción si las circunstancias lo permitían. Sin embargo, seis meses después, no hemos podido reanudar las actividades normales y no vemos indicios de que podamos retomarlas en el futuro”, explicó Toyota.
Tras una inversión de 680 millones de euros, la fábrica de San Pertersburgo producía el RAV4 y el Camry para los mercados ruso, bielorrusia, kazajo y armenio. Tenía capacidad para producir 100.000 unidades anuales y empleaba a 1.900 personas.
“Nos gustaría agradecer a nuestros empleados su duro trabajo y lealtad. En reconocimiento a su valiosa contribución, les ofreceremos asistencia para el reempleo, la recapacitación y el bienestar, incluido el apoyo financiero por encima de los requisitos legales”, puntualizó la firma.
Con todo, Toyota está prácticamente fuera del mercado ruso, y así seguirá mientas dure el conflicto en Ucrania. No obstante, el fabricante japonés mantendrá activados sus servicios de posventa y mantenimiento para dar cobertura a los actuales conductores de las marcas Toyota y Lexus.