100 días de Javier Milei: Logros, derrotas y desafíos del gobierno libertario de Argentina
Como si se tratara de una locomotora con un objetivo fijo, los primeros meses del gobierno de Javier Milei se apoyaron en la votación de noviembre pasado para lanzar una batería de reformas estructurales. Sin embargo, así como algunas pasaron y ya se evidencian cambios -sobre todo en materia económica-, otras chocaron contra una pared producto de su bajo apoyo parlamentario.
Cien días, la “luna de miel” o simplemente los tres primeros meses de gestión real de un gobierno entrante. La fecha no es menor, puesto que tradicionalmente se asocia al período en que más tolerancia tiene la población a los cambios grandes impulsados por la nueva administración. Así, Javier Milei cumplió el primer gran hito temporal de su mandato, el que ha estado lleno de intentos por cambiar de golpe el presente y futuro económico, político y cultural de Argentina, pero también de grandes dudas por el devenir libertario debido, principalmente, a sus derrotas en el Congreso.
Entre las huestes de La Libertad Avanza celebran el megarrecorte al interior del Ejecutivo, tema relevante debido a la marcada idiosincrasia estatista del país vecino -”si fuera por mí, privatizo todo”, aseguró en su última entrevista-; los cambios llevados adelante en su llamada “batalla cultural”, como ocurrió el 8M, donde Karina Milei, hermana del mandatario y secretaria general de la Presidencia, eligió el Día Internacional de la Mujer para cambiar el nombre del Salón de las Mujeres -y retirar cuadros de mujeres emblemáticas- por el Salón de los Próceres -reemplazando los cuadros por imágenes de Julio Argentino Roca y Carlos Saúl Menem-; o la brusca reducción del déficit fiscal y el intento por equilibrar las cuentas públicas, una de las principales metas de campaña del economista libertario.
El contexto es relevante para entender tanto sus victorias como sus fracasos. Milei llegó al poder en plena crisis económica, con cifras de tres dígitos en la inflación interanual y tasas de pobreza e indigencia infantil críticas. Frente a eso, su propuesta -y la que eligió el 55,65% de los argentinos en noviembre pasado- fue la del shock, a sabiendas de que las medidas a tomar serían duras y afectarían a parte importante de la población, pero bajo la promesa de que en unos años más, mejoraría.
De momento, si bien ha bajado sus índices de aprobación, se mantiene en números favorables a pesar del duro ajuste. Donde no ha logrado mantener la cohesión ha sido en el Parlamento, donde ya le tiraron al suelo su “Ley Bases”, o más conocida como “ómnibus”, y el Senado, en un hecho histórico, le rechazó el DNU (Decreto de necesidad y urgencia), su “megadecreto” con el que ya había modificado partes importantes del funcionamiento de Argentina.
“Para un programa de cambio de régimen se necesitan tres elementos: estabilización macroeconómica, reformas estructurales e institucionales y anuncios de gran impacto que marquen un antes y un después. El gobierno ha empezado a estabilizar corrigiendo los precios y ajustando el sistema fiscal, pero sigue faltando sostenibilidad antes de las reformas que crean las condiciones para la inversión. Lo que tenemos es un cambio de régimen incompleto debido a la falta de apoyo del Congreso”, dijo a RFI el economista Luis Secco, director de la consultora Perspectivas Económica.
Victorias libertarias
Cuando el entonces diputado Javier Milei llegó al balotaje en el que se enfrentó al candidato oficialista, el ahora exministro de Economía Sergio Massa, sabía que la economía estaría en el centro, no solo de su campaña, sino que de su eventual gestión. Así lo sabía él, y así lo dejaban en claro numerosos analistas del país vecino. Según las cifras disponibles, Argentina incluso superó la inflación de Venezuela con un 276% de interanual, y con proyecciones de cerca del 60% de pobreza entre la ciudadanía.
Junto a un plan de ajuste fiscal brutal, Milei inició su proceso para la desregulación de la economía fuertemente controlada por el Estado, y lo hizo, inicialmente, mediante un decreto de necesidad y urgencia que incluye más de 300 medidas, la mayoría vigentes actualmente.
Gracias a esto se derogó la ley de alquileres, permitiendo que ahora sea el mercado y no una ley la que rija los valores de los arriendos; que las empresas de salud privada pueden fijar los precios que estimen más convenientes; o se avanzó hacia la eventual privatización de empresas públicas.
La receta mileísta se basa en lograr tres objetivos. Alcanzar el equilibrio fiscal, contener y disminuir la rampante inflación y desregular la economía para generar un sinceramiento de los precios, según El País, para atraer inversiones al país.
El primer punto ha avanzado considerablemente en estos 100 días. Según el periódico local La Nación, el mandatario se ha centrado en una fuerte reducción del déficit para poder ordenar los profundos problemas presentes en las cuentas públicas, herencia del kirchnerismo y del gobierno de Mauricio Macri.
Y no solo se eliminó el saldo negativo, sino que logró un superávit financiero de 338.112 millones de pesos argentinos (397 millones de dólares al tipo de cambio oficial actual) durante febrero. Además, Argentina registró una reducción del gasto equivalente al 36% interanual real, es decir, el mayor recorte de caja en los últimos 30 años, añadió el medio.
A medio camino entre desafío y logro, la devaluación destinada a corregir la brecha cambiaria tuvo como efecto que en diciembre, el primer mes de gestión libertaria, la inflación mensual llegara al máximo de 25,47%. Desde la Casa Rosada aseguran que se logró contener la hiperinflación, y celebraron que el índice de precios se mantuvo por debajo de la devaluación. Ya en febrero, la inflación bajó al 13,34%, y si bien sigue siendo altísima al compararla con otras economías, representa la mitad de lo que se vio en diciembre.
Un punto destacado por La Nación es la restitución del poder de la presidencia. La figura principal del Ejecutivo, venida en menos durante la gestión de Alberto Fernández, volvió a tener peso como la más relevante del país, independiente de si guste o no su estilo confrontacional, agresivo y directo. Con aciertos y desaciertos, la responsabilidad la tiene el presidente.
Por último, un logro no menor ha sido la habilidad de que, pese a la dureza del ajuste económico aplicado por Javier Milei, aún mantiene un apoyo amplio en la sociedad, aseguran encuestas. Si bien la mayoría ha mostrado un lento descenso en su popularidad, aún se mantiene sobre el 40% en gran parte de ellas.
De hecho, un sondeo realizado por Equipo Mide, consignó Clarín, asegura que es precisamente entre los rangos sociales más pobres donde más se registra el apoyo al mandatario libertario. En total, le dan un 50% de imagen positiva, y un 49% de negativa.
Derrotas y desafíos
La idea está clara, y, cual tren sin frenos, Javier Milei ha recorrido su camino en la Casa Rosada impulsando reforma tras reforma. Pero se encontró con una pared: el Congreso y la gobernabilidad política.
Su arribo al poder fue en solitario, con un partido incipiente que no le entregó ningún gobernador en las provincias, claves en un país federal como el argentino, y con pocos diputados y senadores que respalden sus proyectos. Para ser exactos, el 15% y el 10%, respectivamente.
Esto no le ha permitido consolidar ninguna de sus reformas de cambio, como quedó en evidencia con el rechazo en particular de gran parte de los artículos de la Ley de Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos, más conocida como la “Ley ómnibus”. Tras ser cercenada en la discusión ley por ley, el mandatario optó por retirarla en su totalidad.
Pero todavía tenía plenamente activo su mega DNU, un paquete de más de 300 decretos que permitieron, por ejemplo, el fin de la ley de alquileres. Sin embargo, todo apunta a que también podría caerse, en un hecho que sería histórico. La semana pasada, el Senado -liderado por la número dos del gobierno, la vicepresidenta Victoria Villarruel- rechazó por primera vez un DNU, dejando en el borde de la cornisa el decreto. Ahora debe ser aprobado o rechazado por la Cámara de Diputados, donde este último caso sería inédito.
Otro punto, de corte económico, es el relacionado con las jubilaciones. La reducción del gasto público, celebrado con bombos y platillos por el gobierno, se logró en gran parte debido a la licuación de las pensiones. Esto, sumado a la devaluación, el aumento de tarifas y la inflación, aceleró la caída de los ingresos y redujo el nivel de actividad, explicó La Nación.
Hugo Alconada Mon, periodista de investigación argentino, señaló en una columna para El País que si bien en su especialidad, la economía, logró que la inflación bajara “del 20,6% de enero al 13,2% de febrero, el Banco Central sumó reservas, el peso mostró incluso una apreciación tenue y colocó un nuevo bono, en tanto que el ministro de Economía, Luis Caputo, cerró el primer mes del año con superávit fiscal, una rareza total en la Argentina”, también hay un lado B “preocupante”.
“Milei avanza con la delicadeza de un elefante en una cristalería. Y para reducir el gasto público no recurrió al bisturí, sino a su declamada motosierra. ¿Conclusión? Para que mejoren las cuentas del Estado nacional, pisó las transferencias a las provincias y acumuló deuda con los importadores, congeló la obra pública y dio luz verde a las subas de tarifas y combustibles, entre otras decisiones draconianas que deja enormes daños colaterales. El resultado fue previsible, según coinciden las consultoras privadas. Se licuaron salarios y jubilaciones, se retrajo el consumo, se enfrió la economía y aumentó la pobreza”, escribió.
Entre los grandes desafíos para Milei, destaca su lucha contra el narcotráfico a cargo de la ministra de Seguridad, puntualmente en Rosario. Allí, cuatro inocentes perdieron la vida hace poco más de una semana, víctimas de la respuesta narco a las políticas en contra de las bandas.
También está el tema internacional, donde Milei fraguó cercanas relaciones con Estados Unidos e Israel -visitó ambos países nada más iniciar su administración-, pero desechó y criticó a Brasil y China, dos naciones claves en el funcionamiento comercial argentino.
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