El 31 de marzo de 1964, un golpe militar dio inicio a 21 años de dictadura en Brasil. En medio de polémicas sobre cómo tratar la memoria de tal fecha, el centro de estudios Datafolha publicó una encuesta en la que dejó ver la actitud de los brasileños en relación con la democracia y la posibilidad de una nueva asonada de las FF.AA.
Para el 71% de los encuestados, la democracia es la mejor forma de gobierno. Solo un 18% asegura que da lo mismo si el país vive o no bajo ese régimen, mientras que el restante 7% cree que, bajo ciertas circunstancias, una dictadura es preferible. La investigación, realizada entre el 19 y el 20 de marzo, mostró un país que mayoritariamente defiende la democracia, aun no estando tan satisfecha con ella.
Esta es la trigésima vez que el instituto mide el talante democrático del país, en una serie histórica que comenzó en septiembre de 1989, un mes antes de las primeras elecciones presidenciales directas tras la dictadura militar que terminó en 1985.
El apoyo del 71% se encuentra entre los más altos del período estudiado, pero ha mostrado una caída desde el peak del 79%, registrado en octubre de 2022, cuando el entonces presidente Jair Bolsonaro promovió abiertamente su campaña contra el sistema electoral en la víspera de la segunda vuelta que perdería ante Lula, recuerda Folha.
En las series del instituto, el apoyo más bajo a la democracia se registró en febrero de 1992, cuando el país ya atravesaba la crisis política de su primer gobierno electo posdictadura, el de Fernando Collor de Mello. En septiembre de ese año, cuando se abrió el proceso de impeachment del entonces presidente, el respaldo para una dictadura ocasional alcanzaría su nivel más alto hasta el momento, 23%.
En la actualidad, el mayor apoyo al régimen democrático, indica Datafolha, se encuentra entre los segmentos de clase media y alta. En clase media, es del 87% de respaldo, contra el 85% de la clase con mayor renta. En tanto, las mujeres son el grupo menos entusiasta, con un 66% de apoyo a la democracia. Curiosamente, la posición política del entrevistado no muestra diferencias significativas sobre su apoyo a la democracia.
Otro índice optimista entre los brasileños es el que muestra “cuántas posibilidades creen que hay” de que vuelva a haber una dictadura en el país: el 53% encuentra que no hay chance de que eso ocurra. Un 20% lo encuentra posible, mientras que el 22% cree que hay poco riesgo de un retroceso democrático. Según Folha, el número de electores que no ve ninguna posibilidad de que la dictadura regrese a Brasil es el más alto de la serie histórica iniciada hace 10 años por Datafolha.
La encuestadora ha formulado la pregunta en siete oportunidades hasta el momento. Antes de la actual, en agosto de 2022, el 49% creía en la imposibilidad de una nueva dictadura, el 25% veía poco riesgo y el mismo 20%, un riesgo definitivo. En esos tiempos, Brasil estaba en plena campaña electoral entre Bolsonaro y Lula.
La confianza en que la democracia continúe aumentó este año, precisamente cuando investigaciones de la Policía Federal brasileña revelan una trama del círculo del expresidente Bolsonaro, para mantener el poder después de su derrota electoral. Ese plan se habría consumado en los actos golpistas del 8 de enero de 2023, en lo que resultó un fracaso para los amotinados.
Ahora, el cerco sobre Bolsonaro se cierra día tras día con el paso de las nuevas revelaciones. Desde sus cercanos aseguran que se trata de una “persecución política”, aunque ya se han revelado audios de reuniones golpistas protagonizadas por el expresidente.
Curiosamente, el momento en que más posibilidades de dictadura percibieron los brasileños fue en 2018: ese año, Bolsonaro fue electo presidente, y la encuesta de Datafolha daba un 42% de personas encontrando “imposible” la vuelta de una dictadura, contra un 31% que lo consideraba posible.
La publicación de la última encuesta de Datafolha coincide con un momento tenso al interior del gobierno de Lula, porque en un principio el Ejecutivo planeaba realizar actos de memoria del golpe de 1964. Entre los planes había un pedido de disculpas, por parte del Estado brasileño, a las víctimas de la dictadura militar, aseguró Folha.
A pesar de los planes, al final Lula terminó vetando todos los actos, en un intento de evitar confrontarse a los militares. Esto, porque precisamente en estas semanas están avanzando las investigaciones sobre la articulación golpista de Bolsonaro con las Fuerzas Armadas.
A pesar de las críticas, que vinieron de los segmentos más a la izquierda de la clase política brasileña, este veto a los eventos relativos a los 60 años del golpe en órganos de gobierno fue bien evaluado. Así, la encuesta de Datafolha mostró que un 59% aprueba el veto de Lula, contra un 33% que asegura que el líder del PT hizo mal.
Entre los que se consideran “mucho o algo” petistas (en alusión al oficialista Partido de los Trabajadores, el PT), el 77% piensa que actuó bien. Otro 19% dice que tomó una mala decisión en el caso. Según Folha de Sao Paulo, “teóricamente, las franjas más a la izquierda son los que exigen más memoria y debate sobre el período dictatorial”.
La mayoría de los brasileños quiere que se ignore la fecha que marcó el inicio de 21 años de dictadura militar en el país, el 31 de marzo de 1964. Según Datafolha, el 63% de los entrevistados así lo cree. El 28% ve motivos de celebración y el 9% no sabe responder.