Las protestas más multitudinarias desde la Primavera Árabe han encontrado un nuevo epicentro en la capital de Argelia desde que el Presidente, Abdelaziz Bouteflika, ratificara hace una semana su candidatura para la reelección para un quinto mandato en los comicios que se realizarán el 18 de abril. El mandatario, de 82 años, se encuentra en un frágil estado de salud en un hospital de Ginebra, en Suiza, después de un derrame cerebral que sufrió en 2013, lo que provocó que desde entonces no haya hablado en público. Para muchos, es un Presidente ausente y al borde de la muerte.
En respuesta a las manifestaciones en su contra, el Presidente anunció, por medio de su director de campaña, que después de las elecciones presidenciales convocará elecciones anticipadas en las que no participará como candidato.
El Presidente está demasiado débil para asumir, pero se desconoce quién está realmente a cargo. Según la analista Cristina Mas, citada por la BBC, Argelia está gobernada por "el poder", un grupo de militares y empresarios que no fueron elegidos democráticamente y que toman decisiones sobre la administración del país.
Este círculo, de acuerdo con la cadena británica, estaría liderado por el hermano menor del mandatario, Said Bouteflika, y el jefe del estado militar, Ahmed Gaid Salah.
Ascenso al poder
Argelia logró la independencia de Francia en 1962, después de una larga guerra en la que participó Bouteflika, un militante del Ejército de Liberación Nacional, el brazo armado del Frente de Liberación Nacional.
Luego, Argelia vivió un período de inestabilidad, con una frágil democracia, pero cuando los islamistas estuvieron cerca de ganar las elecciones en 1990, el Ejército intervino. Así, se produjo una guerra civil en la que murieron cerca de 200 mil personas.
En 1999, tres años antes de que terminara la guerra, Bouteflika llegó al poder después de haber participado en varios gobiernos, y mantuvo a los islamistas al margen. Los expertos estiman que se produjo una suerte de trato: una democracia imperfecta a cambio de estabilidad. Este sistema funcionó por dos décadas, pero actualmente Bouteflika atraviesa una crisis de liderazgo debido a una nueva lucha interna entre facciones.
La más reciente ola de protestas antigubernamentales en Argel y otras ciudades importantes se ha convertido en la mayor en 30 años, y ha sido liderada por jóvenes.
Según los expertos, las protestas en 2011 pasaron por alto a Argelia, que aún tenía el trauma de la guerra civil y tenía miedo de volver al caos de esa época.
Sin embargo, desde entonces ha habido un cambio generacional, y los que marchan ahora, dicen los analistas, son muy jóvenes para acordarse del derramamiento de sangre.