Las elecciones más tensas y polarizantes en la historia de Estados Unidos han producido escenas jamás vistas: manifestantes armados afuera de las oficinas donde se están contando los votos.

Algunos portan escopetas, otros pistolas y algunos incluso fusiles semiautomáticos tipo militar.

Los que van armados son apenas una minoría entre los muchos manifestantes que acuden a esos locales. Y no están haciendo nada ilegal, ya que las leyes en esos estados —Arizona, Nevada y Michigan— permiten el porte abierto de armas de fuego. No ha surgido reporte alguno de que alguien haya resultado lastimado.

Sin embargo, expertos y activistas advierten que la presencia de militantes ultraderechistas armados -también ha habido izquierdistas, pero muchos menos- podría crear un ambiente de tensión y hostilidad, llevar a intimidaciones e incluso la violencia.

“Hay mucha gente que cree que es algo normal, pero no lo es. Eso de normal no tiene nada”, expresó Cynthia Miller-Idriss, profesora de la American University experta en temas de violencia. “Se normaliza el potencial de violencia”.

La presencia de individuos armados responde a las denuncias infundadas del presidente Donald Trump de que los demócratas están tratando de robarse las elecciones. En realidad no se ha reportado ninguna irregularidad de consecuencia en los comicios.

Trabajadores electorales en los estados donde el candidato demócrata Joe Biden lleva la ventaja se han quejado de que la presencia armada a las puertas de sus oficinas les infunde temor.

Los individuos armados insisten en que están manteniendo la paz.

“Estoy aquí para proteger una protesta pacífica”, declaró Keith Owen, quien portaba un fusil semiautomático, una pistola enfundada y un chaleco con balas. Dijo que era veterano de la guerra de Afganistán y que ahora vive en Arizona.