En su discurso de apertura del nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso, el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, defendió este lunes su gobierno, calificó de “error” al escándalo del “vacunatorio VIP” que le costó el cargo al ministro de Salud Ginés González García, embistió una y otra vez contra el exmandatario Mauricio Macri y detonó su relación institucional con la Corte Suprema y la Justicia federal. En resumen, la prensa transandina coincidió en que el mandatario pareció girar al “kirchnerismo duro”, sepultando la promesa de abandonar la “grieta” que divide a los argentinos.
En 62 páginas de discurso político, casi dos horas de lectura frente al recinto semivacío de la Cámara de Diputados, Fernández instó a realizar una amplia reforma del poder judicial, al que criticó por considerarlo un sector con privilegios y politizado. “La reforma del poder judicial en su más amplia dimensión también es una demanda impostergable de la sociedad en su conjunto”, sostuvo el mandatario, quien ya presentó el año pasado un proyecto de ley para reformar el fuero federal, aún pendiente de debate en la Cámara de Diputados.
Fernández, un peronista de centroizquierda que ganó la presidencia en fórmula con la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, descartó que su posición pretenda favorecer a su ámbito político y enfatizó que responde a su formación como abogado. “Quisiera que en mis críticas al sistema judicial nadie vea rencor ni voluntad de favorecer a alguien. Hablo como lo que soy, un hombre que se ha criado en el mundo del derecho”, dijo. Kirchner, quien actualmente es vicepresidenta de Argentina y presidenta del Senado, ha denunciado ser víctima de una persecución judicial, con nueve causas abiertas en su contra por supuesta corrupción durante sus dos períodos de gobierno, de 2007 a 2015.
“Vivimos tiempos de judicialización de la política y politización de la justicia, que terminan dañando a la democracia y a la confianza ciudadana porque todo se trastoca”, expresó Fernández, citado por France Presse. El presidente pidió al Parlamento ejercer un “control cruzado” sobre el poder judicial y anunció que presentará este año una serie de proyectos que atañen a la Fiscalía y a la Corte Suprema de Justicia. También propuso establecer el juicio de jurados para los delitos más graves.
Demanda contra Macri por deuda con el FMI
En su discurso, Fernández también anunció que impulsa una demanda judicial contra el gobierno de su antecesor Mauricio Macri por la “irresponsable” deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo refinanciamiento negocia con el organismo crediticio. El mandatario dijo que instruyó a los abogados del Estado para iniciar una querella que determine “quiénes fueron los autores de la mayor administración fraudulenta y malversación de caudales públicos que nuestra memoria recuerda”.
Fernández, citado por The Associated Press, señaló que del préstamo otorgado en 2018 por el FMI al gobierno de Macri (2015-2019) por más de US$ 56.000 millones, del cual se desembolsaron unos US$ 44.000 millones, sirvió para la salida de capitales especulativos “con la anuencia de las autoridades” de entonces.
“Es necesario que endeudarse no sea gratis”, sostuvo el mandatario, quien aclaró que las negociaciones con el FMI para el refinanciamiento del monto adeudado “seguirán adelante, en un marco de respeto”, pero sin prisa. “No queremos apresurarnos en cerrar el acuerdo; nuestro único apuro es el de poner de pie a la producción y el trabajo”, dijo en referencia a un contexto de pobreza que se ha agudizado por la pandemia y que afecta a más de 40% de la población.
Román Lejtman, columnista del portal Infobae, destacó que “es la primera vez que un jefe de Estado ordena investigar a su antecesor en la Justicia federal penal. No hay antecedentes en todos los períodos democráticos desde 1916 a la fecha”.
Promesa “sepultada”
En cuanto a la lucha contra el Covid-19, Fernández dijo que seguirá “trabajando y consiguiendo las vacunas para cumplir los objetivos” en un contexto en el que la pandemia ya ha causado cerca de 52.000 muertos y más de dos millones de infectados, y que “si se cometen errores, la voluntad de este presidente es reconocerlos y corregirlos”.
Luego del discurso presidencial, Mario Negri, jefe del interbloque de la coalición opositora Juntos por el Cambio en la Cámara de Diputados, afirmó que el mandatario “vino a hacerse aplaudir anunciando una denuncia penal contra el expresidente Macri por el endeudamiento”. Agregó que Fernández parece ignorar el malestar de la sociedad por el “uso inescrupuloso del poder con las vacunas”.
De hecho, la prensa argentina informó de fuertes cacerolazos en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires tras el discurso de Fernández en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso.
“Esta vez, quedó claro que Alberto Fernández decidió sepultar a aquel presidente que asumió con la promesa de cerrar la grieta entre kirchnerismo y antikirchnerismo”, escribió Ignacio Miri, del diario Clarín. “En una ofrenda destinada a agradar a los sectores más duros del (oficialista) Frente de Todos, el Presidente eligió destacar las iniciativas y protestas de los sectores más enojados de la oposición para acusarlos por los banderazos, las protestas y las denuncias por los malos manejos de la respuesta a la pandemia”, añadió.
En la misma línea se pronunció Joaquín Morales Solá, columnista del diario La Nación. “Sus palabras chocaron de frente con su promesa de abandonar la grieta. Profundizó todavía más lo que ya es un abismo que separa a cerca del 40% de la sociedad, si se juntan los dos bandos enfrentados”, apuntó sobre las palabras del presidente. Y agregó: “El trazo grueso del discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa fue un boceto perfecto de las posiciones de Cristina Kirchner”.
Para Lejtman, Fernández declaró la ruptura con la oposición y la Corte Suprema. “Su discurso cambió en los últimos 365 días: fue poco conciliador y más cercano al kirchnerismo duro”, concluyó.