Las definiciones de Alberto Fernández a La Tercera: "Mi mayor empeño es que podamos estar unidos y enfrentar el desafío de gobernar un país que va a quedar diezmado"
Hace un mes, el ex jefe de gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, estuvo de visita en Chile y habló con La Tercera. Así veía el político argentino el escenario de su país en esta entrevista, publicada el 21 de abril.
Alberto Fernández estuvo esta semana de visita en Santiago invitado por el PRO para asistir al documental Al Fondo a la Izquierda de Marco Enríquez-Ominami, quien durante dos años llevó adelante entrevistas a distintos líderes de la región, como la exmandataria brasileña Dilma Rousseff; el uruguayo José "Pepe" Mujica y el gobernante venezolano Nicolás Maduro.
Como ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner y también de Cristina K, Alberto Fernández estuvo entre 2003 y 2008 en el corazón del poder en Argentina, aunque luego tomó distancia de la pareja presidencial, convirtiéndose en un crítico incómodo de la ahora exmandataria.
Tras una década de distancia, Alberto Fernández y Cristina Kirchner se han vuelto a reencontrar. En esta entrevista con La Tercera analiza la situación económica de su país, el panorama electoral con miras a octubre y la caída de la izquierda en la región.
¿Cómo ha sido el reencuentro con Cristina Fernández después de su largo distanciamiento?
Yo he sido muy amigo de Cristina y un día las diferencias políticas nos alejaron y durante 10 años estuvimos sin hablarnos. Un día, a instancias de Cristina, volvimos a hablar. Yo creo que fue una gran idea de ella. Cada vez que me preguntan de mi acercamiento con Cristina todos lo ven desde un punto de vista político,. Yo no puedo dejar de verlo desde un punto de vista afectivo, porque éramos amigos y un día la política nos distanció. La verdad que yo estoy muy contento de haber recuperado ese afecto y esa amistad.
Usted que conversa con ella ¿cómo se encuentra?
Cristina es una mujer de una fortaleza envidiable, sinceramente. A veces siento que yo por mucho menos habría tirado la toalla y ella, sin embargo, pelea, pelea, pelea. Le hacen la vida imposible a ella, a sus hijos. Es incansable en esa pelea. Es una mujer que yo creo que muchas de las críticas que muchos de nosotros tuvimos para con ella, ahora las está empezando a entender. Y, de algún modo, ella ha cambiado su percepción de su propio gobierno. Yo no pretendo nunca que alguien se disculpe por lo que hizo porque no soy quién para hacerlo. Pero valoro mucho que Cristina haya vuelto a hablar conmigo a instancias de ella y que haya recuperado el diálogo, que no es fácil, porque es un diálogo con diferencias, claramente. Pero ella evidentemente tiene una capacidad de escuchar, que en otro momento creo no tuvo.
¿Cuál es la evaluación que usted hace del gobierno de Mauricio Macri?
En 2017, Macri logra un resultado electoral muy positivo, pero a partir de ahí empieza un derrotero que es desastroso en términos de gestión de gobierno. Y entonces eso fue aparejando un deterioro de su imagen en creciente, que virtualmente le hizo caer en la consideración pública más de 20 puntos. Hoy las posibilidades de reelección de Macri son casi nulas. Es un dirigente que a duras penas llega al 30% de los votos. Y el crecimiento de Cristina también ha sido constante. Desde 2017 hasta hoy, Cristina ha sido la única política en Argentina que ha aumentado día a día el caudal de votos. Todavía falta para las elecciones, no sé si Cristina va a terminar siendo candidata o no, porque es una decisión que tiene que tomar ella, pero si las elecciones fueran hoy, seguramente Cristina podría ganar, como podría ganar cualquier opositor a Macri. Eso también es cierto, porque hay una fuerte reacción al gobierno de Macri.
¿Qué tan fuerte es la polarización entre los partidarios de Macri y los de Cristina?
Hay modelos contrapuestos. El modelo no es entre un país democrático y un país que se parezca a Venezuela, como le gustaba decir a Macri. La verdad, se trata de la diferencia y la distancia que hay entre un país ordenado y un país absolutamente desordenado como el Macri. Lo que la gente no le perdona a Macri es que le ha hecho imposible ordenar sus vidas: nadie sabe en Argentina lo que va a pagar por la luz o el gas al mes siguiente. Porque Macri ha hecho algo inadmisible, que es dolarizar todas las tarifas en una economía que se ha disparado y se ha destruido, donde los salarios han perdido estrepitosamente. Yo creo que esa polarización es la que la gente visualiza en Cristina como la más clara opositora a Macri. El presente es muy intolerable para Argentina.
¿Cree que es posible que la oposición se pueda unir en las elecciones?
Yo creo que sí y de cualquier manera lo que se va percibiendo es que, más allá de lo que resuelvan los dirigentes, la gente está resolviendo la unidad. Para decirlo de algún modo, Cristina hoy, según la encuesta que uno mire, tiene entre 33 y 36 puntos de intención de voto. Quien más cerca está en la oposición es Sergio Massa y tiene 7 y 8 puntos. Entonces la gente claramente visualiza a Cristina como la opositora más clara y trata de unir el voto opositor detrás de Cristina. Está claro que si nosotros logramos, además, un consenso de la dirigencia sería lo ideal y ese es mi mayor empeño, que podamos estar unidos y podamos enfrentar el desafío de gobernar un país que va a quedar diezmado después de Macri.
¿Será posible un acuerdo con Massa?
Es lo que más deseo, porque del espacio opositor no kirchnerista, por decirlo de algún modo, Massa es el único que tiene votos propios. El massismo existe. Cualquiera sea su grado de representatividad, mayor o menor, él tiene mucho para aportar, es un dirigente con mucho futuro. Yo lo que más quisiera es que él se avenga a la unidad y con reglas claras participe y se sume.
¿Usted dice entonces que Macri perderá la reelección?
Yo creo que la derrota de Macri está casi consumada, porque el rechazo social al gobierno es muy alto. No me preocuparía tanto por eso, me preocuparía por el día después. Porque el día después nos exige un gobierno distinto en Argentina. Un gobierno que cierre el ministerio de la venganza que abrió Macri, que termine con las persecuciones, que termine con la venganza de todos. No es que termine con las persecuciones a Cristina, sino que Argentina se olvide, de una vez por todas, de esa famosa grieta que nos divide y que hace la vida intolerable.
En el último tiempo América Latina ha estado marcada por casos de corrupción, ¿Este es un tema de gran preocupación en Argentina?
América Latina vivió durante 10 años un proceso de gobiernos progresistas. En Argentina los Kirchner; en Brasil Lula; en Chile, Lagos y Bachelet. Yo tengo la impresión que en algún lugar atacaron al progresismo en su parte más débil, que es la corrupción. A un progresista nadie le tolera la corrupción, porque el progresista viene a trabajar por los que menos tienen y, de repente, cuando la gente ve que se enriquecen en ese lugar, la gente reacciona muy mal. Me parece que ha habido casos de corrupción y me parece también que eso ha servido para perseguir a muchos opositores. Y eso es un tema que preocupa. En Argentina nosotros venimos a saber ahora que había una red que vinculaba a espías del Estado con fiscales federales, con periodistas, que servía para crear causas y extorsionar gente. Y eso es de una gravedad enorme. Cuando uno ve la condena que el juez (Sérgio) Moro le aplicó a Lula uno dice: qué tremendo cómo fue que hicieron eso. Y si después uno ve que Moro terminó siendo el ministro de Justicia de (Jair) Bolsonaro, empieza a explicarse las cosas.
¿Cómo evalúa la caída de líderes que fueron símbolos de izquierda?
Ha habido una tremenda campaña para meter a todos esos líderes progresistas en el cono de la corrupción. Sería ingenuo pensar que no hubo corrupción. No puedo decir que en el gobierno de Cristina no hubo corrupción, como cuando apareció un exsecretario de obras públicas con US$ 9 millones en el auto. Pero de lo que estoy seguro, porque la conozco, es que Cristina no participó de eso. Que puede haber ocurrido en el gobierno, claro que puede haber ocurrido. En América Latina se están usando las causas penales por corrupción para perseguir opositores a los gobiernos de turno. Y mucha gente que eligió a esos gobiernos, hoy lo padecen, porque creyeron en la prédica de la corrupción de los gobiernos progresistas.
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