A 53 días de las elecciones generales en Uruguay, el Frente Amplio (FA) intenta sumar apoyos para lograr el cuarto período consecutivo en el poder. Sin embargo, el partido de izquierda del actual mandatario Tabaré Vázquez y del expresidente José "Pepe" Mujica, aparece debilitado en intención de voto frente a la oposición. Según la última encuesta de la consultora Factum publicada el 21 de agosto pasado, el FA de la mano del candidato Daniel Martínez alcanzaría el 37% de respaldo electoral; el 26% sería para el Partido Nacional (PN) con Luis Lacalle Pou; el 19% para el Partido Colorado (PC) liderado por Ernesto Talvi; y el 9% con el reciente Partido Cabildo Abierto (CA) de Guido Manini Ríos.
Si las tendencias se mantienen hasta el 27 de octubre, Uruguay necesitará una segunda vuelta, ya que ningún candidato alcanzaría el 50% necesario para salir electo. Esto representaría una amenaza para el oficialismo, ya que el PC y el PA suman un 45% de intención de voto. A pesar de esto, un sondeo de Opción Consultores señala que un 66% de los uruguayos encuestados ya definió su voto, el 18% está "inseguro" y el 16% está "indefinido". Por lo que las siguientes semanas serían clave para los partidos uruguayos. Para Aldo Marchesi, director del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de la República de Uruguay, que visitó Chile para dictar la Cátedra Norbert Lechner en la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales, el Frente Amplio vive un "desgaste" producto de gobernar durante los últimos 15 años, por lo que la oposición uruguaya podría tener una oportunidad en una eventual segunda vuelta a pesar que viven una "fragmentación", señaló a La Tercera.
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El historiador uruguayo Aldo Marchesi.[/caption]
¿Cómo ve al Frente Amplio de cara a las elecciones?
El Frente Amplio (FA) fue una experiencia que marcó un cambio importantísimo en la política uruguaya. Primero su arribo a la intendencia y luego a partir de 2005 cuando asumen el gobierno nacional, ya van tres periodos y efectivamente implicó un giro muy importante en varios indicadores que tienen que ver con mejoras en aspectos sociales, avances en la agenda vinculadas al tema de género, en derechos humanos. En ese sentido, si bien hay un cierto desgaste por el hecho de haber gobernado por tres periodos todavía hay ciertas posibilidades de que en una segunda vuelta el Frente Amplio pueda llegar a ganar, pero es algo difícil porque también hay un creciente descontento por temas viejos y nuevos como: la seguridad y economía. Hay sectores que se han visto beneficiados a lo largo de todo este período, pero también hay sectores medios y medios bajo que no están relacionados a los trabajadores, sino a pequeñas y medianas empresas que no se han visto tan beneficiados.
¿Cómo queda la oposición ante el "desgaste" del FA?
Hay que pensar que Uruguay tenía desde el 71' un sistema de tres partidos (PC y PN), donde el Frente Amplio fue creciendo todo el tiempo hasta llegar a 2005 cuando ganaron un balotaje y desde ahí han ganado los tres veces balotajes seguidos lo que no es algo menor. En tanto, desde la oposición hay una fragmentación que no sé como va a jugar en términos electorales. Porque los liderazgos tradicionales no terminan de configurar una nueva alternativa política convincente y todo el tiempo hay una especie de renovación dentro de los partidos de oposición que no terminan de consolidar una apuesta real. A pesar de la fragmentación, la oposición en una segunda vuelta puede llegar a tener una oportunidad.
Considerando el alto porcentaje que obtuvo el exjefe de gabinete de los Kirchner, Alberto Fernández en las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO). ¿Cuál es la influencia del kirchnerismo en Uruguay?
Si bien el Frente Amplio fue parte de lo que se llamó la ola progresista que dio cuenta del momento en que un conjunto de partidos de centroizquierda estuvieron gobernando en gran parte de América del Sur, la relación del Frente Amplio con el kirchnerismo fue compleja porque no fue un vínculo de total afinidad. De hecho, tiene explicaciones históricas bastante lejas. Desde el primer peronismo, Uruguay tuvo relaciones tensas con ellos, incluso varios sectores de la izquierda uruguaya tenían una visión bastante antiperonista. Aunque otros sectores más vinculados a la izquierda nacional, como los Tupamaros, por ejemplo, tenían una sintonía o una forma de entender el fenómeno del peronismo. Sin embargo, gran parte de los sectores progresistas de la sociedad uruguaya han tenido una cierta actitud crítica lo que llevó a que la relación no fuera del todo buena. Pero también el quiebre se dio por una serie de asuntos muy concretos que tuvieron que ver con la instalación de una papelera sobre el río Uruguay que generó un conflicto con Argentina. Después vino una serie de políticas proteccionistas del kirchnerismo que generó conflictos en el Mercosur y llevaron a que la relación fuera complicada. A pesar que había una cierta empatía por la tendencia que se estaba dando en la región, la relación no fue totalmente armónica y cercana como lo fue con el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.
Uruguay y México se han alineado entorno a la política frente a Venezuela. ¿Cómo cree que es vista la postura uruguaya a diferencia de los países vecinos?
Es efecto de una relación directa entre el cambio de orientación ideológica de los gobiernos y la política hacia Venezuela. En el Uruguay del Frente Amplio, muchos líderes del FA han sido crítico del proceso autoritario que ha ido creciendo durante el periodo de (Nicolás) Maduro. Hace alrededor de tres semanas, los principales referentes políticos del FA dijeron directamente que en Venezuela había una dictadura, lo que era un proceso que se venía dando desde el conflicto que tiene Maduro con la Asamblea Legislativa en 2015 que generó una actitud muy crítica en muchos sectores del FA. Entonces, creo que la política del FA apuesta por tratar de poner frenos al autoritarismo creciente de Venezuela, pero tratando de buscar una salida entre las partes que están en conflicto dentro del propio país. En eso, la orientación ideológica del gobierno uruguayo tiene mucho que ver, porque básicamente está buscando evitar que EE.UU. tenga un papel central en la salida de la crisis que vive Venezuela.
¿Cómo ve la relación entre Uruguay y el Presidente Jair Bolsonaro?
Ese también es un tema donde hay una historia. En el ciclo de dictaduras, en los 60', que se inicia justamente en 1964 con un golpe de estado en Brasil y que marca un nuevo tipo de dictadura militar que después va a recorrer toda América del Sur, ahí Brasil tuvo un carácter anticipatorio que marcó el tono de las nuevas dictaduras que van a surgir en la región. El triunfo de Bolsonaro hizo resonar ese pasado y aunque en realidad los tiempos históricos son diferentes y ahora los procesos son cada vez más rápidos, el pasado resonó en cosas muy concretas hasta en el hecho de que ya empiezan a llegar brasileños a Uruguay buscando ciertas formas de asilo por diferentes motivos como minorías que han sido discriminadas. El gobierno uruguayo ha tratado de mantener una actitud de cordialidad con Bolsonaro porque otra cuestión evidente es que Brasil es una potencia económica y hasta militar, mientras Uruguay es un país pequeño en un contexto que en términos de alianzas políticas en la región también son muy limitadas porque Uruguay tiene un gobierno de centroizquierda rodeado por dos gobiernos de derecha con perfiles bastantes diferentes porque no es lo mismo (Mauricio) Macri que Bolsonaro, y también el perfil de centroizquierda de Uruguay está en conflicto relativo con Maduro entonces es un escenario bastante complejo.
¿Cuál considera que será el legado del Presidente Tabaré Vázquez?
En términos más históricos el primer gobierno del FA fue muy importante porque efectivamente transformó ciertos aspectos vinculados a las relaciones laborales, políticas fiscales y sociales y que generó un nuevo escenario. Es interesante que el cambio histórico del primer gobierno del FA tuvo muchos puntos en común con otras experiencias previas de la primera mitad del siglo XX asociados a lo que se llamo el batllismo en Uruguay, en algún sentido fue volver al pasado para retomar cierta agenda social y que efectivamente si en la próxima elección gana la derecha va a ser muy difícil para el FA ir en contra de todo esto. El principal legado de Vázquez fue concretar un nuevo estado social que volvió a preocuparse de derechos sociales.