Alemania cerró este domingo gran parte de sus fronteras con la República Checa y el Tirol austríaco para intentar contener la propagación de las variantes del coronavirus, lo que provocó discrepancias con la Unión Europea.
“Las personas que no formen parte de las pocas excepciones autorizadas no podrán entrar” en territorio alemán, advirtió el ministro del Interior, Horst Seehofer, en la edición dominical del diario Bild.
En medio de temperaturas glaciales, en el puesto fronterizo de Kiefersfelden, al límite de Austria, la policía filtraba este domingo escrupulosamente la circulación.
Los únicos que están autorizados a pasar son los ciudadanos alemanes, los residentes en el país y los trabajadores fronterizos esenciales, así como el transporte de mercancías, siempre y cuando presenten un test PCR negativo al coronavirus.
El domingo por la tarde, la policía alemana había inspeccionado unos 1.700 vehículos y prohibido el ingreso a 500.
El ministro del Interior de Austria, Karl Nehammer, consideró “absolutamente inaceptable” que se prohibiera a los conductores usar un atajo a través de Alemania para viajar de una región austriaca a otra.
Trenes interrumpidos
Para garantizar los controles, se han movilizado a más de 1.000 policías. La compañía ferroviaria Deutsche Bahn suspendió las conexiones con estas zonas y, el domingo por la mañana, la policía efectuaba controles en las llegadas del aeropuerto de Fráncfort.
El gobierno alemán impuso estas restricciones ante el temor de una nueva ola de contagios a raíz de las variantes británica y sudafricana del virus.
Berlín considera zonas de alto riesgo la República Checa, Eslovaquia y la región austriaca del Tirol.
Próximamente, las autoridades alemanas podrían también instaurar controles con la vecina región francesa de la Mosela, donde también se ha detectado una fuerte circulación de las variantes del virus.
En la República Checa, varios automovilistas se apresuraron a cruzar la frontera el sábado, antes de la entrada en vigor de las medidas.
“Tenemos curiosidad por saber qué pasará luego, ya que hacerse un test cada semana, y además pagarlo, sería un desastre”, declaró a la AFP, en el puesto fronterizo de Rozvadov, Milan Vaculka, un camionero que necesitaba cruzar la frontera para llegar hasta Francia.
Medidas “erróneas”
La Unión Europea (UE) no está de acuerdo con estas restricciones, ya que teme que, como sucedió en la pasada primavera, cada país del bloque mire para sí mismo para atajar la pandemia.
“Puedo entender el miedo frente a las mutaciones del coronavirus, pero hay que decir la verdad, que es que el virus no se detendrá con las fronteras cerradas”, lamentó el domingo la comisaria europea de Salud, Stella Kyriakides, en el periódico alemán Augsburger Allgemeine.
“La única cosa que ayuda son las vacunas y las medidas de prevención sanitarias y, en mi opinión, es erróneo volver como en marzo de 2020 a una Europa de fronteras cerradas”, añadió.
Esta críticas suscitaron la indignación del ministro alemán del Interior, precisamente cuando a la Comisión Europea se le reprocha su lentitud en las campañas de vacunación.
“¡Ya basta ahora!”, declaró Seehofer al diario Bild.
La Comisión “cometió bastantes errores”, y “tendría que apoyarnos en lugar de ponernos trabas con sus consejos”, agregó.
Alemania acaba de decidir mantener al menos hasta el 7 de marzo el confinamiento parcial de su población.
En la República Checa, que figura entre los países más afectados de Europa, con más de un millón de casos declarados con menos de 11 millones de habitantes, tres cantones --dos de los cuales en la frontera alemana-- fueron confinados el jueves debido a la alta circulación de la mutación británica del patógeno.
El Tirol, aislado desde el miércoles por el gobierno austriaco, es considerado el mayor foco europeo de la variante sudafricana.