Los alemanes votaban este domingo en unas elecciones de resultado incierto en las que socialdemócratas y conservadores se disputan la sucesión de Angela Merkel, que dejará la cancillería tras 16 años en el poder.

“Siempre voy a votar, pero este año es apasionante saber quién va a ser” el próximo canciller, señaló Ursula Becker, una electora de 62 años de Aquisgrán, una ciudad del Rin situada al oeste de Alemania.

Los colegios electorales estarán abiertos hasta las 18.00 hora local (13.00 horas de Chile).

Unos 60,4 millones de votantes tendrán que elegir a sus diputados, aunque cerca de un 40% seguían indecisos a pocos días de la crucial votación en la mayor economía de Europa.

El escrutinio marca el fin de los 16 años de Angela Merkel en el poder y deja a Alemania, un país con una tradición de estabilidad, ante un nuevo período de incertidumbre.

Las encuestas proyectan un resultado muy ajustado con el bloque conservador de Merkel, el CDU-CSU, con alrededor de 23% de las intenciones de voto, detrás del socialdemócrata SPD con 25%, una diferencia dentro del margen de error.

La mañana del domingo, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, introdujo su papeleta en su colegio electoral de Berlín.

“Quien vota da vida a la democracia”, declaró el presidente socialdemócrata, que instó a la gente a acudir a las urnas.

Intensas negociaciones

El nombre del futuro canciller y la composición de su probable mayoría corre el riesgo de no conocerse la noche del domingo.

Todo indica que serán necesarias largas e intensas negociaciones para formar una coalición, por lo que podría producirse una parálisis europea hasta el primer trimestre de 2022.

La batalla por la cancillería quedó como un duelo entre dos hombres: el ministro de Finanzas y vicecanciller Olaf Scholz, de 63 años, del SPD, frente a Armin Laschet, 60 años, de la alianza conservadora de Merkel.

Con más de 30 años en política, Merkel, de 67 años, podría permanecer en el cargo durante el periodo de negociación.

Tras mantenerse alejada de la contienda electoral, la canciller aumentó su participación en los mitines en los últimos días para apoyar a Laschet.

Atascado durante mucho tiempo en el tercer puesto en los sondeos, el SPD remontó a mediados de agosto gracias a los errores de sus oponentes, combinados con la casi impecabilidad de su líder, de tendencia centrista, lo que permitió contradecir las previsiones que aseguraban que uno de los partidos más antiguos de Europa estaba en proceso de una muerte lenta.

Exalcalde de Hamburgo, Scholz no duda en exhibirse como el verdadero heredero de Merkel, pese a su falta de carisma.

Durante mucho tiempo a la cabeza en la intención de voto, los democristianos podrían caer de la marca simbólica del 30% por primera vez desde 1949.

Laschet, un centrista afable propenso a las meteduras de pata, era el claro favorito para suceder a su aliada Merkel, pero su popularidad comenzó a declinar tras una serie de entuertos en el verano boreal, como cuando se le captó en televisión riendo durante un tributo a las víctimas de las inundaciones en Alemania.

El temor a una coalición de izquierda, agitada por los conservadores, podría también movilizar al electorado indeciso.

Sabor amargo

Por su parte, Los Verdes se centrarán en obtener el tercer puesto, con alrededor del 17%.

Este resultado sería histórico para esta facción ecologista, que hasta ahora sólo ha superado la marca del 10% en 2009.

Pero los dejaría con un sabor amargo porque en abril estaban situados encabeza en las encuestas, en una Alemania preocupada por el cambio climático, una cuestión sensible especialmente entre los jóvenes.

“Es realmente un tema muy importante para mí, porque creo que influirá mucho en mi vida en el futuro”, señaló este domingo Maite Hoppenz, una votante de 18 años que votó por primera vez.

La líder de los Verdes, Annalena Baerbock, de 40 años, multiplicó los contratiempos antes del verano, entre acusaciones de plagio y primas sin declarar.

Los Verdes desean formar parte del gobierno, sobre todo con los socialdemócratas. Sin embargo, por primera vez desde la década de 1950, todo apunta a que será necesario el apoyo de una tercera formación.

Los liberales del FDP ya están apareciendo como un potencial candidato, mientras que la izquierda radical Die Linke parece estar dispuesta a entrar en esa posible coalición, pero primero tendrá que renunciar a sus críticas contra la OTAN.

Por su parte, la ultraderecha AfD, que entró en Bundestag por primera vez hace cuatro años, debería consolidarse como partido con alrededor del 10%, aunque permanece excluida de cualquier posible coalición.