“Se responsabilizará a los despreciables atentados terroristas contra la Democracia y las Instituciones Republicanas, así como a los financistas, instigadores, anteriores y actuales agentes públicos que continúen en la conducta ilícita de actos antidemocráticos. ¡El Poder Judicial no faltará en Brasil!”. A través de Twitter, esa fue la promesa que Alexandre de Moraes hizo la tarde del 8 de enero pasado, poco después de que Brasil y el mundo fuera testigo del insólito asalto de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro al Palacio de Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) en Brasilia, exigiendo un golpe de Estado contra el recién asumido gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Una promesa que el ministro del STF se ha encargado de cumplir y que lo ha colocado en la palestra debido a sus acciones luego del ataque a las sedes de los poderes del Estado. En medio de la crisis que atraviesa Brasil, Moraes ordenó a las fuerzas policiales y militares impedir el bloqueo de carreteras y la toma de lugares, amenazando con multas e incluso penas de cárcel para quienes participen de estos actos.
Por otro lado, ordenó la destitución del gobernador del Distrito Federal de Brasilia, Ibaneis Rocha, durante 90 días, tras calificar su conducta como “intencionalmente omisiva” por haber considerado los actos de vandalismo como una “manifestación política libre en Brasilia” y por haber ignorado los llamados de las autoridades para elaborar un plan de seguridad similar al empleado el 7 de septiembre pasado, con motivo del Día de la Independencia, cuando Bolsonaro les pidió a sus partidarios “dar sus vidas”.
Asimismo, Moraes ordenó la detención del exsecretario de Seguridad Pública del Distrito Federal de Brasilia, Anderson Torres, quien ya había sido destituido la tarde del 8 de enero, tras el asalto de los simpatizantes de Bolsonaro a las sedes de los tres poderes del Estado. Torres fue hasta el pasado 31 de diciembre ministro de Justicia del gobierno del expresidente y estaba en EE.UU. el día de la invasión a los edificios gubernamentales. Este sábado fue detenido por las autoridades en el aeropuerto internacional de Brasilia tras desembarcar procedente de Miami.
Esta orden de arresto se suma a la captura ordenada por Moraes del comandante que estaba a cargo, el día del ataque, del operativo desplegado por la Policía Militar en Brasilia mientras las hordas de radicales golpistas invadían el Congreso, la Presidencia y la Corte Suprema. El coronel Fabio Augusto Vieira ya había sido destituido de su cargo por el interventor federal Ricardo Cappelli
Y la noche del viernes, Moraes fue un paso más allá, al acoger la solicitud de la Fiscalía General e incluir a Bolsonaro en las investigaciones de actos terroristas en Brasilia. Durante esa jornada el Ministerio Público había solicitado al Supremo Tribunal Federal que el expresidente fuera investigado como uno de los autores intelectuales por incitación de los actos golpistas.
Carrera política y judicial
La carrera política de Alexandre de Moraes se remite al 2002 cuando, después de trabajar como fiscal, el entonces gobernador de Sao Paulo y actual vicepresidente de Lula, Geraldo Alckmin, lo invitó a ser secretario de Justicia de ese estado, cargo que ejerció hasta 2005, cuando fue propuesto por la Cámara de Diputados para ser parte del Consejo Nacional de Justicia, puesto en el fue fue designado por el actual presidente brasileño.
Después de asumir como secretario de Transportes en la alcaldía de Sao Paulo (2007-2010), Moraes tuvo un tiempo de retiro, hasta que Alckmin le ofreció liderar la Secretaria de Seguridad Pública (2015-2016), cargo en el que fue acusado de ser implacable en la represión de movimientos sociales. Ese último año, obtendría el puesto más importante hasta la fecha en su currículum: ministro de Justicia y Seguridad Pública, invitación que le hizo el entonces Presidente Michel Temer.
Sin embargo, un año después, en 2017, ocurrió la muerte del ministro del STF Teori Zavascki, escenario en el que Temer designó a Moraes para cubrir la vacante del fallecido magistrado. Esta decisión fue apoyada por el Senado, pero a la vez fue duramente criticada por el Partido de los Trabajadores (PT), que señaló que Moraes no podía ser asignado como ministro del STF por su carrera política y sus conexiones con el Movimiento Democrático Brasileño, el partido de Temer. Situación que refutaron otros ministros del tribunal, aclarando que esto no interferiría con la imparcialidad que merece el cargo, destacando su conducta intachable.
Disputa con Bolsonaro
La situación entre el Palacio de Planalto y el STF cobró un giro cuando, en 2018, Jair Bolsonaro fue electo como presidente, momento en el cual el tribunal asumió un rol más intervencionista, generando conflictos con el Ejecutivo. El primer roce ocurrió cuando, en medio de la controversia por el caso de corrupción de Lava Jato, la Corte Suprema negó el recurso que impedía el arresto de Lula, lo que permitió que el juez Sergio Moro ordenara la detención del exmandatario.
Sin embargo, un año después, el máximo tribunal cambió de perspectiva al fallar en contra de la detención tras una condena en segunda instancia, lo que se tradujo en la liberación de Lula luego de 580 días de prisión. Finalmente, en marzo de 2021 el STF anuló todas las sentencias que pesaban contra el expresidente.
Ese mismo año, los conflictos entre Moraes y Bolsonaro se intensificaron, cuando el magistrado dio la orden de detener al diputado Daniel Silveira, lo cual causó un intenso debate político. La razón detrás del arresto se debía a que el legislador aliado de Bolsonaro había publicado un video en redes sociales en los que amenazaba a los ministros del STF, mientras defendía el Acta Institucional N°5, que data de la época de la dictadura en Brasil, en la que se menciona el poder casi absoluto del poder ejecutivo y el cierre del Congreso. Moraes justificó la decisión explicando que es indispensable actuar contra un parlamentario que busque dañar la independencia de los tres poderes del Estado, además de señalar la falta constitucional de promover y propagar ideas que atenten contra la democracia y el Estado de Derecho.
En 2022, el diputado ultrabolsonarista fue condenado a ocho años de prisión, pero un día después de darse a conocer la sentencia, Bolsonaro le otorgó el indulto a Silveira, apelando a la libertad de expresión, acción que puso en conflicto la decisión del máximo tribunal y la del jefe del Ejecutivo.
Debido a este hecho, junto con las políticas estrictas contra las fake news, las cuales muchas apuntaban a Bolsonaro, la ira del entonces presidente se hizo presente en un discurso que realizó en septiembre de 2021, en la avenida Paulista de Sao Paulo, donde amenazó al ministro del STF: “Cualquier decisión de Alexandre de Moraes, este presidente no la cumplirá más. La paciencia se agotó”, exclamó el entonces mandatario en una de sus declaraciones más incendiarias.
Las rivalidades llegaron a un punto crítico cuando, en agosto de 2022, Moraes asumió como presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), dos meses antes de las elecciones presidenciales. Durante su discurso, expresó su compromiso con la democracia y el Estado de Derecho, junto a su lucha ferviente contra las fake news. Este aspecto molestó enormemente a Bolsonaro, ya que desde antes del discurso divulgó públicamente sus ideas sobre un posible “fraude electoral” sin evidencia ni pruebas, lo que lo convirtió en un blanco para la investigación, en conjunto a una supuesta manipulación de la Policía Federal para proteger a sus hijos, acusados de corrupción.
Entre retiros de noticias con información falsa relacionada al candidato de extrema derecha, allanamientos a simpatizantes del mandatario por expresión de ideas golpistas, los conflictos persistieron hasta la derrota de Bolsonaro en las urnas, lo que produjo el malestar tanto del candidato como se sus seguidores , quienes vociferaron el supuesto fraude electoral que había ocurrido, aún sin tener pruebas de ello.
Castigo a todos los responsables
Tras el asalto de los bolsonaristas a los edificios gubernamentales, Moraes anunció, durante la toma de posesión del nuevo director general de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, que “las instituciones castigarán a todos los responsables. Los que llevaron a cabo los actos, los que los financiaron, los que los alentaron, por acción o por omisión”.
Declaraciones que podrían interpretarse como un mensaje para Bolsonaro, con quien ha mantenido una tensa relación durante sus años de gobierno y quien permanece en Orlando, Florida, desde antes de la ceremonia de investidura de Lula.
A pesar de los conflictos y constantes roces con el poder ejecutivo y partidos como el PT, Alexandre de Moraes mantiene una postura de mano firme, lo cual le ha valido el respeto de unos y el odio de otros.