“(Luiz Henrique) Mandetta fue dimitido por los motivos errados”. A los pocos minutos que el Presidente brasileño Jair Bolsonaro destituyera a su ministro de Salud el jueves, esta fue la reacción en Twitter del diputado federal del Partido de los Trabajadores (PT) por Sao Paulo, Alexandre Padilha. Y es que este médico especialista en enfermedades infecciosas, formado en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), conoce bien ese cargo. Ocupó esa cartera entre 2011 y 2014, durante el gobierno de Dilma Rousseff, en una gestión en la que fue responsable del lanzamiento del programa Mais Médicos. En esta entrevista con La Tercera, Padilha, quien también fue ministro de la Secretaría de Relaciones Institucionales (2009-2010) durante la administración de Lula, aborda el papel de Bolsonaro en la crisis sanitaria generada por el Covid-19 y el impacto de la pandemia en Brasil.
En una entrevista, usted dijo que Bolsonaro “es un factor diario en la propagación del virus”. ¿Cree que el Presidente es el principal responsable de la crisis sanitaria que vive Brasil por el coronavirus?
Sumado a la virulencia propia del Covid-19, el Presidente Bolsonaro es sin duda el factor más letal para la crisis que está viviendo Brasil. El país ya estaba en una crisis económica, el crecimiento de 2019 fue cerca de 1% en función de medidas tomadas por el gobierno de Bolsonaro. Y ahora Brasil está en el epicentro de la crisis sanitaria del coronavirus entre los países del hemisferio sur. Brasil vive una profunda crisis política e institucional, porque el Presidente Bolsonaro traba una disputa política primero con los gobernadores y alcaldes, luego con los médicos, con la ciencia de Brasil, con las instituciones públicas universitarias. Bolsonaro también hace una disputa política con la prensa en general, que es boicoteada en su papel de garantía de información de calidad a la población, e incluso con su propio ministro de Salud. Además de haber tratado de faltarle el respeto al Congreso y al Poder Judicial, ahora es el principal factor desestabilizador para que Brasil enfrente esta guerra que es la pandemia del coronavirus, asociada a una crisis económica que perjudica a la mayoría de la población.
Según una encuesta de Datafolha, el 76% de los brasileños apoya el aislamiento social para combatir el coronavirus. ¿Cree que es una buena medida?
La única forma de que Brasil no llegue a un colapso inmediato en el sistema de salud es reducir el contacto social, pedirle a las personas en sus casas que mantengan la cuarentena, que defiendo se mantendrá al menos hasta finales de abril, para que a principios de mayo se revalúe cuál es capacidad real del sistema de salud para soportar el crecimiento de casos. Las medidas de aislamiento social son fundamentales para aplanar la curva de crecimiento y evitar un peak, reduciendo así el riesgo de un colapso del sistema de salud en nuestro país.
¿Y por qué entonces Bolsonaro se opone a esta medida?
Bolsonaro se opone a medidas como la cuarentena en primer lugar porque nunca colocó la vida y la defensa de la vida como el tema central de su proyecto de gobierno y de sociedad. Bolsonaro fue un defensor público de la tortura, de la liberación del uso de armas, del no respeto a los derechos humanos. Bolsonaro destruyó el programa Mais Médicos, retirando a los médicos de la atención primaria de salud y conduciendo en 2019 a un aumento en la mortalidad general de la población brasileña, un aumento en la mortalidad infantil, un aumento de casi el 50% en la mortalidad infantil en la población indígena. En este momento Bolsonaro está más preocupado de hacer un discurso por los intereses financieros de algunos empresarios que por construir propuestas y sustentar propuestas que salven la vida de los brasileños.
Previo a que lo destituyera a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, Bolsonaro lo criticó, afirmando que carece de “humildad”. ¿Cómo juzga la disputa que protagonizaron ambos?
Bolsonaro ha tenido una actitud de negación de la ciencia, de las orientaciones técnicas del Ministerio de Salud y de su ministro. Aquí nosotros denominamos la postura de Bolsonaro de un verdadero terraplanismo epidemiológico, niega las evidencias más claras en relación a las medidas que deben tomarse en una situación de pandemia y crisis sanitaria como esta. El equipo técnico del Ministerio de Salud se ha formado durante muchos años, con una postura absolutamente coherente con las directrices de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud y el ministro de Salud siguió estas directrices. Creemos que la salida del ministro puede significar la partida de todo este equipo técnico tradicional del ministerio.
¿Cree que Mandetta gestionó adecuadamente la crisis sanitaria del Covid-19?
La evaluación que tuvo en el primer momento el Ministerio de Salud subestimó los riesgos reales ante el crecimiento anticipado de los casos de coronavirus en Brasil. Hasta finales de febrero el ministerio creía que los casos no deberían crecer sino a partir del mes de mayo, cuando comienza el invierno en Brasil, por eso el país no estaba preparado en cantidad de camas de UTI, en número de pruebas, número de médicos distribuidos en atención primaria de salud y número de equipos de protección para trabajadores, medidas decisivas para evitar un colapso inmediato en abril y un aumento de la infección entre los trabajadores de la salud. Los datos de hoy revelan, por ejemplo, que en el estado de Sao Paulo casi el 80% de las camas de la UTI ya están ocupadas por casos confirmados de coronavirus o síndrome respiratorio agudo grave. Ya tenemos hospitales en Brasil, como en Río de Janeiro o en Sao Paulo, donde el 20% a 25% de los trabajadores ya fueron infectados por el coronavirus o alejados de sus labores porque son parte de los grupos de riesgo que pueden tener una letalidad con la infección.
Usted afirmó en una columna que “la irresponsabilidad de Bolsonaro y la insensibilidad de su Ministro de Economía, Paulo Guedes, pueden llevar a Brasil a tener su peor invierno en la historia de la salud pública”. ¿Por qué?
Tres factores llevan a Brasil a una situación muy grave en su invierno este año. El primer factor es la existencia misma de la pandemia de coronavirus. Es muy difícil proyectar una estimación del número de infectados y el número de muertes. En todo caso, el número de casos en Brasil es mucho mayor que los reportados, porque el país hoy sufre de una escasez de pruebas de diagnóstico. En segundo lugar, Brasil ha estado viviendo en los últimos años el desmantelamiento de su sistema nacional de salud pública. Desde 2016, cuando hubo cambio de gobierno, tuvimos un cambio en la Constitución que congeló los recursos en el área de salud y significó el retiro de casi 23 mil millones de reales de recursos en el área, esto es hoy más o menos una quinta parte del presupuesto del Ministerio de Salud. Y una tercera característica es que el aumento de la pobreza en Brasil se concentró fundamentalmente en la población de ancianos y en las personas en situación de calle. Estas tres características conducen a una realidad que considero muy crítica para el invierno brasileño, especialmente en las regiones del Sur y Sudeste del país, donde tradicionalmente siempre hemos tenido más casos de gripe grave, síndrome respiratorio agudo grave y los propios casos de influencia.