Alguna vez fue considerado por la opinión pública rusa como el responsable de la modernización del Ejército de su país, así como objeto de orgullo por supervisar la anexión de Crimea, la que fue calificada como una “exitosa operación” en 2014. Pero hoy su buena estrella parece haberse apagado. En medio de la necesidad de un chivo expiatorio al que culpar por las estrepitosas derrotas sufridas por Rusia en Ucrania las últimas semanas, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, vive sus horas más bajas.
Los plebiscitos ilegales que, según Vladimir Putin, pusieron a cuatro regiones de Ucrania bajo el control del Kremlin, debían ser motivo de celebración en la reunión que el Presidente de Rusia había convocado luego de estas consultas. En dicha ocasión, tanto líderes militares como miembros de la elite rusa estaban presentes, y buscaban, según el diario británico The Guardian, emitir una sensación de fuerza y unidad a la población.
No alcanzaron a pasar 24 horas para que toda la puesta en escena quedara enterrada bajo las continuas derrotas que el Ejército ruso sufrió a manos de Ucrania. Y siete meses y medio después de que se iniciara el mayor conflicto bélico en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, la sensación de que la guerra no se puede ganar se hace cada vez más patente, por lo que, en opinión de altos mandos rusos, alguien debe pagar el precio.
Son dos las personas en lo alto de la elite política que estarían presionando por la salida de Shoigu: el oligarca y estrecho confidente de Putin, Yevgeny Prigozhin, y el volátil líder checheno, Ramzan Kadyrov, detalló el mismo medio británico luego de numerosas entrevistas con miembros del gobierno ruso, así como excolaboradores del mismo. Tanto Prigozhin como Kadyrov le habrían declarado abiertamente la guerra al ministro de Defensa y a sus principales generales tras los desastres en la última etapa de la campaña militar.
Quizás uno de los detalles más interesantes de lo expuesto por The Guardian es la política que el propio mandatario ruso alienta, donde enfrenta a sus propios subordinados entre sí para evitar que estos se unan en su contra.
“Putin es una persona muy destructiva, enfrentará a las diferentes facciones y verá cuál es el mejor resultado”, aseguró un exfuncionario del Ministerio de Defensa que no quiso revelar su identidad y que el medio entrevistó. “No sabe cómo arreglar las relaciones, así que al final, alguien será la víctima. Putin solo quiere ver qué es lo mejor para él y para la guerra en Ucrania”, agregó.
Para el editor y columnista ruso de Bloomberg, Leonid Bershidksy, la estrategia es efectiva en cuanto a que la discusión parece enfrascada entre los distintos ejércitos, es decir, entre el regular y los paramilitares, sin salpicar a Putin. “No vas a escuchar a Kadyrov o Prigozhin, criticar al comandante en jefe. En la superficie, es un conflicto entre el Ejército regular y los freelancers de todo tipo: combatientes voluntarios chechenos, mercenarios de Wagner, nacionalistas como el coronel retirado Igor Girkin (Strelkov) o el más moderado Andrei Gurulyovv, ahora diputado, antes teniente general. Todos son leales a Putin, salvo el comentarista Strelkov, pero si el curso de la guerra sigue tan favorable a Ucrania, la ira puede volverse contra Putin”, consignó el medio español El Independiente.
Marat Gelman, antiguo asesor del mandatario ruso y ahora crítico del líder del Kremlin, fue quien confirmó las sospechas al respecto. “Este juego de equilibrios podría funcionar en tiempos de paz, pero ahora mismo distrae de los esfuerzos de guerra”.
Tanto para Gelman como para otros analistas, como nunca antes en la larga administración de Putin, las diferencias entre los miembros de la elite política rusa están expuestas a la luz pública. “El Kremlin está buscando chivos expiatorios. Ha habido tres fracasos evidentes: el inicio de la guerra, los últimos fracasos militares y la farsa de la movilización”, dijo Gelman.
Complementando dicha postura, el veterano politólogo ruso Dmitry Oreshkin explicó que este tipo de enfrentamientos son “nuevos, importantes y también sin precedentes”, ya que “no hemos visto antes una batalla tan abierta y pública entre las élites por la atención de Putin”.
La rivalidad, al menos entre Shoigu y Prigozhin, se remonta años atrás, cuando la organización paramilitar Wagner –a la que este último se lo asocia incluso como financista y propietario– batallaba en Crimea. Sin embargo, esta se exacerbó con el despido del viceministro de Defensa Dmitry Bulgakov, por parte de Shoigu. Y habría sido este funcionario quien ayudó a Prigozhin a obtener lucrativos contratos con el Ejército ruso.
Según un alto funcionario que trabajó con ambos, este último “saldrá ahora a vengarse de Shoigu”, y lo describió como una persona “sin moral, sin conciencia y sin aficiones... Es una máquina en el mal sentido de la palabra”.
Su aliado en la cruzada contra el actual ministro de Defensa es un aliado improbable para cualquier analista meses atrás. Ramzan Kadyrov, líder checheno que estableció la república del Cáucaso Norte como un feudo personal y moneda de cambio para asegurar su lealtad a Rusia, detalló The Guardian.
En los últimos días, Kadyrov ha emergido como uno de los principales detractores de Shoigu, asegurando que le bastaría llevar a sus propios combatientes para tomar Kiev en días, objetivo que el ministro intentó fallidamente durante todo marzo de este año.
Tras la derrota del Ejército ruso días atrás en Lyman, un centro ferroviario crucial en la región de Donetsk, el checheno despotricó contra el Estado Mayor ruso y el comandante del distrito militar central, Alexander Lapin, quien era el encargado de la defensa de la ciudad.
A través de un mensaje de Telegram, Kadyrov aseguró que “la vergüenza no es que Lapin sea incompetente”, sino que “está siendo protegido desde arriba por la dirección del Estado Mayor. Si de mí dependiera, lo rebajaría a soldado raso, le quitaría las medallas y lo enviaría con un fusil al frente para limpiar su vergüenza con sangre”, dijo en un raro ataque a las cúpulas del Kremlin. “El nepotismo militar no lleva a ningún sitio bueno”, remató.
No son los únicos que deslizan críticas indirectas (y otras no tanto) sobre el desempeño militar de Shoigu en la última etapa de la campaña militar. Un funcionario ruso instalado en el territorio ucraniano ilegalmente anexado dijo incluso que el ministro de Defensa debería pegarse un tiro por sus fallos en el conflicto de Ucrania.
Margarita Simonyan y Vladimir Solovyov, dos propagandistas televisivos rusos, así como Andrey Kartapolov, antiguo general del Ejército y jefe del comité de Defensa de la Duma Estatal, han atacado públicamente medidas impulsadas por el ministro. “Nuestro pueblo no es estúpido”, dijo Kartapolov. “Pueden ver que no se les dice la verdad”.
Y aparentemente, el líder de la cartera de Defensa no estaría en desacuerdo con su propia salida. Así lo hizo ver un exfuncionario del ministerio, quien afirmó que “conociendo a Shoigu, creo sinceramente que estaría feliz de ser despedido ahora mismo. Quiere salir de este lío”. Pero también señaló que Putin sabe que puede confiar plenamente en su ministro, por lo que despedirlo sería muy vergonzoso. “Incluso si Shoigu no está contento con lo que está sucediendo, siempre será leal a Putin y hará su trabajo”, añadió.
“Cuanto más alto llegas, más desesperación sientes. Ahora hay una comprensión general de que la guerra no se puede ganar”, dijo en un duro análisis un periodista que trabaja en la televisión estatal rusa y que mantiene buenos contactos políticos, quien pidió no revelar su identidad. Visión que, de alguna manera, parece la tónica dentro de las altas cúpulas rusas, justo en uno de los momentos más complejos para la campaña invasora.