Economista de formación y presidenta del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) desde hace más de dos años, Alice Weidel ha sido capaz de impulsar a su grupo político al frente de la escena, por primera vez en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial para un partido de extrema derecha.

Apodada “la Dama de Hierro” o “la Princesa de Hielo”, Weidel encarna la extrema derecha alemana que atrae cada vez a más votantes. Una extrema derecha que parece negar sus connotaciones nazis mientras desea acabar con la inmigración, al punto de querer enviar a los “inmigrantes” de vuelta a su país.

A sus 45 años, Weidel, nieta de un juez nazi, homosexual declarada, que convive con una mujer suiza de origen esrilanqués con la que está criando a dos hijos, está a punto de provocar un terremoto en la escena política alemana. “No hay una señora Weidel, hay varias señoras Weidel”, afirma Patrick Moreau, doctor en Historia, doctor de Estado en Ciencias Políticas e investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia.

Alice Weidel y Alexander Gauland, dirigentes del Partido Alternativa para Alemania.

“Evoluciona mucho con el tiempo. Originalmente, es una conservadora muy clásica. Está en una línea tradicionalista, aparte de su sexualidad. Empezó a radicalizarse observando lo que el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) estaba haciendo en ese país, que es de hecho el modelo de la AfD. Es decir, una política en la que dar un paso al frente y atacar constantemente al sistema permitiría movilizar a más y más personas que se sienten incómodas en su propia piel”, agrega.

Saber traducir las demandas de sus activistas

Creada en 2013, la AfD ha evolucionado, por tanto, a partir de 2015, con la llegada de los votantes de extrema derecha. Una franja que algunos llaman ahora los “racistas”, muy presente en la ex Alemania del Este. Una evolución con la que se conforma Alice Weidel, que asume su racismo, aunque, según ella, no sea un racismo que pueda calificarse de primario.

“Considera que el islam, la inmigración, los inmigrantes de África en particular, pero también de Medio Oriente, le impedirán asumir su forma de vida occidental, su homosexualidad, su ‘feminismo’ de cierta manera, ya que se trataría de personas que quisieran degradar a las mujeres, encerrarlas, y que serían muy retrógradas en cuestiones sociales”, explica Paul Maurice, secretario general del Comité de Estudios de las Relaciones Franco-Alemanas del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

Los colíderes del partido Alternativa para Alemania, Alice Weidel y Tino Chrupalla, ofrecen una conferencia de prensa después de las elecciones estatales en Sajonia y Turingia, en Berlín, el 2 de septiembre de 2024. Foto: Reuters

Aunque no todos los simpatizantes de AfD comparten esta retórica, Alice Weidel encaja perfectamente con el sentimiento colectivo de este partido. “Ella no encarna a la mayoría de los votantes de la AfD, que están en su mayoría en el este, que son personas de las clases trabajadoras o de las clases medias, y que van a ver caer su nivel de vida con el aumento de los costos de la energía. Ella es liberal, ha trabajado para grandes empresas multinacionales, vive en Suiza para evitar pagar impuestos... Pero aun así se las arregla para encarnar. Creo que también existe la capacidad del propio partido de encarnar la única alternativa a las políticas llevadas a cabo por los partidos tradicionales y, en particular, por la coalición semáforo de los últimos tres años”, continúa Paul Maurice.

El impulso de Elon Musk

La AfD se encuentra ahora en una posición de fuerza. Segundo partido más popular entre los votantes detrás de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de extrema derecha se ha beneficiado de un impulso inesperado de una personalidad que fascina a Alice Weidel, un tal Elon Musk.

“Tiene una responsabilidad en dos puntos. Primero, poniendo a disposición su red social X, antes Twitter. Hoy podemos ver que la AfD es el partido líder entre los jóvenes. Los votantes jóvenes son muy sensibles a las redes sociales. Por otro lado, legitima un partido que, hasta entonces, había sido el paria de la vida política alemana. Da legitimidad, como representante de la administración de Donald Trump, como garantía transatlántica de la viabilidad de la AfD y como garante económico. Es el hombre más rico del mundo, un empresario que tiene una empresa, Tesla, que tiene una ‘megafábrica’ en Brandeburgo. Es un garante económico que tranquilizará en parte a ciertos círculos económicos que antes eran opuestos a la extrema derecha, pero que podrían verse tentados por su discurso”, detalla Maurice.

Protesta contra los planes de migración del líder del partido CDU y principal candidato a canciller, Friedrich Merz, y el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en Berlín, el 2 de febrero de 2025. Foto: Reuters

Ante el ascenso aparentemente inexorable de la AfD, la CDU está adoptando cada vez más el lenguaje del partido de extrema derecha. Una elección peligrosa, según Patrick Moreau, que podría tener el efecto contrario: “Es muy problemático. Existe un alto riesgo de que algunos votantes piensen que, si el original proviene de la AfD, entonces pueden votar por la AfD”.