El Alto es la ciudad más frenética de Bolivia. Por sus miles de comercios, a más de 4.000 metros de altura, pasan cada día decenas de miles de personas, llegadas de todos los lugares del país. Los cláxones de los minibuses que bajan a la capital, La Paz, se mezclan con el griterío de los vendedores ambulantes y la música de las tiendas. Esa imagen ha desaparecido en los últimos días. Muchas calles de El Alto se encuentran desérticas. Apenas circulan autos, que se afanan en evitar las barricadas erigidas por los vecinos.

Ocurre desde el pasado domingo, cuando Evo Morales renunció a la Presidencia, después de que el Ejército y la Policía exigieran su dimisión. El Alto ha sido tradicionalmente su bastión electoral, y la tensión ha estallado tras su exilio.

Por la noche, el panorama cambia. Cientos de seguidores de Evo Morales salen a las calles, montan barricadas, encienden fuego y se arman con piedras y palos para reclamar la vuelta del líder indígena.

"Nos quieren humillar. Han echado a nuestro Presidente y nos quieren quitar todo lo que tenemos", decía, en uno de los bloqueos de la noche del martes, Mónica Quispe, una veterana campesina aimara, vestida copollera, el tradicional atuendo indígena.

Las protestas continuaron ayer. Miles de alteños marcharon a la capital, La Paz, ondeando la bandera wiphala, que representa a todas las naciones indígenas de Bolivia. "¡La wiphala se respeta, carajo!", gritaban, declarándose indignados con los políticos que han retirado la enseña de edificios públicos, tras la renuncia de Morales, y también con los policías que las han arrancado de sus uniformes.

"Nosotros vivimos por esa wiphala, significa la resistencia de los pueblos indígenas, y vamos a seguir luchando por que se respete. Los opositores son racistas. Apenas llegaron a La Paz, sacaron la bandera del palacio", señala la joven aimara Judith Wanka, presente en la manifestación, mientras a su espalda los manifestantes gritaban "Camacho, Mesa, queremos tu cabeza", en referencia a los dos líderes opositores.

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Las críticas se dirigen, de manera especial, a la conservadora Jeanine Áñez, declarada Presidenta interina el martes, en una sesión del Legislativo sin quórum. Quienes protestan en El Alto no la reconocen, al considerar que se ha dado un golpe de Estado.

"La supuesta Presidenta Áñez nos ha humillado. Ha discriminado la bandera de los pueblos originarios. Es muy grande para nosotros. Además, amenazaron a nuestro Presidente Evo Morales para que se fuera", subrayó, por su parte, el estudiante Bismark Condori.

"Es un títere"

"Ella no tiene el apoyo de Bolivia. Es un títere que han colocado los empresarios ricos de Santa Cruz. Es más, ha sido cómplice del racismo contra nosotros. Está en contra del Estado Plurinacional. Quiere volver a la República. Eso sería un gran error, porque tenemos más de 36 etnias en este país, que estaban reconocidas por el gobierno. Ella representa solo al oriente cruceño", señala, por su parte, Walter Ruiz, profesor rural.

Entre los manifestantes se encontraba Hilarión Churachoque, un artesano de El Alto. Cree que el nombramiento de Áñez es un error de la oposición.

"Es una racista, y lo mejor que puede hacer es renunciar, y que pongan a otro Presidente neutral, que no sea de ellos ni de nosotros", reclama. "Estamos dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias", advirtió.

Los manifestantes bajaron a La Paz en apoyo a los diputados del Movimiento al Socialismo (MAS), que planeaban sesionar y que suponen dos tercios del Congreso. Su agenda era declarar la nulidad de las acciones emprendidas por Aráoz, y desconocer la renuncia de Evo Morales. Denunciaron, sin embargo, que la policía evitó su ingreso.

A su vez, el centro de La Paz vivió, en la tarde, una batalla campal, como también sucedió en la víspera, en un país que vive días muy complejos.