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Álvaro García Linera: “La generación (del FA) despertó muchas expectativas, pero quizás de manera sobredimensionada”

De paso por Chile, el ex vicepresidente de Bolivia y referente de la izquierda regional aborda el tránsito del Frente Amplio y sus promesas incumplidas. Además, se refiere al momento del progresismo en América Latina.

Alvaro García Linera: “La generación (del FA) despertó muchas expectativas, pero quizás de manera sobredimensionada”. El exvicepresidente de Bolivia Alvaro García Linera junto a Evo Morales, en Uyuni, en noviembre de 2020. Foto: Reuters. UESLEI MARCELINO

En enero de 2022, dos meses antes de asumir la Presidencia de la República, Gabriel Boric concedió una entrevista a la BBC en la que reconoció que el ex vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera (2006-2019) era uno de sus gurúes intelectuales. Así, dijo tener una “cercanía ideológica” con el sociólogo boliviano, arquitecto del proyecto político e ideológico de Evo Morales. Con motivo de su participación en el cambio de mando en marzo de ese año, García Linera concedió una entrevista a La Tercera en la que se mostró muy entusiasmado por la nueva generación de jóvenes de izquierda que llegaban al poder. “Su gran desafío es no defraudar la expectativa de cambio social”, dijo respecto de la tarea que Boric tenía por delante. Tres años después, el escenario chileno ha cambiado drásticamente y ahora, en una nueva entrevista con motivo de su paso esta semana por Santiago, García Linera vuelve a analizar las luces y sombras del proyecto del Presidente chileno y la generación con la que asumió La Moneda. ¿Su diagnóstico?: “Es una generación que despertó muchas expectativas, pero quizás de manera sobredimensionada”.

García Linera estuvo estos días en Chile -tanto en Santiago como en Talca-, donde dictó una serie de conferencias a propósito de su libro El concepto de Estado en Marx, donde aborda distintas temáticas respecto del Estado moderno. En un inicio había sido invitado a la Feria Internacional del Libro Chile (FilChile) en Recoleta, pero finalmente aquello no se concretó, por lo que en la tarde de ayer el político boliviano presentaba una de sus obras en el Fondo de Cultura Económica.

En la última entrevista que usted concedió a La Tercera señaló que le había llamado mucho la atención la nueva generación de jóvenes políticos chilenos y “la lucha por el poder desde el Estado para reformarlo. ¿Ha podido hacer seguimiento a esta generación del Frente Amplio?

Es una generación que despertó muchas expectativas, pero quizás de manera sobredimensionada. Quizás de manera sobredimensionada a lo que ellos podían y estuvieron dispuestos a hacer finalmente.

¿Quién los sobredimensionó? ¿Los propios electores o ellos mismos?

Yo creo que ambos. Yo creo que de parte de la sociedad hubo una enorme expectativa respecto a lo que se podía hacer, y de parte de ellos también una creencia de que se podían hacer más cosas de las que al final pudieron o lograron o tuvieron interés de hacer.

Usted también dijo en 2022 que el FA podía construir algo nuevo considerando a la “vieja sociedad”, es decir, con la Concertación. ¿Cómo observa aquello ahora?

Creo que finalmente esta generación rupturista en un inicio optó por un camino de continuidad con las antiguas generaciones. Es decir, estaba ante la disyuntiva de inaugurar un nuevo sistema político -lo que hubiera requerido una serie de acciones más rupturistas-, mientras que la otra opción era verse a sí mismos como una continuación del antiguo sistema político. Creo que una mayoría optó por verse de esa última manera, como un recambio generacional del sistema político existente. No voy a juzgar si eso es bueno o malo. Hubo dos opciones y optaron por la segunda.

Santiago, 3 de abril de 2025. Frente Amplio proclama a Gonzalo Winter como candidato presidencial. Luis Quinteros/Aton Chile LUIS QUINTEROS/PHOTOSPORT

Hasta 2022, esta generación que venía de la protesta estudiantil se había posicionado como referente casi moral e intelectual de una parte de la sociedad chilena. ¿Lograron en este tiempo ampliar su base más allá de los suyos o se quedaron en el nicho del 25% o 30% de apoyo?

El hecho de que hayan ganado en la segunda vuelta muestra que hubo un potencial de irradiarse más allá del núcleo duro que los apoyaba. Que luego no lo hayan mantenido tiene que ver con la política diaria de Chile, pero en general eso les pasa a los políticos a la mitad de su gestión, salvo excepciones. Pueden ganar con el 50% o poco más y a partir de la mitad de la gestión, cuando tienen una gestión normal o regular de gobierno, se comprimen a un 30%. He visto presidentes que se van con el 10% del apoyo del electorado, pero en las subsiguientes elecciones vuelven a renacer. El ciclo de apoyo a Boric se mueve en la regularidad tradicional de la política chilena.

¿Ve algún símil de esta generación frenteamplista con lo que ha pasado con Podemos en España?

En algo sí y en algo no. En lo que no son iguales es que en Chile lograron llegar al gobierno, lograron ser mayoría. Hubo un momento de una expansión en la que fueron mayoría; eso Podemos no lo logró, aunque estuvieron cerca de ganarle al PSOE. Esta es una generación exitosa en la primera tarea de llegar al gobierno, cosa que no pudo hacer Podemos. En lo que sí se parecen es que ambos optan por ensamblarse, incorporarse al sistema político tradicionalmente prevaleciente. Se convierten en una especie de recambio generacional de ese sistema político. Tuvieron la opción de inaugurar un nuevo sistema político.

Que fue lo que no pasó...

No pasó. Y no es solo un tema de decisión política de los líderes, sino que también tiene que ver con si los funcionarios del gerencialismo moderno estuvieron en el timing, si pudieron actuar en el momento debido. La posibilidad de que eso sucediera en el caso de Chile se dio en el primer año de gobierno. Ese era el tiempo. En 2022 se jugó el timing de si se podía inaugurar un nuevo sistema político en base a reformas más profundas o si se restablecía el antiguo sistema político con reformas más moderadas. Una vez pasado ese timing, cuando no se lo supo usar, luego ya no es posible, ya que no hay disponibilidad social.

El entonces vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, junto a Evo Morales en El Alto, en 2009. Foto: AFP AIZAR RALDES

En la entrevista de 2022 usted planteó que en ese momento el mayor desafío de Boric era “no defraudar la expectativa de cambio que la sociedad expresó en el marco de la Convención Constitucional y las elecciones”. ¿Lo que plantea sobre el timing se vino abajo por la Constituyente?

Sí. Creo que en ese año la disyuntiva era (dilucidar) quién era el sujeto constituyente, en medio de un proceso histórico abierto tras el estallido social de 2019. ¿Y quién era? ¿La Asamblea Constituyente o el gobierno emergente? Y ahí hay dos respuestas. Cuando asumes que en el proceso constituyente el poder constituyente es la Asamblea, entonces estás optando a una manera dilatada de las transformaciones; cuando asumes que el poder constituyente es el gobierno, entonces tienes que asumir que es el gobierno el que debe tomar las medidas, y lo que debe hacer la Asamblea es validarlas, consagrarlas y constitucionalizarlas. Esto se definió en 2022 y el sistema político, de todos los sectores, pensó que el poder constituyente era la Asamblea. Y en verdad el poder constituyente no es la Asamblea, sino que el gobierno. Entonces, cuando el gobierno decide no asumir las reformas constituyentes del momento, ya no tiene poder, y ya no tiene convocatoria, y ya no tiene apoyo social.

¿Qué ha pasado con la “nueva ola progresista” en la región, con Boric y Petro a la cabeza? De hecho, es la corriente contraria, la derecha, la que va al alza...

Creo que el progresismo continental tuvo dos momentos: uno más intenso y radicalizado que llevó a ese primer progresismo a una serie de reformas profundas y la reconfiguración del sistema político. Pero esas reformas exitosas en un inicio encuentran un límite después de una década, ya que nada es perpetuo. Y entonces viene un regreso de las fuerzas de derecha más extrema. Luego surge un segundo progresismo, que es más moderado. Es decir, menos ambicioso en sus reformas, en sus propuestas, y es un progresismo moderado que emerge cuando las fuerzas conservadoras más radicales están más consolidadas.

¿Es decir, son gobiernos progresistas moderados de reformas moderadas?

Así es.

Es en ese escenario donde entran Bolsonaro, Milei, Noboa en Ecuador...

Y ahora veremos qué pasa en Bolivia. Es un tiempo más crispado y quien está impulsando la iniciativa política son las fuerzas más radicales de la derecha. Ha pasado con Trump, por ejemplo. O en Alemania con el AFD. Entonces el progresismo está a la defensiva, logrando preservar los logros conquistados anteriormente.

¿Y qué ocurre en su país, Bolivia? Se ha visto una ruptura total del Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo y el Presidente Arce...

Bolivia es como un resumen condensado de la dificultad que uno encuentra cuando hay que pasar del ciclo de las grandes reformas audaces a un ciclo de nuevas reformas, pero más administrativas. Ningún ciclo de audacia y profundidad es duradero. Eso es lo que ha enfrentado Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador y México. Creo que en el recambio generacional y de reformas no lo estamos sabiendo gestionar. Y Bolivia es ejemplo de aquello.

El Presidente Gabriel Boric junto a su par de Colombia, Gustavo Petro.

¿Va a apoyar a Evo Morales si finalmente postula a la Presidencia en las elecciones de agosto?

Cualquier proyecto de izquierda en Bolivia pasa inevitablemente por la presencia del líder carismático, no puede ser al margen de Evo. Hoy por hoy, Evo quiere apostar a ser candidato, constitucionalmente tiene derecho. Quien decide en última instancia es el Tribunal Electoral, en mayo. Si ese tribunal decide arbitrariamente desconocer el derecho de Evo a repostular, supongo que se buscará una opción sustituta a Evo. Están Andrónico Rodríguez, Adriana Salvatierra y otros.

Si Evo puede volver postular, ¿usted lo va a acompañar?

No, yo ya tomé la decisión de no postularme a ningún cargo político. Mi tiempo fue el momento del gran diseño del Estado, la economía y la sociedad, que se dio del año 2000 al 2010. Los tiempos administrativos no son los míos. Evidentemente, apoyaré una alternativa de izquierda. Me preocupa, eso sí, que ya no somos mayoría.

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