Han transcurrido más de 10 meses desde que el avión que lo llevó desde Ciudad de México a Argentina aterrizó en Buenos Aires, su último destino tras su abrupta salida del poder y posterior exilio junto a Evo Morales. Desde entonces, y debido a la pandemia, Álvaro García Linera, el exvicepresidente boliviano que renunció el 10 de noviembre de 2019, se apartó de los focos y retomó sus labores de docencia en dos universidades argentinas -la U. de Buenos Aires y la U. Nacional de San Martín- , lo que le permitió “alquilar con nuestro salario” un departamento que comparte con su esposa, Claudia y su pequeña hija, Alba. De Bolivia, dice, solo logró sacar “un maletín, cuatro libros y la ropa de mi hija”.
En conversación con La Tercera, el intelectual boliviano -que siguió la victoria en primera vuelta de Luis Arce y David Choquehuanca en las elecciones del domingo a través de Zoom y Google Meet con varios dirigentes, no oculta su felicidad y alivio por la aplastante victoria en las urnas del Movimiento al Socialismo (MAS). En cuanto al futuro del nuevo gobierno boliviano y las relaciones con Chile, apunta a que la “salida soberana al mar siempre será el norte de nuestro acercamiento con Chile, pero somos vecinos y no podemos vivir de espaldas”.
¿Cómo observa el hecho de que Arce logró un 55% en las urnas?
Es una especie de desagravio de la historia hacia un pueblo maltratado, que le ha devuelto mediante el voto no solamente su dignidad y su reconocimiento, sino el poder que lo tuvo hasta hace un año. Las organizaciones sociales ahora lo recuperan por esa vía, que es la forma del acceso al poder en las sociedades contemporáneas, incluso para las fuerzas de izquierda radicales como somos nosotros, que es la vía electoral.
Luis Arce superó incluso el 47% que usted y Evo Morales obtuvieron como binomio en los comicios anulados de 2019. ¿Por qué los bolivianos volvieron a “abrazar” al MAS?
Varios elementos. El primero es que representamos lo popular y Bolivia, pese a sus logros económicos es una sociedad muy popular, donde lo campesino, lo indígena, lo plebeyo, el pequeño productor, es la mayoría del país y encontró en el MAS una forma salir del olvido secular al que había sido arrinconado durante siglos por pequeñas oligarquías. Es esta identidad con algo que no es un partido en el sentido estricto porque el MAS es una confederación de organizaciones sociales, algo único en el continente. Lo segundo, son los éxitos de un gobierno que le dio a Bolivia el ciclo de crecimiento más largo de su historia, con 13 años de crecimiento promedio de 4,5%, que permitió más ingresos a las personas, comer mejor, vestirse mejor, construir una casita, tener ahorros. La gente lo vivió y tenía ansias de retomar ese ciclo de prosperidad. El tercer elemento es la desastrosa gestión económica y la violencia de un gobierno (de Jeanine Áñez) que entró a palos y bala, que abandonó a las personas en la pandemia y destruyó la economía. Esto llevó a las personas a revalorizar lo que se había tenido antes. El cuarto y último elemento es la capacidad de reorganización que han tenido los movimientos sociales en Bolivia que después de masacres y persecuciones se agruparon rápido para presentar un frente político.
¿Los resultados son una reivindicación a la figura de Evo Morales, como líder tras su abrupta salida del poder?
Es eso y también es más que eso. Hay un voto a Evo dentro este 55%, de recordarlo y tomarlo en cuenta. Pero también hay otro porcentaje que es por la continuidad de un régimen de crecimiento, por identidad, por participación, que va más allá de Evo. No creo que se disocien los dos elementos, sino que se suman.
¿Por qué considera que las encuestas estimaron un escenario tan opuesto al que se dio?
Por el temor. No hay que olvidar que el ministro de gobierno (Arturo Murillo) encarceló a una persona por hacer un meme en una red social. Que yo sepa, en América Latina, no sé de China, las personas por hacer burla de los gobernantes en las redes sociales no ocurre, pueden protestar, pero sucedió y hay detenidos. Por ejemplo, la secretaría de Evo, fue detenida por tener una fotocopia de su carnet. Como ese caso puede sumar decenas de ejemplos cotidianos en las que el Estado se ha mostrado violento o coercitivo. Había miedo de las personas a decir su verdad por teléfono.
¿Ahí radicó el voto oculto?
Claro, y esperó el momento donde podía decir su verdad no frente al teléfono o al encuestador, sino directamente ante la urna. Y de ahí que Arce ha rebasado hasta la expectativa más optimista que se tenía, no solamente por parte de las encuestadoras, sino también por parte de los dirigentes políticos y los medios de comunicación.
¿Cómo evalúa el rol que ha tenido Jeanine Áñez?
Calamitoso. No solamente por la corrupción. Negociaron unos respiradores y hasta el día de hoy no se usan, y la gente se murió. Oficialmente, según la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, tenemos 0,7 muertes por mil habitantes a nivel mundial. Primero está Perú con uno por mil muertes, pero si tomamos en cuenta el dato que da The New York Times respecto a que el número de decesos entre marzo y septiembre de este año con respecto a 2019 es de 20 mil extras a la cifra normal, si es cierto el dato de este prestigioso periódico norteamericano, tendríamos que la tasa de mortalidad en Bolivia es de 2 por mil habitantes, por encima del récord de Perú. Entonces eso muestra la gravedad de la catástrofe. El gobierno se dedicó a corromper, a hacer negocios personales y dejó a la sociedad a la automedicación, a encerrarse y morirse en su casa, a dejar el cadáver botado en la esquina del barrio por miedo al contagio.
Las movilizaciones de 2019 dejaron una treintena de fallecidos. ¿Cómo recuerda el rol de las FF.AA. en su salida del poder y el respaldo que endosaron a Áñez?
Hay que encontrar a los responsables materiales, de mando político y militar de esas 33 muertes a bala militar. Después debe haber una investigación en torno a los comandantes involucrados en el desconocimiento al orden constituido porque desconocieron a su capitán general constitucional, que es el Presidente y sacaron aviones de guerra y tanquetas en contra de la orden presidencial. De hecho, casi lo detienen (al Presidente) porque yo estuve ahí en la negociación directa con los comandantes para exigir y pedir que el avión mexicano salga del aeropuerto. Fue a gritos.
Usted conversó con La Tercera ese mismo mes de noviembre y señaló que solo lograron salir de Bolivia por el respaldo de los pobladores...
No iban a dejar salir el avión y yo tuve que hablar con ellos. Después de varias desautorizaciones, tuve que hablar con el comandante y decirle: Oiga, comandante, aquí hay 10 mil campesinos alrededor del aeropuerto. Usted está con sus 100 soldados encapuchados y hay un avión mexicano. Si usted no autoriza a que este avión salga pese a su promesa, tenga toda la seguridad de que el avión, su gente y los que están acá van a incendiar todo lo que está alrededor. Y usted es el responsable de esas muertes, entonces está en sus manos o autorizar la salida a México o asuma la responsabilidad de las muertes.
Ahora las dudas tienen que ver con la influencia de Evo Morales en el binomio, aunque Arce ha dicho que el expresidente no tendrá ningún rol en el futuro gobierno...
Quién ha sido elegido Presidente es Luis Arce. Eso es indiscutible. La gente votó por él y en la Constitución, él tiene el derecho a nombrar a la gente que le ayude a tomar decisiones del gobierno y nosotros somos junto con Evo, militantes de base. Haremos lo que siempre hemos hecho, como antes de ser autoridades, que es organizar y concientizar. Hay gente electa y ellos son los que deciden, y los que no, nos corresponde regresar a nuestras bases de organización y formación de líderes, y punto.
Carlos Mesa señaló a este diario que de ganar el MAS sería Evo Morales el que realmente gobernará...
Esa ha sido la muletilla de ataque que ha usado Carlos Mesa para intentar jalar votos indecisos. Quién va a gobernar es Luis Arce y estamos seguros que lo hará muy bien.
¿Usted y Evo Morales piensan volver a Bolivia?
Por supuesto que queremos volver a Bolivia. Nuestro regreso va a estar enmarcado en el momento en el que haya posibilidades de respeto a los derechos de ciudadanía de cualquier persona y, por supuesto, asumir como ciudadanos de a pie nuestra defensa ante las infamias y acusaciones que nos han hecho. Vamos a mostrar que se sustentan en falsedades y ataques políticos. Iremos a los juzgados a hacer oír nuestra palabra y a decir nuestra verdad.
¿Cómo ha sido su relación con Luis Arce y David Choquehuanca?
Siempre buena, de mutua colaboración, respeto, coordinación y debate político porque todos, Luis, Choquehuanca, Evo, Álvaro, provienen de las luchas sociales. O sea, no somos un grupo de personas que hace política porque tiene dinero, hemos sido gente que está involucrada desde la adolescencia en la militancia política en corrientes marxistas, en corrientes sindicales e indianistas. Y entonces somos gente fogueada en la lucha social y nuestra relación entonces estaba marcada por esa, digamos, complicidad.
¿Cuáles son los principales retos del nuevo gobierno?
El primer tema es la economía. El último dato es que el primer semestre el país decreció 11 puntos. No hay registro en la historia de Bolivia de una caída tan grande. Una desocupación que según Cepal bordea el 12%. Hay una serie de medidas que están en el plan de gobierno y Luis Arce ha ido explicando cómo se ha trabajado para tener medidas de reacción inmediata.
¿Arce retomará los lineamientos en cuanto a una relación armoniosa con Argentina y Venezuela?
El Presidente es el que tiene que responder, pero repitiendo lo que dijo es “nosotros queremos relaciones con todo el mundo”, incluido Estados Unidos, pero en el marco del respeto mutuo y de la no interferencia en los asuntos políticos de otro país.
Tras la elección de Alberto Fernández en Argentina y la de Luis Arce en Bolivia, ¿Se está ante el retorno de la izquierda en la región?
Habrá que ver que sucede con el referéndum en Chile y qué pasará en Ecuador el año que viene. Pero no cabe duda que desde la asunción al gobierno del Presidente de México, de Fernández y ahora Luis Arce, todo apunta a que estamos ante el inicio de una nueva oleada de gobiernos progresistas y de izquierda en el continente, que no es una repetición de la primera oleada que se dio entre 2005-2015, sino que tiene otras características y retos de superar errores y debilidades.
¿Cómo será la futura relación entre Chile y Bolivia?
Con absoluto respeto y cariño hacia el pueblo chileno y sus autoridades. El tema del acceso soberano al Océano Pacífico es algo inherente a nuestra identidad nacional. Es algo que no puede desaparecer, no importa lo que pase o si se ganan o pierden demandas. Siempre será el norte de nuestro acercamiento con Chile, que no quita de que paralelamente hay otros temas de integración y de acercamiento que tienen que ser trabajados. Somos vecinos y no podemos vivir de espaldas.