América Latina tiene las peores cifras globales de violencia asociada a homicidios. Esa es la conclusión central de un informe revelado este jueves por el Instituto Igarapé, un think tank con sede en Brasil centrado en temas de seguridad y desarrollo.
"Las dimensiones de la violencia homicida son impresionantes", se lee en el informe que sostiene que más de 2,5 millones de ciudadanos de la región fueron víctimas de homicidios entre 2000 y 2016. Las cifras son aún más alarmantes si se considera que América Latina representa sólo el 8% de la población planetaria, pero concentra el 33% de los asesinatos.
"Varios observadores han caracterizado los niveles de homicidio (...) como una epidemia, e incluso excediendo niveles de tiempos de guerra", sentencia el documento.
El oscuro panorama que presenta Latinoamérica en esta materia es un hecho que se viene desarrollando sin límites hace años, con motivos asociados particularmente a los elevados niveles de desigualdad. Dentro de los factores que lo explican, se incluyen "altos y rápidos niveles de urbanización, de desigualdad (más que la pobreza), y de desempleo juvenil, aparte de las profundas debilidades institucionales incluyendo la impunidad y la corrupción", asegura a La Tercera Katherine Aguirre, una de la investigadoras del Instituto Igarapé que escribió el informe.
Los países que concentran el mayor número de asesinatos son Brasil, México, Venezuela y Colombia. Todos con marcados escenarios comunes que explican las cifras. Brasil, con el mayor número de homicidios del mundo (57 mil sólo en 2016), tienen elevados niveles de violencia asociado a grupos criminales, que dominan el tráfico de drogas y de armas. La lucha entre la policía y estos grupos ha provocado un enorme saldo de muertos.
La existencia de guerrillas en Colombia y de grupos criminales que se financian de otras economías ilegales, como la minería ilegal y el contrabando, explican los número de homicidios en ese país. De todas formas, Colombia registra una alta reducción de la violencia, en ciudades como Medellín, Bogotá y Cali.
México, en tanto, ha protagonizado un aumento en los homicidios. La investigadora de Igarapé asegura que ha habido un aumento de un 20% entre 2016 y 2017. El año pasado, México tuvo las más altas cifras de asesinatos desde 1997. La principal explicación tiene que ver con los grupos criminales asociados al narcotráfico, pero también a la crisis a la que se enfrenta la institucionalidad mexicana.
Este último factor también es patente en Venezuela, situación que ha permitido la proliferación del crimen organizado.
El caso de Chile es distinto, puesto que figura con los niveles más bajos de violencia de la región, al igual que los países andinos del sur y del cono sur. Sin embargo, tiene un alto índice de inseguridad: "Chile reporta una percepción de inseguridad con el 37% (de los chilenos) diciendo que se sienten inseguros. Esto es más que la tasa promedio de la región de 34%", asegura Aguirre.
Así, la extrema situación regional enfrenta un desafío que parece imposible, pero que sí tendría remedio y que sería menos complejo de lo que se podría pensar, según los expertos. El propio Instituto Igarapé y el Banco Interamericano de Desarrollo han sostenido que es posible disminuir la tasa de homicidios de la región en un 50% en 10 años, lo que salvaría 413.000 vidas. Aquello sería posible con estrategias "que se centran en datos policiales y en el acceso a la justicia, y a la vez incluyen programas sociales y económicos para la prevención de la violencia y centrados en la juventud en riesgo, planes de renovación urbana y la mejora del transporte público en los barrios más afectados", sostienen en ambas instituciones.