Para sus adherentes es el hombre que puede provocar el cambio que necesita México, pero para sus detractores se trata de un político populista, con aires mesiánicos y redentores. Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO y candidato de la alianza Juntos Haremos Historia (integrada por Morena, el Partido del Trabajo y Partido Encuentro Social), es el favorito para ganar la Presidencia en las elecciones de mañana, ya que aventaja por 20 puntos porcentuales a sus rivales más cercanos: Ricardo Anaya, del Partido de Acción Nacional (PAN) y José Antonio Meade, del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Tras sus dos derrotas electorales, en las presidenciales de 2006 y 2012, López Obrador, de 64 años, ha sabido transformarse y captar el voto del descontento, de los que quieren castigar a la actual administración de Enrique Peña Nieto (PRI).

"Se le alineó todo a López Obrador porque, por un lado, fue el descontento con el PRI que generó el sexenio en el poder, la decepción con el PAN, que no se termina de disipar. AMLO aprovechó todo eso y cambió la estrategia, aprendió de sus errores. Creo que tendrá un triunfo contundente que le dará legitimidad", indicó a La Tercera, el analista mexicano José Antonio Crespo.

Según el historiador mexicano Jesús Silva-Herzog Márquez, AMLO es el político más raro y más talentoso que haya tenido el país. "Es el primer político que sale del patrón de los liderazgos que hemos tenido en las últimas generaciones, que ha sido básicamente el de funcionarios públicos, burócratas, funcionarios de partido, líderes parlamentarios que han sido criados en esta cuna de disciplina, de lealtades, de reglas. Y eso es lo exótico del personaje López Obrador, que no pertenece a esas tradiciones, no ha seguido ese camino, porque ha hecho política en otro canal", dijo a La Tercera.

"A pesar que sí ha tenido una experiencia gubernativa en la alcaldía de la capital, la verdad lo que ha caracterizado su actividad política es su lucha social. Y creo que eso lo convierte en un líder político muy extraño para la tradición de México", agregó.

Si gana la Presidencia, "el comandante", como se le conoce cuando fue líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Tabasco -su cuna política-, señaló que haría una "revolución, pacífica, ordenada pero profunda y, diría, radical". "Espero que nadie se asuste porque la palabra radical viene de raíz y esta transformación va a consistir precisamente en arrancar de raíz al régimen corrupto, de injusticias y de privilegios", dijo AMLO, con esa leve ironía que lo caracteriza, en su discurso de cierre de campaña del miércoles realizado ante un repleto Estadio Azteca, en Ciudad de México.

En esta última presentación pública, antes de la veda electoral que tiene a las ciudades libres de propaganda, AMLO insistió en sus promesas de campaña como luchas contra la corrupción, reducir los sueldos a funcionarios, aumentar salarios, revisar contratos públicos y no hacer más "gasolinazos", refiriéndose a los bruscos aumentos de precios que tuvieron los combustibles a comienzos de 2017.

¿Populista?

Sin embargo, estas ideas han sido calificadas de "populistas" por sus adversarios, los que señalan que "El Peje", como le dicen a AMLO por el pejelagarto, un pez de agua dulce de Tabasco, podría convertir a México en Venezuela. De hecho, en el pasado ha sido comparado con Hugo Chávez.

"Desde 2006 ha habido una campaña negativa, que cae en lo ridículo, pero el miedo es más por desinformación. Si uno lee el programa se puede considerar como de centro y México no se va a convertir en Venezuela", dijo a La Tercera, Diego Avelino de 35 años, especialista en políticas de desarrollo. "México vive una crisis que se ha deshumanizado. Esta crisis se vincula con las pasadas administraciones. Necesitamos marcar un antes y un después, un cambio de rumbo, un punto de diferenciación. Mi voto es por esta plataforma política, planteamiento político y gran parte de las redes que se aglutinan a su alrededor, no por su persona en específico", añadió.

Formado en las filas del PRI en la década de los 60 y 70, siempre estuvo más inclinado hacia la corriente de izquierda del partido.

En 1988, AMLO fue testigo del cuestionado triunfo de Carlos Salinas de Gortari sobre Cuauhtémoc Cárdenas, el primer candidato de izquierda que se enfrentaba al PRI. Tras ese incidente, López

Obrador participó en la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), por el que logró la gobernación de su estado natal, Tabasco, y posteriormente la presidencia nacional del partido.

En 2000 ganó las elecciones para jefe de gobierno de Ciudad de México terminando así con 70 años de hegemonía del PRI al frente de la ciudad.

Desde ese puesto implementó programas sociales de ayuda a adultos mayores, madres solteras, desempleados, además de políticas que ayudaron a disminuir la violencia y aumentó la inversión privada, aunque también incrementó la deuda pública en la ciudad.

Así, en 2006 se lanzó a la Presidencia, pero logró un 35,2% frente al 35,9% de Felipe Calderón. Entonces denunció un fraude y montó una larga campaña que sólo le provocó descrédito. Pero luego AMLO se reinventó y ahora la tercera podría ser la vencida para él.