Arabia Saudita dobla la apuesta. Durante este mes se conoció la intención del Fondo de Inversión Público de la monarquía, que estaría organizando el concurso para diseñar un edificio de 2 kilómetros de altura, y que formaría parte de un plan maestro de 18 kilómetros cuadrados para desarrollar en el norte de Riad, la capital del país.
Con esa altura, la torre propuesta superaría por lejos el rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubái, en los vecinos Emiratos Árabes Unidos. Este último edificio, inaugurado en 2010, cuenta con 828 metros de alto.
Según constructores expertos, citados por el medio Middle East Business Intelligence, la torre en Riad podría costar US$ 5.000 millones. Desde ya, la competición entre diseñadores para adjudicarse el proyecto tiene una puerta de entrada: un millón de dólares, que tendrían que pagar los estudios interesados en realizar el histórico edificio.
Hasta el momento, cinco firmas han sido invitadas a participar en la competición, que incluye a estudios de renombre mundial en la arquitectura y que han trabajado en rascacielos anteriores. Entre ellos se encuentra Adrian Smith & Gordon Gill Architecture y Skidmore, Owings & Merrill (SOM), firmas responsables del rascacielos ícono de Dubái.
Pero el enorme edificio, para el cual aún no hay fecha estimada de construcción, se encuadra en una visión mucho más grande del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman Al Saud.
Ya se está planeando la expansión del Aeropuerto Internacional Rey Khalid, que pasará a llamarse Rey Salman, y si llega a completarse en 2030, se volverá el aeropuerto más grande del mundo en términos de capacidad de pasajeros. Su área cubrirá cerca de 57 kilómetros cuadrados, permitiendo así seis pistas paralelas.
Con esto, la infraestructura pretende ampliar su capacidad, de 15 millones de pasajeros al año a 120 millones para 2030, y ambicionando llegar a 185 millones para mitad de siglo. Así, superaría al Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson en Atlanta, que en 2019 registró más de 110 millones de pasajeros.
Este y otros proyectos forman parte de la “Saudi Vision 2030″ del príncipe heredero saudita, que pretende romper récords con la megaciudad de Neom. La urbe se ubica en la frontera con Jordania y Egipto, y empezará a recibir residentes en 2025, pensándose como una ciudad inteligente.
Lo más impactante en Neom es el tamaño que aspira tener: una enorme línea de 170 kilómetros, con 200 metros de ancho, abastecida con energías solar y eólica. Se estima que esta ciudad, construida desde la nada, tendría 17 veces el tamaño de Londres.
Según Mohammed bin Salman Al Saud, el área urbana “será ideal para los drones, y un centro para el desarrollo de la robótica”. Los documentos que ha mostrado la monarquía saudita para la ciudad muestran taxis voladores, y recientemente el príncipe declaró querer que la arena de la Silver Beach, en la playa de la ciudad, brillase en la oscuridad. Dos fuentes cercanas al proyecto le aseguraron a The Wall Street Journal que, por el momento, los ingenieros aún no descubren cómo hacer eso de manera segura.
De todos modos, el énfasis en la tecnología y la robótica es parte clave de la visión del príncipe, que espera que su país deje de depender del petróleo. Para 2045, en Neom deberían vivir nueve millones de personas, en lo que se pretende como un gran centro económico mundial.
Sin embargo, no es la primera vez que Riad intenta superar los mil metros en la altura de un edificio: hace 10 años se empezó a construir la Jeddah Tower, que con sus 265 pisos alcanzaría los 1.008 metros de altura. A pesar de esto, en 2018 se detuvo la construcción del rascacielos, que por el momento solo ha llegado al piso 70.
Después una “purga” llevada a cabo por el príncipe saudita, luego de que se creara un Comité Anticorrupción liderado por el gobernante, la construcción de este edificio se detuvo, y sumándole a esto la pandemia del Covid en 2020, muchos ven como lejano el día en que se retomen las labores en el lugar.
De todos modos, mientras no avance la Jeddah Tower ni se ponga el primer ladrillo en el proyecto de los dos kilómetros de altura, el Burj Khalifa seguirá siendo el edificio más alto del mundo, manteniendo el récord así para Emiratos Árabes Unidos. A pesar del enorme gasto que implica construir un rascacielos de esas dimensiones, el costo se terminó justificando ya que encarecía los valores de los barrios que rodeaban el centro de Dubái.
La misma estrategia se estaría usando en la costa de Dubái, cuando se anunció The Tower en el Dubai Creek Harbour para impulsar las ventas de propiedades alrededor del lugar. Esa torre, cuya altura aspira a alcanzar los 1.300 metros cuando se termine, no ha progresado más allá de los cimientos.
Y a pesar de la realización del Mundial de Fútbol 2022 y los estadios desmontables, Qatar se estaría quedando atrás en la carrera por el cielo: su edificio más alto, el Aspire, “solo” alcanza los 300 metros de altura, al igual que el Costanera Center de Santiago.
En el Golfo también se encuentra el tercer edificio más alto del mundo, el Makkah Clock Tower, en la ciudad de La Meca, Arabia Saudita. Con una luna coronando su reloj, a 601 metros de altura, el edificio es visto desde casi cualquier punto de la ciudad sagrada de los musulmanes.