“En la calle estos últimos días se veía bastante movimiento. No como siempre, pero había. Vi gente saliendo a correr, paseando al perro; hoy yo tengo ventana a la calle y no se escucha prácticamente nada. Es un poco loco porque los que lo estamos cumpliendo no nos enteramos y los que no lo están cumpliendo quizás saben mejor”.
Lucía de Zan vive en una zona residencial de Buenos Aires y trabaja para el gobierno de la ciudad y esa es su percepción de la cuarentena decretada la noche del jueves por el Ejecutivo de Alberto Fernández.
A Lucía le comunicaron que a partir del martes debía trabajar desde su casa debido al avance del coronavirus. Y las medidas se las ha tomado con resignación.
Argentina suma 128 casos confirmados y tres muertes. Por eso, Fernández anunció por cadena nacional una cuarentena “preventiva y obligatoria” para todo el país hasta el 31 de marzo. Ya se habían impuesto restricciones de circulación en siete provincias, y los gobernadores estaban de acuerdo en que debían endurecerse las medidas. De hecho, según el diario La Nación, no hubo un solo gobernador que propusiera medidas más leves, argumentando que los argentinos no estaban tomando conciencia.
De acuerdo con La Nación, la salida de ciudadanos hacia el balneario Pinamar abría convencido a Fernández de endurecer las medidas de confinamiento, mientras que algunos incidentes en la estación de trenes Once lo habrían llevado a adelantar la medida, que en un principio sería anunciada este sábado. Además, el mandatario estaba siendo presionado por las autoridades locales para aplicar medidas más duras y extender la cuarentena obligatoria a todo el país.
“Inflexibles”
“Nadie puede moverse de su residencia. Seguimos teniendo problemas con gente que no entiende que no se puede circular por las calles en estas condiciones, porque el riesgo en el que se pone al otro es muy grande”, dijo Fernández.
Aseguró que la medida no implica que los argentinos no puedan salir a comprar alimentos o medicamentos, pero siempre cerca de sus domicilios. El objetivo de la medida es que los ciudadanos hagan “lo necesario para su vida habitual”, y la policía podrá sancionar a quienes circulen por la calle sin justificación por “violar las normas que la autoridad sanitaria dispone para frenar una epidemia”, contemplado en el Código Penal argentino.
“Vamos a ser absolutamente inflexibles. Esta es una medida excepcional que dictamos en un momento excepcional, pero absolutamente dentro del marco de lo que la democracia permite”, señaló Fernández en su discurso televisado.
“Creo que Argentina ha actuado bien antes de que se propague la enfermedad. Se están siguiendo los protocolos exhaustivamente”, señala a La Tercera Silvina Furlotti, jueza residente en Mendoza.
“Creo que la mayoría de los argentinos está tomando conciencia de la peligrosidad del virus y están tomando medidas extremas de limpieza y de aislamiento. Lógico que siempre están los que se quieren ir a la playa y que rompen las reglas, pero en general, la gente está siendo consciente de la enfermedad y los gobernantes están actuando en consecuencia. En Mendoza todavía no se ha confirmado ninguno, entonces la idea es que no entre directamente el virus, aunque creen que va a ser difícil. Por eso se han cerrado las fronteras con los países vecinos, con el extranjero y también se están cerrando las provincias entre sí, para evitar la circulación de personas”, cuenta Furlotti.