Hoy doce niños miembros del equipo de fútbol "Jabalíes Salvajes" y su entrenador, Ekapol Chantawong, fueron dados de alta tras estar internados por cerca de una semana en la hospital, luego de ser rescatados de la cuava Tham Luang donde permanecieron durante 17 días.
Además dieron una conferencia de prensa donde entregaron nuevos detalles acerca del tiempo en que estuvieron atrapados y cómo lograron sobrevivir durante ese período.
En la instancia los menores, detallaron que dentro de la gruta no tenían nada para alimentarse, pero sí pudieron tomar agua que caía de las rocas el interior de la caverna, ya que ésta estaba limpia.
Una vez que fueron encontrados por los buzos - momento descrito por uno de los integrantes de los "Jabalíes Salvajes" como un milagro - recibieron alimento y abrigo.
La comida fue repartida por su entrenador que se negaba a alimentarse y prefería entregar su ración a los niños, de entre 11 y 16 años.
En relación al momento que fueron hallados por los rescatistas, uno de los menores Adul Sam-on (14) comentó que lo primero que le dijo fue Hello (Hola en inglés), ya que era el único que sabía hablar un poco de inglés. Para ellos, además fue sorprendente que los buzos fueran de diferentes nacionalidades y no solo tailandeses.
Los deportistas además intentaron cavar una salida de la caverna con rocas y se iban turnando para trabajar en éste.
Además a diferencia de lo que había dicho en un principio, los niños sí sabían nadar y se vieron obligados a hacerlo cuando subió el nivel del agua al interior del lugar unos tres metros. Ahí debieron trasladarse a otros sector por su seguridad donde además pudieron beber agua limpia. Momento en el que el trabajo mental del ex monje budista y entrenador suplente, fue aplicado para tranquilizarlos y hacer que mantuvieran la fe en que serían rescatados.
Respecto al orden que fueron rescatados, Chantawong detalló que ninguno tenía ganas de ser el primer voluntario en salir cuando fueron consultados por los rescatistas. "Ninguno se apuró en salir de la cueva porque todos eran cercanos". Por ello, adulto que estaba a cargo del equipo y los buzos decidieron el orden.
El operativo implicó que cada niño usara una máscara que cubría todo su rostro para respirar cuando se sumergía en el agua y era acompañado de dos buzos para la salida de la caverna. Luego eran sacados en camilla y trasladados hasta el hospital de Chiang Raing en helicóptero donde eran atendidos y recibieron cuidados especiales.
Algunos de ellos, además debieron ser sedados para evitar cualquier ataque de pánico.
Ahí permanecieron en cuarentena y bajo una dieta especial hasta que fueron mejorando sus condiciones de salud.
Ahora los doce niños y su entrenador pueden volver a su rutina normal junto a su familia y amigos.
Muchos de ellos dijeron que quieren terminar sus estudios, algunas buscaban ser futbolistas profesionales y cuatro de ellos quieren convertirse en buzos de la armada de Tailandia.